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Madrid se une al clamor Europeo por la reducción de la actividad aeroportuaria

La Plataforma Contra la Ampliación de Barajas se cita en el Ministerio de Transporte para exigir que se paralicen las obras en la terminal aérea y se limite el flujo de aviones

Vista panorámica del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, en el distrito Barajas.
Vista panorámica del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, en el distrito Barajas.ALEX ONCIU
Juan José Martínez

El movimiento ciudadano contra la ampliación del aeropuerto madrileño Adolfo Suárez, en el distrito Barajas, se une a la convocatoria de Stay Grounded este viernes en siete ciudades Europeas, para protestar en contra de las ampliaciones a los aeropuertos y el incremento de la actividad aeronáutica. La Plataforma Contra la Ampliación de Barajas, conformada por organizaciones como Ecologistas en Acción o la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), se ha citado a las 11.00 frente al Ministerio de Transportes ―al tiempo que otros movimientos hacen lo suyo en París, Bruselas, Frankfurt, Ámsterdam, Londres y Palma de Mallorca―. En la capital exigen que se paralicen las obras anunciadas por el Gobierno por valor de 2.400 millones para aumentar la capacidad de la terminal aérea madrileña hasta los 90 millones de pasajeros en 2031. También piden límites a las operaciones y emisiones generadas por estas infraestructuras, ya que, aseguran, provoca altos niveles de contaminación acústica y atmosférica.

Las reformas para ampliar el aeropuerto de Barajas fue anunciada a inicios de este año por el presidente de Gobierno, durante la feria de turismo FITUR. Pedro Sánchez definió el proyecto como la “mayor inversión en la última década en aeropuertos”. Sin embargo, quienes se declaran afectados por el flujo de los aviones que llegan y salen de Madrid denuncian que el crecimiento de la terminal hará insostenible la, ya problemática, situación de contaminación acústica y del aire. Stay Grounded, convocante de la concentración europea, llama la atención sobre los perjuicios a la salud provocados por la actividad aeroportuaria, concretamente por la quema de combustibles para aviones que liberan “partículas ultrafinas, que penetran profundamente en los pulmones e incluso llegan al torrente sanguíneo”.

San Sebastián de los Reyes y San Fernando de Henares son dos de los municipios en Madrid más afectados por el flujo aéreo del aeropuerto Adolfo Suárez, por el que pasaron el año pasado más de 60 millones de pasajeros. La intención de contener el crecimiento del Barajas no es una tarea fácil en un lugar como Madrid, donde las políticas de gobierno defienden sin paliativos el crecimiento del turismo. Pablo Muñoz, coordinador de la campaña de aviación de Ecologistas en Acción, reconoce que el asunto “es complejo” porque las “cifras de turismo se ven como un indicador de crecimiento y desarrollo económico”. Y añade: “Bajo nuestro punto de vista no se están teniendo en cuenta los impactos en la población”. La asociación ambientalista hace un llamado a fomentar el turismo de proximidad ―de desplazamientos cortos― y a priorizar otros medios de transporte menos contaminantes como el tren.

Entre 2013 y 2019, el tráfico aéreo de la Unión Europea creció un 19% ―en España esta cifra escala hasta el 33%― lo que aumentó las emisiones de gases de efecto invernadero en el mismo porcentaje, según cifras del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT). Esto en un contexto donde la mala calidad del aire es la causa de más de 250.000 muertes prematuras en Europa al año, como avala la Agencia Europea de Medio Ambiente. Por su parte, la Sociedad Española de Epidemiología remarca que la exposición continuada al ruido del transporte genera anualmente 11.000 muertes prematuras y 40.000 casos de cardiopatías como infartos o anginas de pecho. Ecologistas en acción ha señalado en un comunicado que fomentar la ampliación de las terminales aéreas “es incompatible con los objetivos de reducción de emisiones”.

El Ministerio de Transporte ha aclarado a EL PAÍS que, por ley, los proyectos de gran envergadura como las reformas en Barajas deben contar con una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que analice “los impactos en la población, la salud humana, la flora y la fauna”, aunque de momento no se ha dado a conocer la DIA realizada para las obras en la terminal aérea de la capital.

AENA maneja una política a escala nacional para incrementar la capacidad de varios aeropuertos, tras percibir un repunte del turismo después de la pandemia. El Plan Estratégico 2022-2026 del gestor aeroportuario contempla ampliaciones para las terminales aéreas de Madrid, Barcelona, Tenerife Sur, Tenerife Norte, Lanzarote, Málaga, Alicante, Valencia, Ibiza, Menorca, Santander, Bilbao y Melilla.

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España genera anualmente más de 21 millones de toneladas de dióxido de carbono y ocho toneladas de óxidos de nitrógeno, el equivalente a las emisiones de 3.650.000 coches durante un año, según la herramienta independiente Airport Tracker. Unas 733.000 personas viven a menos de cinco kilómetros de los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Palma ―para los que se contemplan importantes ampliaciones― una cifra que se dispara hasta los 7,5 millones al expandir el radio hasta los 20 kilómetros a la redonda ―zona en la que la concentración de partículas en suspensión procedentes de los motores sigue siendo muy elevada, según Ecologistas en Acción―.

Inspirados en Ámsterdam

Un Boeing 777 se prepara para despegar del aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam.
Un Boeing 777 se prepara para despegar del aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

Muñoz afirma que este viernes saldrán a la calle “inspirados por lo que está pasando de Ámsterdam”, donde la terminal aérea y el Gobierno holandés han anunciado que buscarán reducir el número de vuelos de 500.000 a 460.000 al año. También contemplan prohibir el despegue y aterrizaje durante la noche, prohibir vuelos privados y renunciar a una construcción de una nueva pista.

El propio aeropuerto neerlandés reconoció, en dos informes publicados en enero de 2024, que es necesaria una reducción de al menos el 30% de sus emisiones y de las de la aviación europea de aquí a 2030 para cumplir el Acuerdo de París sobre el clima.

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