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Vestirse como un himalayista para comprar el pan: por qué la ropa técnica ha colonizado nuestros armarios

Hay quien les llama “montañeros de palo”. Puede ser Rihanna con botas Salomon; Bella Hadid con forro polar; un ‘‘tecno bro’ de Silicon Valley con una chupa de The North Face o el vecino del segundo A con su Patagonia. Están por todas partes

La Riri con las Salomon colaboración con MM6 Maison Margiela actuando en la Superbowl 2023. Supera eso, Rudolf Messner.
La Riri con las Salomon colaboración con MM6 Maison Margiela actuando en la Superbowl 2023. Supera eso, Rudolf Messner.Alamy Stock Photo

En febrero, Rihanna fue la estrella de la actuación de la Super bowl, ese acontecimiento global que es al mismo tiempo parque de atracciones, escaparate publicitario y un poquito de deporte. Entre los cientos de titulares que surgieron de su actuación -recordemos que esa aparición sirvió también para anunciar el segundo embarazo de la cantante- varios de ellos estaban encaminados a sus pies. Concretamente a las zapatillas Salomon que llevaba, una colaboración con MM6 Maison Margiela. Lo llamativo, en este caso, era que una marca de material de montaña hubiese acabado teniendo presencia en el acontecimiento televisivo más seguido del año, por mucho que fuese a través de una colaboración con una firma de moda de lujo. Un momento que ejemplifica hasta qué punto la ropa técnica ha ido ganando terreno en la moda global.

Dos de los diseños de la colección de Junya Watanabe en colaboración con The North Face.
Dos de los diseños de la colección de Junya Watanabe en colaboración con The North Face.Imaxtree

En los últimos años hemos asistido a la expansión de marcas que nacieron para crear equipo de montaña, esquí u otras disciplinas deportivas al aire libre hasta infiltrarse en el día a día y hacerse habituales en cualquier paisaje urbano. Al mismo tiempo, muchas de estas marcas se asociaban a los grandes nombres del lujo: The North Face con Gucci, Columbia y Opening Ceremony, o Salomon con Comme des Garçons o la citada colaboración con Maison Margiela. Las razones que nos han llevado a vestir un martes cualquiera como si fuésemos a salvar una subida de 500 metros de desnivel no se encuentra solo en el caprichoso péndulo de la moda, sino en una combinación de distintas tendencias que han confluido, de manera no poco sorprendente, en un mismo punto.

Barritas energéticas, zapatillas de padre y Silicon Valley

“Voy a comprar el pan y me dice mi mujer: ‘Tío, parece que vas a subir el Everest”. Habla Kike Marina, uno de los mayores expertos de España en moda urbana y zapatillas. “Yo le he puesto la etiqueta ‘montañero de palo’, y en este caso me tengo que incluir en ella”, asume con humor. Él incluso apunta a una fecha como el nacimiento oficial de esta tendencia: el 25 de mayo de 2017. “Fue cuando se publicó un texto que se hizo famoso en la web The Cut, en el que se le pone por primera vez el nombre de gorpcore. En él se dice que el normcore, que era de lo que se estaba hablando en ese momento, estaba muerto y esto era lo nuevo. Creo que es de las pocas veces que una tendencia se instaura de una forma tan marcada a partir de una fecha concreta”, explica.

Bella Hadid con estilo ‘gorpcore’.
Bella Hadid con estilo ‘gorpcore’.Getty Images

En el artículo, firmado por el periodista especializado en moda Jason Chen, se apuntaba a los raperos ASAP Rocky o Drake como ejemplos de una corriente que adoptaba abrigos polares extragrandes, riñoneras acolchadas y camisetas con logos de marcas como Patagonia, The North Face o Columbia como nuevas referencias de lo que había que vestir. El normcore, esa especie de antiestilo que apostaba por utilizar ropa sobria, sin marcas y un tanto insulsa, dejaba paso entonces a un término que surgía de la palabra gorp, la mezcla de frutos secos y frutas deshidratadas que componen las barritas energéticas que suelen llevar consigo los montañeros. Como suele suceder cuando algo recibe un nombre oficial, comenzó a crecer, y en los meses siguientes celebrities como Bella Hadid y Kendall Jenner hicieron habitual incluir un forro polar o una chaqueta técnica de nieve en sus outfits.

Pero, para llegar al gorpcore, hubo varios pasos previos. Varios de ellos se dieron en Silicon Valley, ese lugar que ha servido, entre otras cosas, para que los nuevos multimillonarios se vistan con ropa aparentemente sencilla pero notablemente cara. Los llamados tech bros convirtieron a marcas como Patagonia, especializada en ropa para actividades al aire libre, en su santo y seña. Solo hay que pensar en la aparición de Adrien Brody en la serie Succession para hacer el retrato robot de esta estirpe de nuevos ricos: mientras discute en su isla privada una venta de miles de millones de dólares viste una chaqueta con capucha, gorro y, claro, un chaleco acolchado de Patagonia, convertido para entonces en el fachaleco del 1%.

Silicon Valley también tuvo un papel importante en otra tendencia que precedió y preparó el camino al gorpcore, los dad shoes. Cuando Steve Jobs adoptó las New Balance 990 grises como parte de su uniforme oficial no éramos conscientes de que aquella elección meramente funcional iba a tener consecuencias en la moda global. Lo que en un primer momento se llamó irónicamente como “zapatillas de padre” para representar una cierta desidia de estilo acabó siendo un estilo en sí mismo. De ahí a utilizar de manera diaria unas zapatillas Salomon pensadas para hacer senderismo o unas botas Columbia para la montaña había un solo paso.

“La búsqueda de normalidad en ciertos contextos te lleva a vestir con ropa técnica, pero que no se vea que es demasiado técnica”, apunta Kike Marina. “Son productos que esconden mucha tecnología, pero no tratan de enseñarla todo el tiempo, sino simplemente que sea funcional. Lo veo como una evolución del normcore: optar por una normalidad sin estridencias”.

La conexión con el lujo

Desde el bautismo del gorpcore han pasado más de seis años, tiempo suficiente para que una tendencia haya sido enterrada y olvidada, pero en este caso no solo no se ha ido sino que se ha asentado en la manera de vestir de personas ajenas a las tendencias, al mismo tiempo que su relación con el lujo se ha ido estrechando. “Claro, yo llevo desde 2017 diciendo que esto es una modita que se acabará pronto, y no, no se acaba”, confiesa Marina. “De hecho, hay muchas marcas de este estilo que ya se han instaurado en una situación en la que es difícil que pasen de moda. Moncler es un ejemplo”.

Para ese paso de tendencia a constante, al menos por el momento, también influye la asociación de la ropa técnica al mundo del lujo, con todo lo que conlleva: crear una imagen aspiracional y situarlo como un objeto de deseo más allá de su carácter práctico original. ¿Cómo se produjo esta alianza? Por un lado, Marina apunta a una antigua relación entre la ropa de montaña y el lujo. “Especialmente el mundo del esquí y los deportes de nieve han tenido siempre una asociación directa con el lujo. De hecho, muchas de las marcas que consideramos de lujo han empezado como ropa técnica de montaña, como Moncler.

Otras, como Salomon, han explorado la vía que llega al lujo a través de la moda urbana. “La marca cuenta que se pusieron en contacto con ellos de The Broken Arm, una tienda de París, porque había gente que les pedía zapatillas Salomon. A partir de ahí han desarrollado una colaboración y fue la primera vez que la marca aparecía en un contexto de moda. Al mismo tiempo, Salomon también estaba haciendo colaboraciones con 11, la marca de Boris Bidjan, un diseñador medio persa medio alemán afincado en Barcelona”, cuenta. Este auge de la ropa técnica llevada al streetwear también explica la creciente popularidad de firmas como las japonesas Nanamica o White Mountaineering, marca esta última que desde 2022 mantiene una colaboración anual con el gigante textil de su país, Uniqlo. En clave local, también explica que una marca como Pedro Gómez, que en los 80 pasó de las pistas de esquí a ser un símbolo de la escena bakala de Madrid, haya resurgido en una nueva etapa.

Ahora, seis años después de ser bautizada, la tendencia no solo sigue viva, sino que ha logrado infiltrarse en la vida diaria de personas que no siguen las tendencias de la moda. Marina lo resume así: “Hace ya mucho que esto debería haber muerto si hubiera sido una tendencia como todas, y se ha convertido en otra cosa”.

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