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El programa de Vox para las europeas o cómo desmontar la UE desde dentro

El partido ultra quiere volver a la unanimidad en la toma de decisiones, dar preeminencia al Derecho nacional sobre el comunitario o acabar con la política exterior común

El presidente de Vox, Santiago Abascal, y el candidato del partido a las europeas, Jorge Buxadé, el pasado 26 de mayo en un mitin en Valencia.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, y el candidato del partido a las europeas, Jorge Buxadé, el pasado 26 de mayo en un mitin en Valencia.EFE/ Kai Försterling (EFE)
Miguel González

El programa de Vox para las elecciones del próximo domingo exige la destitución del jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell. Es seguro que este punto va a cumplirse, ya que Borrell dejará el puesto de Alto Representante cuando se forme la nueva Comisión Europea, incluso si repitiera como presidenta Ursula von der Leyen, ya que el Gobierno español quiere que su nueva representante en el Ejecutivo comunitario sea la cabeza de lista del PSOE a estos comicios, Teresa Ribera, como responsable de Medio Ambiente.

Pero, en realidad, Vox no quiere que Borrell deje el cargo, sino que su cargo desaparezca, ya que aboga por “la recuperación de la competencia exclusiva del Estado sobre las relaciones internacionales”. Es decir, que deje de oírse la voz europea, aunque aún tímida y balbuceante, en el concierto internacional. Tal vez por eso, en las 44 páginas de su programa electoral no se dice una palabra de la guerra de Ucrania, en la frontera este de la UE, ni de la puesta en marcha de la defensa europea, uno de los grandes retos de la próxima legislatura. Lo que propone Vox, igual que sus aliados en Bruselas, es desmontar todo el andamiaje construido en los últimos años con el que se ha buscado convertir a Europa en una entidad política capaz de hablar de tú a tú con EE UU o China. Volver a la “Europa de las naciones” en un mundo de superpotencias.

Decisiones por unanimidad. Quizá la mayor carga de profundidad contra el proyecto europeo sea la propuesta de volver a la unanimidad en la toma de decisiones de las instituciones comunitarias, un cambio que Vox reclama “para asegurar el respeto a la soberanía nacional”. La actual adopción de decisiones por mayoría en algunas materias es la llave para sortear el bloqueo y evitar el chantaje de quienes utilizan su poder de veto para obtener concesiones en asuntos que nada tienen que ver con el tema que se debate, como ha hecho Hungría con el apoyo a Ucrania. La vuelta a la unanimidad, según fuentes comunitarias, condenaría a la UE a la parálisis y haría inviables nuevas ampliaciones.

Primacía del Derecho nacional. Vox también quiere privar a la UE de los instrumentos con los que cuenta para asegurar el respeto a los valores democráticos de todos sus miembros. El principal es la preeminencia del Derecho europeo sobre el nacional, con la que Vox quiere acabar. El partido ultra defiende “la primacía de la Constitución española sobre el Derecho europeo y, en general, del Derecho nacional en cuestiones que afecten al bien común de España y a los intereses generales del Estado”, una formulación tan ambigua como para abarcarlo todo. Además, quiere “impulsar la recuperación de la soberanía nacional en la aplicación de las sentencias de los tribunales” y asegurar “el respeto a las decisiones de los jueces españoles”; lo que sugiere que sus resoluciones ya no podrían ser revisadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Más claro es su propósito de reformar el artículo 7 del Tratado de Lisboa, que ha permitido a las instituciones europeas abrir expediente al anterior Gobierno de Polonia o al actual de Hungría, ambos aliados de Vox, por deslizarse hacia derivas autoritarias y atentar contra la independencia judicial.

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Freno a la lucha contra el cambio climático. Pero el capítulo en el que hay un empeño más sistemático por desandar todo lo avanzado hasta ahora es el de la lucha contra el cambio climático. Vox pide la retirada del Acuerdo de París, contra el calentamiento global, y la supresión de todas las medidas derivadas del Pacto Verde, que busca un desarrollo económico compatible con la conservación del medio ambiente. Propone derogar la Ley europea del Clima, el reglamento sobre restauración de la naturaleza, la estrategia De la Granja a la Mesa o la de biodiversidad, entre otras.

Vox se sube al tractor de los agricultores que en los últimos meses han colapsado las carreteras europeas con sus protestas. El programa reclama un aumento de la financiación de la PAC (Política Agraria Común) y denuncia el exceso de burocracia y la supuesta “condicionalidad ideológica” de las ayudas al campo, llegando a asegurar que las limitaciones impuestas al uso de fitosanitarios, fertilizantes y antibióticos ponen en riesgo la “seguridad alimentaria” y apostando por el uso de semillas genéticamente modificadas.

Para no perder competitividad, Vox propone retornar a la industria contaminante del siglo pasado, eliminando el pago por derechos de emisión de CO2; ampliando el uso de los combustibles fósiles, mediante el recurso a fractura hidráulica; o levantando la prohibición de comercializar vehículos con motor de combustión a partir de 2035 y de usarlos en 2050. De todo ello culpa a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a la que el partido menciona en su programa 15 veces, nunca de manera favorable.

Políticas contra los inmigrantes. Junto al rechazo al ecologismo, su otro gran caballo de batalla es la inmigración. Vox quiere crear “misiones navales combinadas” para impedir la llegada de pateras; establecer “plataformas regionales de desembarco” fuera de suelo europeo para dejar allí a los rescatados en el mar; condicionar la ayuda al desarrollo a países emisores de emigración a que estos acepten las devoluciones de migrantes; derivar a quienes tengan derecho de asilo a los países vecinos a aquel del que huyen; o acabar con el arraigo como forma de acceder al permiso de residencia y prohibir las regularizaciones extraordinarias.

También pide el programa acabar con el reparto obligatorio de cuotas de inmigrantes entre los países europeos —o, en su defecto, el pago de multas—, alineándose así con países como Hungría y dando la espalda a los del sur, principales receptores de llegadas; y limitar el derecho a la reagrupación familiar de los residentes extranjeros legales.

Aborto, eutanasia, medidas LGTBI+. En materia de derechos, Vox propone revocar la resolución del Parlamento Europeo que propone incluir el aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Y reclama, por el contrario, consagrar en la misma el derecho a la vida “desde su concepción hasta la muerte natural”, cerrando así la puerta al aborto y a la eutanasia. También quiere acabar con las leyes que protegen al colectivo LGTBI+ y las medidas de discriminación positiva en favor de la mujer. O derogar la Ley Europea de Medios de Comunicación, que exige transparencia en su financiación y protege a los periodistas. Rechaza “frontalmente” el proyecto de Tratado de Pandemias que busca garantizar un acceso equitativo a vacunas, tratamientos y medios preventivos.

Acuerdos comerciales. El pasado día 26, en Valencia, el cabeza de lista de Vox, Jorge Buxadé, abogó por que España firme acuerdos comerciales bilaterales con los países latinoamericanos, una competencia que ahora es exclusiva de la Comisión Europea y que supondría, de perderla, el fin del mercado único, pues ningún país admitiría que un vecino pueda importar unilateralmente productos para competir con los suyos. El programa de Vox no va tan lejos. Se limita a reclamar la revisión de todos los acuerdos comerciales firmados por la UE y la suspensión de los vigentes con Marruecos.

El único pilar de la arquitectura europea que no menciona Vox en su programa es la política monetaria, pese a que su control exclusivo por parte del Banco Central Europeo constituye la mayor cesión de soberanía que han hecho los Estados de la UE. Pasados los años en que sus homólogos de la extrema derecha europea amagaban con salirse del euro, la moneda única se ha convertido en un tabú. También para ellos.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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