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Platos únicos veraniegos con conservas de pescado

Saludables, versátiles y siempre dispuestas a ayudar. Las conservas de pescado pueden ser un ingrediente la mar de socorrido para cocinar rápido y rico.

Con esta caja puedes hacer maravillas
Con esta caja puedes hacer maravillasPIXABAY

Hay que querer a las conservas de pescado. Puedes encontrarlas de muy buena calidad y a un precio más que razonable, aguantan varias pandemias en el fondo de tu alacena y están listas para comer en solitario o como ingrediente de algún plato.

Por si fuera poco, las conservas de pescado azul son una fuente de ácidos Omega 3 –los que ayudan a bajar el colesterol– y las de pescados pequeños –como la sardina, la melva o la caballa– no acumulan metales pesados. Bueno, no los acumulan los pescados pequeños que hay dentro del bote o de la lata.

En verano, estos tesorillos pueden alegrarte más de una comida. Ahora que comemos más fuera –si los confinamientos lo permiten–, podemos añadirlos a platos que sirvan como plato único y que puedan llevarse a la playa o a la montaña dentro de un táper.

Caballa para un empedrado heterodoxo

El empedrat es una ensalada fría que se prepara mezclando bacalao desalado, mongetes del ganxet –un tipo de alubia blanca pequeñita–, aceitunas y hortalizas. Esta receta es un clásico de la cocina catalana que está emparentada con el esgarrat o el espencat valencianos, pero como la ortodoxia culinaria me la trae un poco al pairo, ahí va una variación. En un taper, mezcla 500 gramos de garbanzos, 300 gramos de caballa en aceite de oliva, dos cebollas tiernas cortadas en juliana fina y remojadas previamente en agua, vinagre y sal para quitarles la potencia –y de paso encurtirlas un poco–, añade un puñado de tomates cherry cortados por la mitad, medio pimiento rojo y medio pimiento verde cortados como te salga del níspero y otro puñado de aceituna negra de Aragón, preferentemente deshuesadas. En otro táper más pequeño o un tarrito de cristal, prepara un aliño con una parte de vinagre de vino de Jerez, 3 partes de aceite de oliva extra virgen de sabor suave –uno de arbequina o de hojiblanca servirán– y una picada de cebollino y perejil. Refrigera los dos recipientes y llévalos contigo de picnic por separado. Antes de comer, agita con salero el recipiente pequeño y aliña con la emulsión resultante el táper grande.

Anchoas, mejillones y lentejas

En la misma línea ensaladera, puedes preparar esta de lentejas, feta y perejil y añadirle unas anchoas en conserva que le quedarán de muerte. Solo recuerda el mantra: lleva el aliño por separado y añádelo a la ensalada en el último momento.

Con unas anchoas estaría aún más de requetechupete
Con unas anchoas estaría aún más de requetechupeteEL COMIDISTA

No tengo pruebas, pero tampoco ninguna duda, de que a la misma ensalada, en lugar de anchoas, le quedarían de muerte unos mejillones en escabeche. En este caso, olvídate del aliño: lleva la lata sin abrir y añade todo el contenido –mejillones y escabeche– justo antes de comer.

Sardinas con pasta

Las ensaladas de pasta tampoco pueden faltar en una salida veraniega. En este caso, además de aplicar el mandamiento de aliñar en el último momento, deberás aplicarte otros dos: cocinar la pasta al dente, pero al dente de verdad, y escurrirla en agua fría en cuanto te hayas deshecho de la caliente que has usado para cocer. Si no sigues estos sabios consejos te quedará una pasta triste y blandurria.

En fin, una vez tengas 200 gramos de pasta corta cocida al dente y enfriada, corta un calabacín en tiras finas y salpícalo con zumo de limón. Déjalo escurrir en un colador, porque perderá agua, y presta atención: el limón “cocinará” el calabacín y lo reblandecerá. Cuando haya adquirido la textura que te guste, detén este embrujo secando la cucurbitácea con papel de cocina. Ahora añade el calabacín a la pasta –que ya deberías tener en una tartera–, súmale un puñado de almendras o avellanas picadas y échale las sardinas de una lata de conserva en aceite de oliva. El aceite resérvalo en un bote, mézclalo con una cucharadita de mostaza y unas hojas de albahaca o menta picadas. Cuando llegues a tu destino, ya sabes qué hay que hacer.

En esta otra ensalada de pasta –de judías verdes, paté y encurtidos– las conservas de pescado brillan por su ausencia, pero su presencia brillará si sustituyes el paté por unos filetes de melva o sardinas; sardinas también, pero es que ya aparecen en la receta anterior.

Si le cambias el paté por alguna conserva de pescado, fetén
Si le cambias el paté por alguna conserva de pescado, feténCARLOS ROMÁN

Cualquier conserva con verduras

Si estás hasta el aliño de ensaladas, sigue leyendo, porque Mònica Escudero nos cuenta en este post que “tomates, calabacines, pepinos, pimientos -frescos o asados del piquillo- o aguacates rellenos son una buenísima opción para salir del sota, caballo y rey ensaladero. Haz una farsa con la pulpa de la misma verdura -evita las semillas del pepino o tendrás un aguachirri- y otras, todas cortadas en dados pequeños. Solo queda ponerle el pescado enlatado que prefieras, un poco de mayonesa y encurtidos para darle vidilla”. ¿Tiene o no tiene buena pinta? La mayonesa, ya que el plato va a viajar, que sea de bote y sin abrir hasta el momento de consumirla y, si puedes, transporta el táper dentro de una neverita.

Bonus track para megavagos: el bocata

Si eres un poco vagoneta, como yo, y tu condición se acentúa en verano, como me ocurre a mí, puedes pasar por completo de cocinar. La revolucionaria idea pasa por meter en una bolsa, una gran bolsa, una buena hogaza de pan, las conservas de pescado que más te gusten, unos encurtidos y algunas conservas vegetales. También necesitarás una tabla y un cuchillo, para cortar el pan en rebanadas y hacer tostas mezclando estos cuatro elementos. Por ejemplo, puedes combinar pan, bonito en aceite de oliva, piparras y pimientos del cristal. ¿Quieres más? Pan, atún en escabeche, alcaparras y espárragos al natural –funciona–. ¿Otra? Pan, sardinillas en aceite de oliva, pepinillos y tomates secos. Las combinaciones son infinitas y dependen solo de tres cosas: de tu capacidad para transportar un cierto peso, de combinar un ingrediente más o menos salado con otro más o menos ácido y de añadir otro algo untuoso como el pimiento, el espárrago o los tomates.

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