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COLUMNA
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‘Such Brave Girls’: humor brutal para espectadores inteligentes

La miniserie británica habla de la depresión y del narcisismo, del sexo consentido pero no deseado y de la precariedad. Y arranca carcajadas, desde la amargura, entre un público al que se trata como adulto

Kat Sadler, creadora y protagonista de 'Such Brave Girls', en una escena de la serie.Vídeo: FILMIN
Ricardo de Querol

Los británicos tienen fama de tímidos, pero practican un humor inteligente y, a menudo, muy bestia. A sus cómicos les agrada acercarse al precipicio. Ricky Gervais, uno de los más arriesgados, lo explica así: “Qué arrogante eres si piensas que mereces ir por la vida sin que nadie diga nada con lo que no estés de acuerdo o que no te guste”. Phoebe Waller-Bridge, la creadora de Fleabag, confiesa que suele escribir sobre sus peores pesadillas, y que asume que su público es más inteligente que ella y sabrá entenderlas.

Si eres de los que se ofenden fácilmente, esta serie no es para ti. Such Brave Girls, en Filmin, es una comedia de situación de seis capítulos que embiste contra nuestros tabúes. Es el retrato, corrosivo y capaz de arrancar muchas carcajadas, de una familia muy disfuncional: dos hermanas y su madre que viven al borde de la ruina, con problemas de salud mental y dificultades para formar pareja, y que arrastran el trauma del abandono, diez años antes, por el padre. La serie habla con franqueza y desde una mirada femenina de la depresión y del narcisismo, del aborto y de las drogas, del sexo consentido pero indeseado, de la precariedad y de la desesperanza.

Y lo sorprendente es que este brillante guion tiene una raíz autobiográfica. Las dos hermanas de la serie lo son en la realidad: Kat Sadler, quien creó y dirigió la miniserie antes de cumplir los 30, y Lizzie Davidson, debutante ante la cámara (nadie lo diría). Confinadas durante la pandemia, ambas se confesaron sus secretos: una había intentado suicidarse dos veces, la otra se había endeudado en secreto hasta las cejas. Y se echaron a reír, como en la ficción logran que haga el espectador. Completa el elenco una madre nada ejemplar, interpretada por Louise Brealey, que se distingue por minar la autoestima de sus hijas. Quizá una de las peores madres de la televisión, cínica y descreída, capaz de decirles a sus hijas que su peor error en la vida fue quedarse embarazada; de explicarles que el amor debe ocupar cada vez menos espacio en su corazón hasta que no ocupe casi nada; de defender que la terapia es una pérdida de tiempo y dinero cuando salta a la vista su necesidad.

La trama consigue que empatices con ellas con todos sus defectos. Que aprendas a apreciarlas como son, y no como deberían ser. En esta comedia tan amarga y tan honesta, los personajes masculinos resultan igual de miserables, si acaso más patéticos. Ellos son las inestables parejas de las tres protagonistas, pero no hay amor aquí, solo el afán de salir de los apuros, de aparentar lo que no son, de ganar la aprobación de los demás o de llenar el vacío.

Such Brave Girls es una producción para la BBC. La televisión pública por excelencia se atreve allí a apostar por lo transgresor, por lo incómodo, incluso por lo brutal. Porque trata a su audiencia como a adultos inteligentes. ¿Acaso no merece ser tratado igual el público español, sin tanto miedo al qué dirán en las redes?

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).
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