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Patrulleras de aluminio para la Guardia Civil contra las embestidas de las ‘narcolanchas’

El instituto armado adquiere nuevos barcos con casco reforzado para hacer frente a las maniobras violentas de las embarcaciones de los traficantes cuando son interceptadas

Una patrullera de la Guardia Civil vigila el estrecho de Gibraltar en una imagen de archivo.
Una patrullera de la Guardia Civil vigila el estrecho de Gibraltar en una imagen de archivo.Julián Rojas

Miércoles, 31 de enero, al mediodía. Desembocadura del río Guadalquivir. Una embarcación semirrígida de 12 metros de eslora y cuatro motores fueraborda, similar a las que usan los traficantes para alijar droga en las costas andaluzas, permanece al pairo de la marea. En el interior, cuatro hombres descansan con más de 2.000 litros de gasolina en garrafas a bordo, una actividad conocida como petaqueo y que supuestamente sirve para surtir de gasolina a las narcolanchas que entran río arriba para descargar hachís procedente de Marruecos. La patrullera de la Guardia Civil Río Águeda se aproxima a la embarcación para interceptarla, pero los ocupantes de esta se percatan de la presencia policial e intentan emprender la huida. Sin embargo, por causas desconocidas, en lugar de alejarse, la lancha enfila contra el barco policial y choca. Uno de sus ocupantes muere horas después por las lesiones sufridas.

La violenta reacción de algunos traficantes cuando son interceptados en el mar por las embarcaciones de la Guardia Civil ha llevado a los máximos responsables del instituto armado a apostar por la compra de patrulleras de alta velocidad fabricadas capaces de resistir las embestidas de las narcolanchas a las que intentan interceptar. Tras adquirir en 2021 dos de estas embarcaciones reforzadas, con 18,5 metros de eslora y capaces de superar los 55 nudos de velocidad, el Ministerio del Interior ha puesto en marcha otros dos concursos para dotar al instituto armado con seis más por un importe cercano a los 15 millones de euros. Está previsto que dos se entreguen en el primer semestre de este año. El resto, entre 2025 y 2026. Tanto las ya operativas como las nuevas, se construirán de aluminio, un material más fuerte que el PRFV (poliéster reforzado con fibra de vidrio) de las patrulleras anteriores. “La violencia de estas acciones hace necesario que los cascos y la estructura de las futuras embarcaciones sean de materiales más resistentes que las de la flota actual”, se destaca en los expedientes de ambos concursos, a los que ha tenido acceso EL PAÍS.

En la actualidad, el Servicio Marítimo de la Guardia Civil cuenta con cerca de 140 embarcaciones, señalan fuentes del instituto armado. Las mismas fuentes reconocen que, en parte de las embarcaciones de alta velocidad —las que se utilizan para interceptar las veloces narcolanchas— se ha “sobrepasado” el tiempo recomendable de vida útil. “La tercera parte de dicha flota se encuentra en torno a los 20 años de antigüedad, superándolos incluso en algunos casos. A la vista de la tipología del servicio y régimen de ejecución del mismo, desde el punto de vista técnico y de seguridad, se estima la vida útil de este tipo de medios navales en 15 años”, destacan las memorias de los expedientes para adquirir las nuevas naves.

Los citados documentos admiten que las hay que ya no reúnen las condiciones “necesarias para los servicios que prestan” y que los repuestos que en ocasiones se necesitan ya no están disponibles al haber sido descatalogados por las empresas fabricantes. “Tenemos que ir renovando la flota y se está haciendo, como con el resto de vehículos que utiliza la Guardia Civil”, justifican fuentes de la Dirección General.

Sin embargo, los plazos para esa renovación no convencen a los propios agentes. El accidente mortal del pasado miércoles se produjo en un Guadalquivir cada vez más plagado de narcolanchas que se pasean por el río con aparente impunidad. En los últimos meses, las asociaciones profesionales de guardias civiles han difundido vídeos en los que se ven varias de estas embarcaciones (en un caso, hasta una docena) navegando por el río ante la impotencia de los agentes. “Estamos desbordados”, explica un guardia civil conocedor de la situación. El Servicio Marítimo de la Comandancia de Cádiz cubre la franja de costa que va desde Barbate hasta Sanlúcar de Barrameda con 10 patrones, 28 marineros y tres patrulleras. “Una tiene 20 años, la otra siete y una nueva que se ha averiado”, denuncia ese agente.

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Apenas 22 nudos de velocidad sobre el agua

La más grande de estas embarcaciones, la Río Agueda, se desplaza a apenas 22 nudos, frente a los hasta 80 que puede alcanzar una narcolancha. “No es solo que esa corra poco, es que las de los narcos corren mucho”, se quejan desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). Justicia para la Guardia Civil (Jucil, la asociación mayoritaria entre los agentes) también habla de falta de medios: “Tener apenas una lancha para cubrir ese litoral da una gran sensación de impotencia”. Sin embargo, fuentes de la Guardia Civil rechazan estas críticas: “Hay embarcaciones que no están operativas por avería o porque están pasando el mantenimiento, pero eso entra dentro de lo habitual. Las embarcaciones que prestan servicio están operativas de manera adecuada”, recalcan.

La decisión de Interior de adquirir nuevas embarcaciones de alta velocidad con el casco reforzado es bien recibida por los guardias civiles, aunque la consideran insuficiente. Un agente destinado en la zona muestra su escepticismo: “Los políticos creen que la lucha es perseguirlas y alcanzarlas, y no es así. No es la única solución ponerse a 65 nudos, sino atacar a las organizaciones con investigaciones en tierra”, señala. Fuentes de Jucil añaden que, además de medios, necesitan “una legislación adecuada”, en referencia al cambio legal que está impulsando la Fiscalía Antidroga para que el transporte de combustible para el narcotráfico —el petaqueo, la actividad que presuntamente realizaba la embarcación que el miércoles chocó contra una patrullera— pase a estar castigado.

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