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Las protestas en las universidades elevan la presión sobre Biden para lograr una tregua en Gaza

El presidente estadounidense retrocede en las encuestas mientras el estallido estudiantil propalestino cobra fuerza

Un grupo de estudiantes y manifestantes propalestinos marchan en la Universidad de Columbia en Nueva York.Foto: ROSELLE CHEN (REUTERS) | Vídeo: EPV (AP)
Macarena Vidal Liy

La Casa Blanca muestra una creciente impaciencia sobre la necesidad de alcanzar un alto el fuego en Gaza. “Simplemente, tiene que haber un acuerdo”, insistía este martes el portavoz del Consejo de Seguridad nacional de la casa Blanca, John Kirby, sobre las negociaciones en El Cairo para un pacto entre Israel y Hamás que permita una tregua en la franja de Gaza a cambio de la liberación de rehenes. “Si tenemos un alto el fuego, podemos lograr algo más duradero y quizá terminar el conflicto (en Gaza)... pero todo eso empieza con un acuerdo que devuelva a los rehenes a sus familias”, abundaba en rueda de prensa. Más allá del escenario internacional, ese mensaje tiene también una motivación de política interna. Para la Casa Blanca, en un momento en el que el presidente Joe Biden no levanta cabeza en los sondeos, llegar a un acuerdo es vital, en plena campaña electoral y mientras las protestas universitarias propalestinas, cada vez más extendidas, rugen contra el apoyo de Washington a Israel.

A la espera de que Hamás dé su respuesta a la propuesta más reciente en las negociaciones que se desarrollan desde hace meses, Estados Unidos presiona desde todos los ángulos, con Biden a la cabeza, para que la milicia radical palestina acepte un acuerdo que permita la entrega de más de 30 rehenes a cambio de la liberación de presos palestinos y una tregua en los combates.

Las conversaciones han entrado en su recta final en un momento decisivo para la Administración Biden: las protestas contra la guerra se propagan en las universidades de EE UU y el logro de un pacto puede ser la única baza para evitar que crezca el cisma con los votantes más jóvenes y del ala progresista y la gestión del conflicto continúe lastrando al presidente en las encuestas de cara a las elecciones de noviembre.

Si el secretario de Estado, Antony Blinken, desarrollaba toda una batería de reuniones en Tel Aviv con las autoridades israelíes al término de su séptima gira por Oriente Próximo desde que comenzó el conflicto, el propio Biden también se encuentra implicado en las negociaciones.

Antony Blinken saluda a familiares de rehenes este miércoles en el exterior de un hotel en Tel Aviv (Israel).
Antony Blinken saluda a familiares de rehenes este miércoles en el exterior de un hotel en Tel Aviv (Israel). Evelyn Hockstein (REUTERS)
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El lunes, el presidente conversaba con su homólogo egipcio, Abdelfatah al Sisi, y el emir de Qatar, los líderes de los dos países que, junto con Estados Unidos, median en las conversaciones. El inquilino de la Casa Blanca solicitaba a los dos líderes árabes que presionaran ante Hamás para que el grupo radical palestino acepte los términos del pacto. En un mensaje en X, la antigua Twitter, también repetía tras esas conversaciones que “Hamás es ahora el único obstáculo para un alto el fuego inmediato y alivio para los civiles en Gaza”.

El presidente estadounidense tiene prisa. La situación en Gaza, para él, es un asunto de política doméstica. Poner fin a la guerra le supondría un enorme espaldarazo de cara a las elecciones de noviembre, y sofocaría elementos de conflicto en marcha —como los ataques hutíes en Yemen contra barcos mercantes en el mar Rojo— o en camino de arder, como los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá en la frontera libanesa.

Que se alargue el conflicto, en cambio, le complica las perspectivas políticas a Biden. Algo que no puede permitirse, cuando las encuestas vuelven a apuntar retrocesos en su batalla contra el republicano Donald Trump. La media de sondeos elaborada por la página web especializada RealClearPolitics le coloca un punto y medio por debajo de su rival, y en los estados más disputados el expresidente aumenta su ventaja a 3,2 puntos.

Una consulta de Harvard Youth Poll en abril encontraba que el demócrata solo adelanta a su predecesor por ocho puntos porcentuales entre los menores de 30 años, un segmento de población tradicionalmente inclinado hacia ese partido y que el presidente necesita que le apoye con rotundidad en unos comicios que se presumen muy reñidos. En 2020, Biden logró una ventaja de 23 puntos entre el voto joven.

Preocupación entre los demócratas

En el Capitolio es palpable la preocupación entre los legisladores demócratas en torno a las protestas universitarias propalestinas —en las que ya han sido detenidos centenares de estudiantes—, y la posibilidad de que la oposición republicana las aproveche para atraerse al menos a parte de la opinión pública.

“Si se lograra algún tipo de (alto el fuego) en Gaza ahora mismo sería de mucha ayuda”, declaraba al digital Axios la diputada demócrata Jan Schakowsky, según la cual la crisis en la Franja “está pendiendo” sobre la campaña.

Entre los demócratas, se teme que, de no llegar buenas noticias desde Oriente Próximo, las protestas vayan a continuar con fuerzas renovadas una vez concluida la temporada de exámenes finales. E incluso llegar a la convención del partido en agosto en Chicago, el gran acto de su campaña política en la que Biden quedará aclamado como su candidato oficial para las presidenciales de noviembre. La perspectiva espanta a muchos, que recuerdan cómo la última convención celebrada en esa ciudad, en 1968, se desarrolló de modo desastroso en medio de fuertes protestas callejeras contra la guerra de Vietnam.

De momento, la Casa Blanca se esfuerza en dar explicaciones al ala progresista de su partido sobre lo que está haciendo y lo que trata de conseguir en Gaza. Esta semana, el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, se reunía con legisladores de ese grupo.

Jake Sullivan, en una rueda de prensa en la Casa Blanca el 24 de abril.
Jake Sullivan, en una rueda de prensa en la Casa Blanca el 24 de abril. Elizabeth Frantz (REUTERS)

Y mientras, Biden ha reducido al mínimo lo que, en tiempos normales, sería una cita tan obligada como abundante en estas fechas: su asistencia a las ceremonias de graduación universitarias.

El presidente solo tiene previstos dos de estos actos, en la academia militar de West Point y en el histórico Morehouse College, en Atlanta (Georgia), históricamente el único centro de estudios superiores para alumnos negros interesados en las artes liberales.

Biden apenas se ha pronunciado específicamente sobre las protestas, una tarea que ha delegado en sus portavoces en la Casa Blanca. La oficina presidencial ha tratado de mantener una postura neutral y, al tiempo que asegura que defiende la libertad de asamblea siempre y cuando sea pacífica, también se ha declarado opuesta a cualquier paso que pueda representar un acto de antisemitismo. Y ha condenado la toma de un edificio por parte de los alumnos en la Universidad de Columbia.

“Los estadounidenses tienen el derecho a la protesta pacífica, siempre y cuando se cumpla con la ley. Y tomar un edificio por la fuerza no es (algo) pacífico”, ha declarado este miércoles la portavoz de Biden, Karine Jean Pierre, en su rueda de prensa diaria.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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