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La izquierda francesa busca contra reloj un primer ministro de consenso

El bloque de centroderecha tantea si suma suficientes escaños para constituir un gobierno alternativo a las fuerzas progresistas

Francois Hollande
Los nuevos diputados socialistas llegan a la Asamblea Nacional en París. Entre ellos, el expresidente François Hollande y el líder del PS, Olivier Faure, uno de los posibles candidatos a primer ministro por el Nuevo Frente Popular.Sarah Meyssonnier (REUTERS)
Silvia Ayuso

Las discusiones para acordar el nombre de un candidato a primer ministro continúan de forma acelerada en la izquierda francesa, ganadora de las elecciones legislativas del domingo, pero sin suficiente fuerza como para asegurarse sola un gobierno estable. Candidatos no faltan, pero no es una cuestión puramente nominal: la figura consensuada que surja será un indicador de la voluntad del Nuevo Frente Popular (NFP), la unión de la izquierda, de abrirse a potenciales alianzas con otras fuerzas, ya sea en un gobierno de coalición o para apoyos tácitos. Sin aliados, se arriesgará a sucumbir en la primera moción de censura, pues al NFP le falta un centenar de escaños para poder respirar —y gobernar— sin sobresaltos.

Pero hilar fino no es fácil. El bloque macronista, especialmente el ala más a la derecha, empieza a tantear por su lado si suma suficientes escaños para hacer una contrapropuesta de gobierno. Y eso a pesar de que los partidos del bloque adscrito al presidente Emmanuel Macron tienen menos diputados aún que los 182 del NFP en una Asamblea Nacional con el poder más repartido que nunca. Ninguno de los bloques se acerca a la mayoría absoluta de 289 escaños.

Mientras los líderes de la izquierda se reúnen en lugares secretos por todo París para continuar sus discusiones, en el macronismo crecen las voces que llaman abiertamente a intentar una alianza con los conservadores de Los Republicanos (LR) y el resto de la llamada “derecha diversa” (la que ha concurrido fuera de esas siglas) del arco republicano, que suman alrededor de 66 escaños. Un peso que podría equilibrar la balanza e incluso inclinarla del lado macronista, que tiene 168 diputados. Esto le evitaría a Macron una cohabitación con la izquierda que, aunque menos conflictiva que la de la extrema derecha que todos temían, también sería incómoda para el mandatario centrista.

En cualquier caso, en lo que prácticamente todo el macronismo coincide es en presionar para que cualquier gobierno surgido del NFP se haga excluyendo a su fuerza más radical, La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon.

“Estaré en la oposición a un gobierno de NFP y votaré a favor de una moción de censura contra todo gobierno que incluya a LFI”, ha advertido este martes en la Asamblea Nacional el diputado macronista Benjamin Haddad. Este diputado es uno de los que abogan por la fórmula “ni-ni”: ni LFI ni la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional. En su lugar, plantea el acercamiento a los conservadores tradicionales para explorar si suman para intentar formar gobierno. “Tendamos una mano a Los Republicanos, por el interés general del país”, ha reclamado. Apoya este planteamiento el ala más conservadora del macronismo, como los ministros de Interior, Gérald Darmanin, o Economía, Bruno Le Maire, y antiguas figuras políticas como el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin.

Los partidos de izquierdas “no pueden pretender gobernar ellos solos”, ha dicho la presidenta saliente de la Asamblea Nacional, la también macronista Yaël Braun-Pivet, una de las que abogan por una “hoja de ruta común” desde LR a la izquierda socialdemócrata. Al respecto, uno de los pesos pesados del Partido Socialista (PS), la alcaldesa de Nantes, Johanna Roland, se ha declarado abierta a una coalición con algunos “macronistas de izquierdas”. Eso sí, ha subrayado que el programa de NFP debe ser la “brújula” que guíe cualquier acuerdo para gobernar.

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La búsqueda de una mayoría alternativa entre los macronistas podría ser un aliciente para que el NFP acelere su ya de por sí precipitada búsqueda de un candidato a primer ministro, para lo que se ha dado alrededor de una semana. La cuestión es tan compleja en una alianza llena de rivalidades internas que el bloque de izquierdas la relegó para después de las elecciones. Al fin y al cabo, fuera de micrófonos, muchos de sus integrantes se declaraban convencidos de que el dilema no se plantearía, porque casi nadie contaba realmente con que acabarían siendo la fuerza con más escaños el domingo.

“Advertencia solemne a Macron”

Ante una potencial competencia a la izquierda por parte del centroderecha, y tras la decisión de Macron de mantener en sus funciones temporalmente al primer ministro Gabriel Attal, el NFP ha emitido este martes un comunicado recordando que son la principal fuerza y que, por tanto, el presidente debe invitarles los primeros, y rápido, a formar gobierno. “Advertimos solemnemente al presidente en contra de todo intento de uso indebido de las instituciones”, dice el comunicado. Si Macron “persiste en ignorar el resultado del domingo, sería una traición al espíritu de nuestra Constitución y un golpe a la democracia al que nos opondríamos con todas nuestras fuerzas”, advierten, y aseguran que están listos para gobernar “desde mañana”.

El problema es que el NFP todavía no ha propuesto a Macron ni siquiera un candidato a primer ministro. El principal pulso se libra entre LFI y el Partido Socialista que, aunque sigue teniendo algunos diputados menos que los insumisos, ha duplicado escaños y se acerca mucho a los de la izquierda radical. Junto con las otras fuerzas del NFP, ecologistas y comunistas, muchos de ellos dispuestos a abrir la alianza a diputados del centroizquierda macronista, suman en todo caso el mayor grupo en escaños. No obstante, hay quienes esperan que en el seno de LFI se produzcan deserciones, tras una campaña tensa en la que, más que nunca, se han visto disensos con la figura dominante de Mélenchon. Algo que ya ha redundado en el divorcio definitivo de antiguos aliados firmes como François Ruffin y Clémentine Autin, quienes, a pesar de haber sido repudiados por los insumisos, han logrado renovar su escaño.

Pese a todo, los insumisos insisten en que el nombre del candidato a primer ministro surja de sus filas. Y aunque se niegan a descartar del todo a Mélenchon —totalmente rechazado por las demás fuerzas—, aseguran tener suficientes aspirantes que cumplan las condiciones. Los nombres que más suenan son los del coordinador nacional de LFI, Manuel Bompard, y de Clémence Guetté, una diputada de 33 años menos conocida para el público general pero popular entre los insumisos y que es considerada menos divisiva que su jefe Mélenchon.

Otras mujeres que suenan en las quinielas son Clementine Autin y Marine Tondelier, la líder de los ecologistas que ha adquirido una fuerte popularidad a lo largo de la campaña electoral. Conocida por portar siempre una chaqueta verde, esta diputada originaria de Hénin-Beaumont, el feudo en el norte de Francia de Marine Le Pen, está siendo una de las voces más escuchadas en las negociaciones actuales para buscar un primer ministro o ministra. Ella ha dicho no buscar activamente el cargo, pero tampoco lo ha rechazado de plano. Lo que ha subrayado, y en eso cuenta con el apoyo de socialistas y comunistas, es que, sea quien sea, debe ser una figura que logre “apaciguar” al país (ergo: descartado el volcánico Mélenchon). El nombre del eurodiputado Raphaël Glucksmann, cuyo fuerte avance en las europeas impulsó la alianza de izquierdas, es otro de los barajados.

Pero es el PS el que más está presionando para nombrar al candidato. Junto al nombre del diputado y número dos del PS, Boris Vallaud, suena fuerte el del secretario general del partido, Olivier Faure, quien este mismo martes se ha declarado “dispuesto a aceptar” el cargo si así lo aceptan los demás socios. La carrera contra reloj continúa.

Manual belga de instrucciones para negociar una coalición

Una coalición de gobierno, ese gran desconocido en Francia, es un viejo instrumento esencial para la gobernabilidad en países vecinos como Alemania, Italia o hasta el gran olvidado de los franceses: Bélgica. El pequeño vecino del norte, que a un mes justo de sus propias elecciones generales sigue sin nuevo Ejecutivo tras la derrota de la alianza del liberal Alexander De Croo, tiene el récord mundial absoluto de días sin Gobierno: 541. No es extraño, por lo tanto, que el principal diario francófono del país, Le Soir, se permita con humor proponerle a Francia un “pequeño tutorial de gobiernos de coalición”. Lo principal, ironiza, es “mantenerse zen” y ser conscientes de que en todo comienzo de negociación, los “jamás” y los “nosotros o ellos”, que tanto suenan estos días en los bloques franceses, parecen irrevocables, aunque no lo son. Y como “no hay una buena coalición sin drama”, les recomienda a los políticos franceses que “aprendan a contar los días” de negociaciones. “Pueden contar hasta al menos 541, que al principio da un poco de miedo pero siempre acaba por arreglarse”, les asegura antes de desearles “mucha suerte”. La van a necesitar los vecinos.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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