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En cualquier sociedad próspera es bien sabido que la forma más eficaz de disminuir altos índices de pobreza es la generación de empleo (lo cual surge como consecuencia natural de brindar garantías y escenarios tributarios atractivos al sector privado), porque se garantiza un ingreso per cápita permanente. Si suena obvio, vale la pena mencionarlo pues no parece serlo ante los ojos del presidente Gustavo Petro. Es innegable que las compañÍas mineras que operan en el Cesar y La Guajira han promovido la prosperidad compartida, pues con el solo hecho de ejercer sus labores, contribuyen a la creación de miles de puestos de trabajo bien remunerados que en su mayoría son ocupados por habitantes de estos departamentos; otra contribución son las regalías que los entes territoriales reciben por cuenta de las operaciones de estas compañías. Si Drummond y Cerrejón detuvieran sus operaciones, los municipios quedarían prácticamente desfinanciados. Nací en una zona de la Costa Norte colombiana llamada El Corredor Minero (ahora apodado por el gobierno como ‘El Corredor de la Vida’), lleva este nombre porque es en este lugar donde la multinacional Drummond Ltd extrae y transporta carbón que luego será exportado, creando miles de empleos directos. Ningún proyecto social promovido por algún gobierno territorial, nacional o por algún político ha impactado tanto en la calidad de vida de tantos jóvenes cesarenses. Encuentro lamentable que sea precisamente un político -Gustavo Petro- quien de manera encarnizada se dedique a truncar la productividad de este sector. Es cómico ver que aunque estos municipios están a miles kilómetros de la guerra en Gaza, no puedan impedir verse en la incertidumbre pues son gobernados desde el centralismo, unos días por el ‘Justiciero del Clima’ y otros por el ‘Libertador de Gaza’.