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Michael Fassbender, en 'El asesino'.
Columna

El sicariato

El audiovisual lleva más de un siglo tratando de glamourizar el asesinato y ha logrado dotar a las armas de un valor casi erótico, convertidas en un objeto de caricias que delatan la envidia de pene y al día de hoy ya son, directamente, una muestra de la envidia de cerebro

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