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Georges Didi-Huberman, teórico del arte: “En Israel y Gaza tenemos a fascistas contra fascistas”

El filósofo e historiador del arte francés, ha escrito 60 ensayos. Es especialista en los usos de las imágenes en la cultura contemporánea y busca en estas la sorpresa, como los niños

Georges Didi-Huberman
El historiador de arte francés Georges Didi-Huberman posa en un hotel en Madrid el 22 de noviembre pasado.Andrea Comas
Carmen Pérez-Lanzac

Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne, 1953), filósofo e historiador del arte francés, es una eminencia en el uso y significados de las imágenes en la cultura contemporánea, en su dimensión ética, política y simbólica. Ha escrito 60 ensayos centrados en este asunto, pero sobre todo tipo de temáticas: nuestra visión de la locura —La invención de la histeria: Charcot y la iconografía fotográfica de la Salpêtrière—, el beneficio de exponer las imágenes de la cremación de judíos que logró hacer el miembro de un Sonderkommando, esos prisioneros que debían llevar hacia la solución final a sus congéneres —Imágenes pese a todo: memoria visual del Holocausto—, la importancia de nuestros gestos en las revueltas sociales (en la exposición Soulèvements, levantamientos) o incluso sobre las coreografías rupturistas del premio Nacional de Danza sevillano Israel Galván —El bailaor de soledades—. Su último libro, Imaginar. Recomenzar (Abada Editores, mayo 2023), ahonda en la antropología de la imaginación política.

El pasado día 21 protagonizó un encuentro del ciclo de Pensamiento del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque —Imágenes, formas de mirar y de pensamiento—, en el que estuvo muy cercano. Horas después, en el vestíbulo de su hotel, pide un cambio de butaca en la que va a ser retratado (demasiado pomposa) y se muestra tajante, rebosante de precisiones pero también de ideas.

PREGUNTA. Hay algo en la norma del mundo del arte que a usted no le convence. Cree que el arte debe abrirse a otros posicionamientos.

RESPUESTA. El discurso del arte tiene una historia larga, es tradición. Mi propósito no es de­sem­barazarme de la tradición. Para mí la clave es superar el conformismo. Cuestionar algo no significa considerar todo lo anterior obsoleto. Nada es obsoleto. Pero cuando una tradición se fosiliza y se vuelve conformista, se problematiza. Me interesa releer temas diversos, hacerlo como un niño, desprendiéndolos de conformismo.

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P. Usted dice que “releer es un acto político”.

R. ¿Qué dijo Lacan? Releo a Freud. ¿Deleuze? Releo a Spinoza y a Nietzsche. Releo a la búsqueda de lo novedoso. Recomiendo a Miguel Abensour, que permite redescubrir a Marx. ¡Todavía no hemos agotado a Platón!

“Hay que defender la utopía. Nunca se cumple, pero nos pone en el camino”

P. ¿Qué es para usted una imagen?

R. Una imagen nunca es única, su pregunta está mal planteada. Siempre es una entre tantas. Lo que cuenta es su lugar en la serie. No existe una ontología de la imagen. Mi posición es muy modesta, miro dos o tres fotografías e intento deducir algo concreto. Me niego a responder a su pregunta.

P. Reformulo: ¿en qué se fija al mirar una serie de imágenes?

R. Es como si le preguntara qué espera de alguien. Si buscara algo concreto, iría a una aplicación de citas para saber si le gusta correr, la equitación… No, lo que esperas de alguien es una sorpresa. Vivimos en un exceso de imágenes pero, cuando te encuentras con una pasa lo mismo que con las personas, buscamos lo inesperado. Eso es lo que yo busco. Sentimiento, escapar del conformismo.

P. En Condeduque afirmó que los seres humanos a menudo nos dirigimos hacia la belleza porque tenemos miedo, por nuestro rechazo al horror del mundo.

R. Si visitas el Prado para admirar a Botticelli, te encontrarás a un hombre detrás de una mujer a la que le abre la piel con un cuchillo, le arranca el corazón y se lo da de comer a un perro. Cuando observamos imágenes nos damos cuenta de que su belleza está hecha del horror del mundo, lo que nos atrae y lo que nos repele se entremezclan siempre en el arte. Otro ejemplo es Goya. Goya, ¿es bonito o no lo es?

P. Decía también que con Goya nació la imaginación política.

R. Nunca hay que decir que algo nace en un momento concreto… Pero si comparas Los desastres de la guerra, de Goya, con Las grandes miserias de la guerra, de Jacques Callot, nos encontramos con que Callot representaba el horror desde lejos. Goya se acerca al máximo, como Capa, introduce una nueva forma esencial de relacionarse con la violencia, de representarla. Al tiempo que Kant, Goya hace su crítica a través de la imagen. Lo que necesitamos es lograr criticar. No hay que ser conformista ni tampoco rechazar. Criticar es muy difícil. Un filósofo siempre intenta criticar con justicia.

P. Usted defendió en un ensayo que se expusieran las terribles imágenes de la cremación de inocentes tomadas por el miembro de un Sonderkommando, los prisioneros que se encargaban de aplicar la solución final a otros judíos. Con la invasión de Israel en Gaza, este es un debate al que se enfrentan los medios de comunicación. ¿Se debe mostrar la realidad en su crudeza?

R. Cuando mostramos algo, nunca debemos hacerlo sin un contexto. Hay que intentar explicar o sensibilizar hacia la mirada de quien ha realizado esa fotografía. Hay miradas de cabrón, miradas tiernas… Pero no conozco las fotografías de las que habla. No he visto las imágenes del ataque de Hamás.

P. Pero quizá sí la de los ataques de Israel en Gaza.

R. A priori nunca estoy a favor de la censura. Pero un error habitual es no tener en cuenta las circunstancias que han llevado hasta esa imagen.

P. Usted es de origen judío. ¿Qué opina de la actuación de Israel en Gaza?

R. El Gobierno israelí es un Gobierno de locos fascistas. El fascismo ha invertido al Gobierno israelí. Cuidado que no digo a los israelíes. El Estado de Israel está en peligro, es cierto. Hamás es una milicia fascista, así que en esencia lo que tenemos es a fascistas contra fascistas y, en medio, al pueblo. Se trata de un encadenamiento fatal y temo tanto por unos como por los otros. No me animo a firmar tribunas… Pero permítame señalar que esto filosóficamente es cero interesante. Hoy es habitual que a los intelectuales se les pida que opinen sobre todo, se les otorga un poder enorme, demasiado grande. ¿No le resulta extraño pedirle a un historiador del arte su opinión sobre la guerra entre Gaza e Israel?

P. Mencionaba la emoción fascista. ¿En qué consiste?

R. Le doy un ejemplo real: un alemán escucha a Hitler y se emociona, su emoción es política. Un año después, mata a bebés desprovisto de sentimiento. ¿Qué ha pasado? La emoción de ese joven nazi se ha disociado de la de los demás. Solo le importa la propia. Ha perdido el sentido de la ética. Ahí es donde el fascismo se construye. Trump es emotivo, Milei, Le Pen… Emociones, pero disociadas del resto.

P. Dice: “La ternura abre puertas”.

R. Ternura es estrecharle la mano a alguien. Un hombre político dirá que lo que digo es completamente utópico. Pero la utopía tiene un papel político necesario. Hay que defenderla. Nunca se cumple, pero nos pone en el camino.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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