![RAIMUNDO MORENO BLANCO](https://cdn.statically.io/img/0.academia-photos.com/53023244/19572905/19468244/s200_raimundo.moreno_blanco.jpg)
RAIMUNDO MORENO BLANCO
Born in 1978 in Ávila, Spain. I reached my degree in History of Art in 2001, and my PhD in 2008. My preferent research interests are the History of Medieval and Modern Architecture.
Phone: 920 35 36 00 - ext. 3868
Address: Facultad de Educación y Turismo
Campus de Ávila - Universidad de Salamanca
C/ Madrigal de las Altas Torres, 3
05003 - Ávila
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Raimundo Moreno Blanco
Eduardo Azofra Agustín
Universidad de Salamanca
Raimundo Moreno Blanco
Eduardo Azofra Agustín
Universidad de Salamanca
Tras una primera etapa en un asentamiento precario cercano al convento de Santo Tomás, la comunidad fundada por Mencía López se trasladó a terrenos más próximos al centro de la ciudad. En concreto, a un espacio extramuros al sur de la muralla y bajo el desaparecido alcázar, caracterizado por presentar un fuerte desnivel que condicionó en gran medida la arquitectura del conjunto. Allí se fueron comprando paulatinamente casas y solares, y se cedió a las agustinas por parte del cabildo catedralicio la ermita de los santos Justo y Pastor en 1510 para su uso. En la actualidad poco se sabe de aquella ermita hoy desaparecida, si bien se han podido localizar en el patio diferentes elementos tardogóticos reaprovechados como basas, columnas y capiteles, que pudieron pertenecer ella.
A partir de 1531 el convento contó con el patronazgo de Pedro Dávila -Contador de Carlos V y Regidor de la ciudad-, quien sufragó una nueva iglesia para el cenobio, además de diferentes piezas como el retablo mayor, rejas o una sillería para el coro. Buena parte de estos elementos se vieron afectados por un importante incendio acaecido en noviembre de 1622, lo que motivó la sustitución o transformación de muchos de ellos. De hecho, el aspecto actual del templo es el de una iglesia barroca en que se sustituyeron las originales bóvedas pétreas de la cabecera y la armadura de la nave por bóvedas tabicadas cuyas molduras parecen situarse en el segundo tercio del siglo XVIII y que, quizá, estén relacionadas con Manuel de Larra Churriguera. Asimismo, salvo el retablo mayor, todos los demás del templo también se sustituyeron en los siglos del Barroco.
Otro tanto ocurrió con las dependencias conventuales. Se construyó al sur de la iglesia, paralelo, un magnífico edificio de celdas cuya fachada principal, orientada al sur, está construida con sillería y decorada en tres de sus ángulos con torreones circulares de raigambre militar. Al norte, en la fachada que mira al patio principal del convento, se ha podido registrar la construcción en base a un material más pobre, lo que, sumado a evidentes rozas y a un buen número de columnas diseminadas por diferentes lugares de la clausura, han permitido localizar sendas galerías de dos alturas que hacían la función de un disminuido claustro que hoy se ha perdido. Del interior de este edificio se dan a conocer las bóvedas de medio cañón que recorren dos de sus tres alturas, así como espacios importantes para la vida conventual como la sala capitular y otras.
El emplazamiento de Piedrahíta es típicamente medieval: cercano a un río y próximo a los cruces de caminos que llegan a él. Probablemente fuera esta la razón que más pesara a la hora de elegirse el asentamiento, puesto que eran frecuentes los caseríos en las cercanías de los puntos de vadeo de cursos fluviales. En este caso, la cañada que unía Soria con Plasencia y el ramal que desde esta partiría a Salamanca vendrían a estar probablemente en el origen de la población, determinando la ubicación de las puertas de la muralla y la distribución del caserío en torno a ellas.
Son muchas las intervenciones menores que se han podido conocer, entre las que cabe mencionar desde el primer tercio del siglo XV las encaminadas a adecuar la red viaria mediante el empedrado de algunas calles, al tiempo que se mejoraban calzadas extramuros o puentes. Según se ha podido constatar, en las primeras décadas del siglo XVI se continuó con medidas encaminadas a mejorar la sanidad urbana, prohibiéndose introducir suciedad en los pilones o echarla en calles o plazas. Junto a ello se produjo durante el tercer cuarto de ese siglo un auge en la renovación de casas entre los vecinos de mayor nivel económico, de lo que se han podido dar a conocer diferentes ejemplos.
Asimismo, sucede con otros elementos hoy desaparecidos, cual es el caso de un humilladero emplazado junto a la puerta de la muralla denominada de El Mirón, cuya construcción tuvo lugar a finales del siglo XVI o comienzos del XVII, que se ha podido conocer gracias a la documentación. A lo largo del siglo XVIII la información es cada vez más detallada, partiendo del repartimiento de las alcabalas de los paños, vara y cuatropea correspondiente al duque de Alba en 1700, en el que se hace un listado organizado de los vecinos por lugares de residencia, y continuando por la información que ofrece el Catastro de Ensenada a mediados de la centuria.
Centrados en el granito proveniente de las canteras que se extienden hacia la cercana población de Cardeñosa, se revisa a través de las fuentes documentales y del estudio de visu las construcciones vinculadas a maestros medievales como Martín Ruiz de Solórzano y Juan Guas, claros exponentes de la selección de material en obras como el convento dominico de Santo Tomás, la capilla de San Antonio en el convento de San Francisco o la antigua librería catedralicia. A ellos siguieron, ya en el XVI, maestros como Vasco de la Zarza, con quien se ha relacionado la portada del palacio de Polentinos y una portada civil en Madrigal de las Altas Torres; Juan Campero, Juan Gil y los canteros trasmeranos y vizcaínos activos en la ciudad y su provincia durante el segundo tercio de la centuria, y que se cerraría con las intervenciones de Pedro de Tolosa en el palacio de Navamorcuende, Mosén Rubí -junto a Rodrigo Gil de Hontañón- o San Antonio. Durante la última década del siglo y los primeros años del posterior fue el arquitecto real Francisco de Mora quien encabezó la nómina de arquitectos con sus selecciones de granito para la capilla de San Segundo en la catedral o el convento de San José, y a la zaga le siguieron maestros locales como Francisco Martín o Cristóbal Jiménez.
En suma, un conjunto rico de edificios en cuanto plantas, alzados, proporciones, estructuras y decoración que, más allá de estilos o escuelas, estuvo caracterizado por un sabio manejo y selección de las variedades de granito como elemento vertebrador.