Los premios Ariel consagran a ‘El norte sobre el vacío’ y enaltecen el gran momento de las mujeres en el cine mexicano

Había mucho en juego para la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Una nueva sede y un nuevo rumbo fijado para los premios Ariel, que encontró en Guadalajara para esta nueva versión una posibilidad de reinventarse. Siguiendo la estela de inclusión y paridad para las mujeres cineastas que la Academia ha decidido perseguir desde hace un par de versiones, El norte sobre el vacío, sobre la masculinidad amenazada de un viejo cazador en el norte de México, ha sido la vencedora de la noche al obtener el galardón más importante.

El norte sobre el vacío toma como inspiración el caso real de Alejo Garza Tamez, un empresario y cazador que fue asesinado al tratar de proteger sus tierras de una organización criminal. Más allá de narrar este evento, la directora aprovecha para hacer una reflexión sobre la masculinidad y la forma en la que el patriarcado ha permeado en la construcción de las familias mexicanas. “Siento que siempre hay que encontrar nuevas formas de contar lo que nos importa y hablar sobre las cosas que nos mueven. En este caso para mí el feminismo y acabar con los sistemas opresores. Siento que si repetimos el mismo enunciado una y otra vez, es difícil que estas cosas permeen y que generen pensamiento en el espectador”, dijo Márquez Abello sobre la temática que aborda en su película durante la alfombra roja.

El otro gran ganador de la noche y quien dio la sorpresa fue Alejandro González Iñárritu quien, a 20 años del estreno de Amores Perros —su ópera prima—, retornaba al escenario del Ariel para llevarse siete premios por Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, entre los que destacan el de Mejor director, Mejor fotografía y Mejor actuación para el actor Daniel Giménez Cacho. La más reciente película del director ganador del Oscar cuenta la historia de un reputado periodista y documentalista mexicano que regresa a su país, donde atraviesa una crisis existencial mientras se enfrenta a su identidad, a sus relaciones familiares y a la locura de sus recuerdos.

Tras más de 60 años de realizarse en Ciudad de México, la fiesta del cine nacional, que reconoce a las mejores producciones del pasado año, encumbró en el Teatro Degollado de la capital jaliciense al gran momento de las mujeres en el cine mexicano, en el que películas como La civil o El norte sobre el vacío se presentan como una radiografía de situaciones de la violencia descarnada del día a día, que resultan en hechos como la vorágine de inseguridad en el este de Jalisco relacionada con el narco o el drama de las madres buscadoras.

El otro premio para la película de Márquez fue el que recibió Raúl Briones a Mejor coactuación masculina, el tercer Ariel de su carrera. Aunque con un discurso corto, pero punzante, puso sobre la mesa el problema de la ola de violencia en Jalisco que ha hecho voltear la atención de todo el país en los últimos meses. “Estoy siendo reconocido por interpretar a un narco, que es asesinado intentando extorsionar a una familia, y queda tirado por ahí y lo estoy recibiendo en Jalisco, eso está fuerte“, dijo en su alocución al recibir su galardón.

Otra que no pudo hacer referencia a la coyuntura violenta del país debido al papel que interpreta en La civil, fue la actriz Arcenia Ramírez. Claramente emocionada por haber salido victoriosa de una terna donde Karla Souza o Natalia Solián eran las favoritas en las quinielas por sus papeles en La caída y Huesera, respectivamente, agradeció por haberse encontrado con un personaje increíble como Cielo. “Este premio es para las mujeres que, por desgracias, están buscando a sus hijos desaparecidos. Ojalá México pueda caminar hacia un sistema de justicia que no permita a ni una Cielo más en su historia”, afirmó la intérprete.

Huesera —una estremecedora fábula de terror que cuestiona los tabúes de la maternidad—, que partió en la contienda como favorita con 17 nominaciones, finalmente se hizo con cuatro premios, entre los que destacan dos categorías importantes como Mejor guion y Mejor ópera prima. Michelle Garza Cervera, directora y coguionista del filme, hizo hincapié en el proceso creativo, que se remonta al año 2017, con 13 reescrituras de guion y muchos laboratorios de por medio. “Agradecemos a la Academia por darle este reconocimiento a una película de horror, que para nosotras ha sido un género que nos ha abrazado para darle sentido a este mundo que en muchas ocasiones es incomprensible”, dijo Garza.

Uno de los principales atractivos de esta 65 edición de los Ariel, fue el hecho de que en las categorías más importantes, como las de Mejor película, dirección y guion, estas estaban copadas por cineastas mujeres. “El año de las mujeres”. Todo el ambiente, comentarios y preguntas de los medios a los invitados durante la previa a la gala tuvieron como eje central esta idea. Incluso Iñárritu durante su paso por la alfombra roja, donde fue uno de los más ovacionados —junto al actor Alfonso Herrera y el elenco de Huesera— por los cientos de personas que se dieron cita en las afueras del Teatro Degollado dijo que “la buena noticia es que el 80% hoy de las nominaciones son de las mujeres y eso es lo más importante. Para mí hoy las mujeres deben ganar”. Sin duda es un camino que a la Academia todavía le queda por recorrer.

Los premios reconocieron este año la trayectoria del realizador Juan Mora Catlett y de la directora Marcela Fernández Violante, conocida como La rebelde del cine mexicano. El reconocimiento para Fernández fue entregado por la cineasta Kenia Márquez a Ernesto Sánchez Fernández, hijo de la homenajeada. “Fue una fuerza impulsora para las mujeres mexicanas y que éstas se inserten en la industria nacional. Sin Marcela no sería posible el importante momento actual de nuestras mujeres cineastas”, afirmó Márquez.

También la gala dedicó un momento musical para rendir un sentido homenaje para Carmen Sevilla, Irma Serrano La Tigresa, David Ostrosky, o el eterno Xavier López Chabelo, quienes fallecieron este año, con una mención especial para Ignacio López Tarso, el Macario inmortal del cine de oro mexicano.

Los premios y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) no podían quedar relegados de la actual coyuntura política del país. Durante su discurso, Leticia Huijara, presidenta de la Academia, instó a las candidatas a la presidencia Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez que “es impensable una agenda electoral y de gobierno que no contemple a la educación, el arte, y la cultura como prioridad en sus agendas, como ejes rectores de políticas públicas que promuevan la equidad, la igualdad y los derechos fundamentales del ser humano” y destacó que “mostrar nuestra realidad en el cine es una conquista que hay que defender a pesar de que muchas de nuestras creaciones reflejen problemas lacerantes de nuestro país, tales como la violencia y la impunidad que no han dejado de crecer en los últimos años”.

El ambiente festivo de la ceremonia también repercutió sobre la noticia que la Suprema Corte de Justicia determinó restituir los artículos de ley que obligan a garantizar el fomento y promoción permanente de la industria cinematográfica mexicana, fideicomisos que se vieron afectados hace dos años por la apuesta de austeridad del presidente Andrés Manuel López Obrador para buscar fondos frente a la pandemia. “Tenemos que seguir luchando para que los apoyos no sean de partido, sea algo constitucional, que pertenece a la cultura mexicana”, opinaba Iñárritu sobre el tema previo a la gala.

Con incertidumbre y contra todo pronóstico, el cine mexicano celebró otra edición de la ceremonia que premia a lo mejor de su producción. La fiesta retornará a Guadalajara, al menos de momento, un año más.

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