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Por Juan Carlos Ramírez - jramirez@proantioquia.org. co

Rompiendo tabúes y garantizando derechos

06 de julio de 2024
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  • Rompiendo tabúes y garantizando derechos
  • Rompiendo tabúes y garantizando derechos

Por Juan Carlos Ramírez - jramirez@proantioquia.org. co

Durante mi experiencia como docente rural en la subregión del Urabá antioqueño, reconocí una forma de violencia sobre el cuerpo de las estudiantes mujeres, que bajo la excusa de la cultura se había normalizado. Muestra de ello, era que cada mes, durante su menstruación un alto porcentaje de las estudiantes decidían no ir a la escuela por miedo a ser señaladas por sus compañeros hombres como sangre sucia.

Esta indignante situación, lejos de ser una simple agresión entre estudiantes, devela una profunda violencia que se ejerce contra el cuerpo de las niñas y las mujeres. Según Unicef y la Fundación Plan, el 63,7% de las niñas en la ruralidad colombiana prefieren quedarse en casa durante la menstruación, por pena o por burlas, además de que en sus colegios no hay instalaciones adecuadas para cambiarse. Quienes habitamos las escuelas no podemos ser indiferentes ante las graves consecuencias que tiene para las estudiantes dejar de asistir al colegio a corto, mediano y largo plazo.

Me sorprendió escuchar de un directivo docente los siguientes argumentos frente al porqué de la ausencia de las estudiantes. La principal razón fue que para las familias era inadecuado que las estudiantes tuvieran vida pública durante la menstruación. Seguido a esto, afirmaba que la religión que la mayoría de las personas predicaban en la escuela, invitaba a las mujeres en estos días a la oración y al aislamiento. Dichos argumentos, eran matizados por el directivo bajo la concepción de una escuela protectora que les brindaba la opción a las estudiantes de quedarse en casa.

Lo manifestado anteriormente, es una muestra clara de la mirada moralista en la escuela, que históricamente ha determinado el comportamiento femenino desde un racero masculino, al tiempo que deja en evidencia la ausencia en la formación en Derechos Sexuales y Reproductivos. Según el Índice Welbin publicado en el 2023, el 69,7% de los colegios en Colombia no han formado a su cuerpo docente en educación en sexualidad y Derechos Humanos. Este es un asunto de gran relevancia para entender el problema estructural que produce la pobreza menstrual, la cual implica la falta de acceso a productos de autocuidado e infraestructura con agua limpia que permitan gestionar dignamente la menstruación. Para el Dane, en Colombia 45.000 mujeres y niñas usan telas, trapos, ropa vieja, calcetines, papel higiénico o servilletas durante su menstruación y el 12,7 % de las mujeres consultadas tuvieron dificultades económicas para acceder a productos de autocuidado menstrual durante el 2021.

Durante los dos años que estuve como docente en la ruralidad, entendí que la escuela tiene un rol fundamental en la protección y salvaguarda de los derechos sexuales y reproductivos de las niñas y mujeres. Para entenderlo mejor tuve que deconstruirme como hombre y aceptar que estaba lleno de prejuicios y que por momentos ignoraba que estaba frente a la punta del iceberg de una violencia estructural con consecuencias profundas en todos los aspectos de la vida de las estudiantes.

Dicha posición no siempre fue popular con los demás profesores hombres, sin embargo, junto con maestras expertas en el tema, pude desescalar estereotipos y entender que significa la menstruación y que detrás de esta situación biológica, reposa una cosmovisión frente a lo sagrado que inclusive ha sido documentada por la ciencia porque contienen células madre con el potencial de contribuir al tratamiento de enfermedades crónicas.

Han pasado varios años de aquella experiencia y aunque la formación a maestros en derechos sexuales y reproductivos ha mejorado, desde que exista una sola niña que no asista a la escuela por temor o desconocimiento de su cuerpo, la tarea como docentes no está terminada.

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Por Juan Carlos Ramírez - jramirez@proantioquia.org. co

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