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Mi papá siempre decía: “hay que saber cuándo retirarse para que lleguen las nuevas ideas”. La semana pasada quienes tuvimos la oportunidad de ver el debate presidencial de Estados Unidos, quedamos atónitos y preocupados, por el nivel de debate en general y por las lamentables condiciones mentales del presidente Biden, en particular.
Mucho se ha discutido de un tema que tiene tanto ancho como de largo, ni siquiera creo que sea un tema de edad, no se trata de discriminar a nadie por la edad, pero si es un tema de aceptar cuando es necesario un cambio, repito no en función de edad si no de la capacidades físicas y mentales como tal.
Nadie discute hoy las capacidades de Trump por su edad, las de Biden, en cambio, están cada vez más en duda. Que se quiera mantener en la carrera por la presidencia, no solo anticipa un rotundo fracaso, sino que desnuda una total irresponsabilidad del propio Biden, su familia, y del partido.
Un presidente debe ser una verdadera máquina de trabajo, con capacidades de liderazgo y gerencia extraordinarias, todo esto, con una vitalidad única. La principal potencia del planeta, que cada vez pierde más protagonismo ante China, pareciera ajena a tomar decisiones de fondo y darle un giro diferente a su Nación. Parece que el país del norte está destinado a entregar su supremacía e iniciar su declive como lo hicieron todos los grandes imperios.
En Colombia hemos visto ejemplos similares, no solo en la política, también en el sector empresarial, a tal punto que el GEA tuvo que enmarcar en sus lineamientos de gobierno corporativo edades específicas para que sus directivos se retiraran de las diferentes empresas.
Hoy día, que vemos la situación que vive el país con los reiterados escándalos del presidente Petro se escuchan comentarios de que hay que volver a reencauchar liderazgos que en su momento fueron notorios y relevantes para recobrar el rumbo en Colombia. Tal vez, ésta sea la muestra de una gran pérdida de esperanza en que puedan surgir nuevas personas, hoy con posiciones de poder a nivel nacional o que hayan ocupado cargos regionales.
Los mal llamados caciques políticos, al parecer, quisieran mantener su apego en el poder dictando quién sí y quién no puede ser el elegido, frustrando el ascenso de nuevas figuras o alimentando liderazgos de poca monta que terminan siendo ventrílocuos de estos propios caciques.
Se cumplirán dos años en la presidencia del actual mandatario, más temprano que tarde iniciarán a surgir las candidaturas, ojalá la elección no se centre en el que más controversia genere, o simplemente tenga gran popularidad sin fondo y, sea el momento para unirnos y escoger a uno de los mejores.
Vale la pena reflexionar qué líderes ayudaron a consolidar el liderazgo actual del país. Tengamos cuidado de no repetir la historia.