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Red de redes
Columna
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Para viajar en X, ¿tren o avión?

Tener reflejos y tirar de la media sonrisa es el mejor antídoto para una red cargada de veneno, como demuestra el episodio de los Renfecitos

Un tren de Renfe en la estación de Puerta de Atocha-Almudena Grandes, el 9 de febrero de 2024, en Madrid (España).
Un tren de Renfe en la estación de Puerta de Atocha-Almudena Grandes, el 9 de febrero de 2024, en Madrid (España).Eduardo Parra (Europa Press)
María Porcel

Año y medio después, todavía somos unos cuantos los que seguimos tecleando la palabra Twitter en el navegador y buscamos al pajarito en el móvil cuando abrimos X. Esos viejos zorros que echamos de menos las columnitas donde caían tuits en Tweetdeck —sin tener que dejarnos los cuartos por ello— sabemos cómo ha cambiado el hoy patio de recreo de Elon Musk, que no es menos de lo que ha cambiado internet en general y nosotros mismos en particular. “Estercolero” es una de las palabras más repetidas para definir ese lugar en el que tantos acabamos por gusto, por ansia informativa o cotilla o, simplemente, por costumbre o aburrimiento. Pero quedan destellos de brillo y diversión entre tanta pelea en esa charca que suele estar más estancada que llena de lustrosos patos. Pero estas semanas, contra absolutamente todo pronóstico, los trenes han ganado la carrera.

No es fácil ser una empresa en las redes, y menos en X. Pero si alguien es vapuleado en esa plataforma donde todos tienen voz y ansias de ser el que se queja más fuerte es Renfe. Con permiso del top one de dramas y tragedias, la aerolínea Ryanair, lo de Renfe está para hacérselo mirar. Su web, aunque mejorada en pandemia, es caótica, complicada y francamente incómoda, pero estos días han dado el triple salto mortal. Hace unas semanas anunciaban que su programa de fidelidad pasaba a denominar a los puntos acumulados por los viajeros bajo el nombre de Renfecitos. Y ahí llegó el becario (becarios somos todos) y la lio. Alguien hizo un Control+C y Control+V automático y, de repente, cada palabra “punto” pasó a ser Renfecito. Renfecito de venta, Renfecito de encuentro, Renfecito y final. Era la guinda del pastel para los usuarios de X, un vendaval de risas.

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Durante días la compañía de transportes vivió una buena turra en la red, aunque aliñada con humor. Pero como buena acostumbrada al bullying, respondió dándole la vuelta con esa misma medicina: más cachondeo. La empresa lanzó un vídeo y se sumó a la corriente hablando de preparar la carne al Renfencito, o de viajar por los cuatro Renfecitos cardinales. Como bien señalaba el siempre afilado tuitero Fernando de Córdoba, @gamusino, asumir esos errores, que son humanos, solo demuestran que la empresa también lo es.

Tener reflejos y tirar de la media sonrisa es el mejor antídoto para una red cargada de veneno. Conecta y humaniza, pero claro, sin pasarse de frenada. Y eso es lo que ha hecho Renfe, un humor blanco y sencillo en la misma línea de quienes le hacían todos esos bienhumorados reproches. Muy distinto al de su competidora en el podio de los criticados, Ryanair, que tiende más bien a seguir una línea, también muy propia de X, más ácida (“Voy a cumplir mi sueño de viajar en Ryanair”, bromea una usuaria; “Dijo nadie nunca”, retuitean ellos), pero en ocasiones más faltona y hasta desagradable. Cuando sus usuarios se lamentan de no caber en los asientos y ellos responden, entre majete y cortante: “No eres tan alto, no te quejes”.

Viajar viajamos todos, y perder aviones y vuelos, o vivir las complicaciones derivadas de ello, es una batalla habitual en la vida real. Pero el hecho de que el viaje se haya convertido en una experiencia cada vez más constante y, con ello, más comunes los problemas que a menudo acarrea, genera tal cantidad de frustración que no sabemos cómo gestionarla y la canalizamos en la vida virtual. Pierdes una maleta, llamas, escribes, no hay respuesta. Y ya hay un amigo tuitero que siempre dice: “Ponlo en redes, que así te hacen caso”. El enfado nos hace vomitarlo todo y los receptores de nuestro cabreo no siempre saben como actuar en ese escenario: de la pasividad a la ayuda y a menudo al casi siempre poco fructífero “escríbenos por privado”. La imagen previa que hayan ido alimentando con sus posts y sus respuestas en asuntos más mundanos hará que el cabreo sea gestionado de un modo u otro y que esperemos (o roguemos) más o menor ayuda o, por lo menos, algo de comprensión. No, ser una empresa, y más de viajes, no es asunto sencillo en estos tiempos tuiteros. Pero estos días, sin duda, Renfecito para Renfe.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.
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