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Milei: el león se hizo vegetariano

El presidente electo ya ha aparcado su idea de dolarizar la economía. Aprendió en menos de una semana que una cosa es hacer campaña a gritos y otra armar un Gobierno

Federico Rivas Molina
Javier Milei
Javier Milei, presidente de Argentina, con una motosierra el pasado 25 de septiembre en Buenos Aires.Tomas Cuesta (GETTY IMAGES )

A Javier Milei le gusta que lo llamen “el león”. Lleva una tupida melena negra sin peinar y aún conserva la voz ronca de sus tiempos de cantante de rock. Sus seguidores extienden las manos hacia el todoterreno que avanza a paso de hombre entre la multitud. El nuevo mesías de la política toma entonces una motosierra y la acelera a fondo. El ruido hace zumbar los oídos y la gente entra en éxtasis. Milei agita el aparato sobre su cabeza. Así, grita, aniquilará todo lo conocido. La multitud corea el grito de guerra: “La casta tiene miedo, la casta tiene miedo”.

El hombre espectáculo repetirá la rutina en cada recorrido de campaña. Cuando el mitin es bajo techo, cambia la motosierra por vídeos de explosiones nucleares y edificios que se derrumban. Milei camina entre el público, llega hasta el escenario y ruge: “Yo soy el león, llegó la bestia en medio de la avenida, todos corrieron sin entender…”. Viste de cuero, agita los brazos, salta sin guitarra. El 10 de diciembre próximo, asumirá como nuevo presidente de Argentina. Ha logrado convencer a 14,5 millones de argentinos de que la crisis perpetua argentina es culpa de una casta formada por políticos, empresarios y sindicalistas. Y que solo él los exterminará con una motosierra.

Sus ideas son extremas: Estado mínimo, dolarización para terminar con la inflación, el fin de la salud y la educación públicas y la anulación de leyes como las del aborto y el matrimonio igualitario. Niega el terrorismo de Estado de la última dictadura y también el cambio climático, “un invento de los socialistas para seguir robando”. Su agenda no espantó a un electorado harto de la crisis económica y también del peronismo. En menos de dos años, el votante cayó encandilado por este hombre que nació a la política desde un estudio de televisión. Sus gritos e insultos hacían subir las audiencias como la espuma, y pronto el periodismo se rindió ante la eficacia del espectáculo. Pero ahora, Milei es cosa seria.

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Milei aprendió en menos de una semana que una cosa es hacer campaña a los gritos y otra armar un Gobierno. Al día siguiente de su triunfo, el león se hizo vegetariano. Apagó la motosierra, bajó la voz y dejó a un lado algunas de sus propuestas más polémicas, como la dolarización. Los integrantes de su círculo íntimo vieron uno a uno cómo los cargos que añoraban para sí iban a parar a miembros de la casta que había prometido eliminar. Con el correr de los días, la lista del futuro Gabinete sumó nombres vinculados al expresidente Mauricio Macri, muchos de ellos en los mismos cargos en los que fracasaron hace poco más de cuatro años.

Cómo reaccionará la masa embravecida a la voltereta de Milei está por verse. El presidente electo prometió que, en cualquier caso, habrá mano dura en las calles contra los díscolos. Milei se convirtió rápidamente en un político sin motosierra.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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