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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una elección arriesgada

El PSN ha cumplido su compromiso electoral de no negociar ni pactar con Bildu ni con Navarra Suma

Luis R. Aizpeolea
María Chivite, candidata a la presidencia del Gobierno de Navarra, felicita a Unai Hualde.
María Chivite, candidata a la presidencia del Gobierno de Navarra, felicita a Unai Hualde.PABLO LASAOSA

El acuerdo alcanzado este miércoles in extremis entre el PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra para constituir la Mesa del Parlamento navarro prefigura un próximo Gobierno cuatripartito de fuerzas de izquierda y nacionalistas moderados en la comunidad foral, presidido por la socialista María Chivite. Esta primera decisión del cuatripartito por común acuerdo ha implicado que Geroa Bai presida el Parlamento navarro y que Bildu —con la oposición del PSN— ocupe una secretaría de la Mesa.

El PSN ha cumplido su compromiso electoral de no negociar ni pactar con Bildu ni con Navarra Suma, la coalición derechista integrada por UPN, PP y Ciudadanos, como acordó con su dirección federal. Como consecuencia, Navarra Suma, como fuerza más votada, recuperó el sábado Pamplona y otros municipios navarros importantes, con la irritación de Bildu. Sin embargo, este miércoles Navarra Suma no recuperó la presidencia del Parlamento navarro porque el cuatripartito suma, sin necesidad de Bildu, 23 votos frente a 20. Y todo apunta a que el próximo Gobierno navarro será presidido por el PSN con apoyo del cuatripartito y sin Bildu.

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Esta decisión tiene implicaciones a nivel nacional porque el presidente Pedro Sánchez no dispondrá de los dos votos que le ofrecía Navarra Suma para asegurar su investidura. Sánchez sabía que ese apoyo, con PP y Ciudadanos dentro, era muy precario porque no le garantizaba la estabilidad de la legislatura. Y la contrapartida era carísima: el sacrificio del PSN para asegurar el Gobierno de la derecha navarrista, cuyo talante quedó retratado este miércoles al declarar su líder, Javier Esparza, tras perder la mayoría en la Mesa del parlamento: “Es inmoral que el PSN quiera gobernar con los amigos de Josu Ternera”.

El dislate de Esparza es antológico si se tiene en cuenta que Navarra Suma ha recuperado Ayuntamientos importantes como Pamplona porque el PSN no pactó con Bildu, que los socialistas tampoco lo han hecho para constituir la Mesa del Parlamento navarro y que, de hecho, no necesitan a Bildu para formar Gobierno porque el cuatripartito tiene mayoría: 23 diputados frente a 20 de Navarra Suma y siete de Bildu. Paradójicamente, quien podría bloquear ese virtual Gobierno es un acuerdo entre Navarra Suma y Bildu.

El PSN ha optado por una arriesgada apuesta porque va a estar sometido a un fuego cruzado entre Bildu y una derecha farisaica que pacta sin complejos con la ultraderecha y le acusa de complicidades inexistentes, precisamente con Bildu. El del PSN es un intento loable de apostar a largo plazo por un Gobierno plural, de convivencia entre distintas sensibilidades, que evite el choque entre bloques, el navarrismo y el nacionalismo vasco. Es la antítesis del modelo catalán y se parece bastante al vasco, que funciona bien.

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