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El próximo 20 de julio se instalará una nueva legislatura en el Congreso de la República y la primera decisión que habremos de tomar será la elección de las mesas directivas de Senado y Cámara de Representantes.
Es una decisión de trascendencia, toda vez que los presidentes de ambas corporaciones son los encargados de definir la agenda legislativa, moderar el debate y ser las caras visibles del Congreso. Si bien en el Senado todo parece estar claro para la elección del conservador Efraín Cepeda, en la Cámara de Representantes la situación es incierta y actualmente escenario de disputa entre dos fuerzas: las afines al gobierno, por un lado, ante las independientes y de oposición.
Al día de hoy la situación de la Cámara ante la opinión pública es delicada: en la legislatura que termina los proyectos de reformas del gobierno coparon la agenda y dejaron poco espacio para las iniciativas de los representantes; además, en álgidas discusiones se presentaron numerosos irrespetos a los congresistas por parte del presidente y sus ministros, incapaces de recibir las críticas formuladas o, por lo menos, de tener en cuenta las proposiciones presentadas para mejorar los proyectos de reformas.
Más grave aún, todo esto sucedió ante la parsimonia de un presidente de la Cámara que no tuvo autoridad para moderar adecuadamente los debates, no supo defender a sus colegas de los ataques, privilegió la agenda del gobierno, demostró falta de independencia y terminó salpicado en denuncias de corrupción que aún están por aclarar.
Según los acuerdos realizados al principio del cuatrienio, la presidencia de la Cámara en este tercer año le corresponde al Partido Verde; el problema radica en que dicho partido se encuentra fragmentado entre un ala afín a Petro y un ala independiente ubicada en el centro político. Evidentemente no será fácil que lleguen a un acuerdo.
La presidencia del Verde este año fue posible gracias a la coalición conformada entre dicho partido y otros minoritarios e independientes (Dignidad y Compromiso, Nuevo Liberalismo y Verde Oxígeno); por lo tanto, es apenas lógico que ahora la decisión sea tomada por los miembros de esta coalición y no simplemente por las directivas y congresistas del Partido Verde.
Esto fue ratificado en reunión sostenida con los dirigentes del partido y esperamos que se cumpla lo pactado.Es de gran importancia elegir en la mesa directiva a una persona que tenga carácter para conducir el debate, que sepa dar garantías, hacer respetar la corporación y que tenga clara la separación de poderes.
En mi opinión, esa persona debe ser Katherine Miranda, una mujer con experiencia, de ética intachable, carácter y capacidad de interlocución con todos los partidos; una congresista que ha demostrado independencia del gobierno sin que se la pueda calificar de opositora, que tiene además el honor y la legitimidad de haber obtenido la mayor votación entre casi doscientos representantes a la Cámara.
Se dice que el tercer año es el año del Congreso, por eso es urgente que tengamos a una presidenta que le dé a la Cámara el papel que merece y que no sea una aliada incondicional del presidente.