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EL TRÁNSITO A LA DEMOCRACIA

Sudáfrica tras el ‘apartheid’: perdón a cambio de confesión

La Comisión Verdad y Reconciliación concedió la impunidad a quienes admitieron los crímenes del apartheid

Johannesburgo -
El presidente de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, el arzobispo Desmond Tutu (derecha), entrega al presidente del país, Nelson Mandela, el informe de la citada comisión sobre las violaciones de los derechos humanos durante 30 años de 'apartheid', en 1998.
El presidente de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, el arzobispo Desmond Tutu (derecha), entrega al presidente del país, Nelson Mandela, el informe de la citada comisión sobre las violaciones de los derechos humanos durante 30 años de 'apartheid', en 1998.

El discurso de reconciliación nacional y perdón con el que Nelson Mandela salió de prisión en 1992 tras 27 años encerrado atravesó toda la transición de Sudáfrica del régimen de segregación racial del apartheid a la democracia que llegó con su demolición. Y el mecanismo que lo encauzó fue la Comisión Verdad y Reconciliación (TRC, en sus siglas en inglés), por la que víctimas y verdugos fueron compareciendo durante tres años para compartir sus testimonios. En ese foro, presidido por el arzobispo Desmond Tutu, se escucharon vivencias como la de la hija adolescente de uno de los miembros de los Craddock Four, activistas antiapartheid que fueron secuestrados y asesinados en 1985. Cuando se le preguntó a la chica si sería capaz de perdonar a los que acabaron con su familia, ella respondió: “Nos gustaría perdonar, pero no sabemos a quién perdonar”.

Mandela logró convencer con su lema de diálogo y perdón a una nación dividida, que provenía de más de cuatro décadas de régimen supremacista impuesto por la minoría blanca y de tres siglos de discriminación racial.

Entre 1996 y 1999, la TRC escuchó el testimonio de 21.000 víctimas, de las que 2.000 fueron seleccionadas para comparecer en audiencias públicas retransmitidas en directo en la televisión. El objetivo era perdonarse y apaciguar el resentimiento entre negros y blancos, pero también conocer la verdad y que las víctimas obtuvieran un reconocimiento público.

El proceso se convirtió en un ejemplo de justicia transicional; no obstante, dentro del país fue criticado por ofrecer impunidad a los culpables y no establecer un régimen de compensación económica suficiente para las víctimas.

Aunque existe un reconocimiento extendido sobre el efecto sanador del proceso, la sensación de muchos analistas es la de haber alcanzado un estado de libertad sin justicia.

Enuga S. Reddy, exsubsecretario general de la ONU encargado del Centro contra el Apartheid y primer secretario del Comité Especial contra el Apartheid, asegura que en Sudáfrica se antepuso “la liberación nacional a los derechos humanos en la lucha contra la tiranía racista”. Y reconoce que, “aunque el régimen racista minoritario fue reemplazado por un Gobierno democrático sin distinciones raciales y las principales leyes racistas se derogaron en el proceso, quedó al nuevo Gobierno la tarea de eliminar los vestigios del apartheid y sus secuelas”.

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Tres comités

El TCR estaba compuesto por tres comités: de Amnistía, de Reparación y Rehabilitación, y de Violaciones de los Derechos Humanos. Las víctimas fueron escuchadas en Ciudad del Cabo (sede de la TCR), Durban, East London y Johannesburgo. Y tuvo tres tareas fundamentales: descubrir las causas y naturaleza de las violaciones de los derechos humanos en Sudáfrica entre 1960 y 1994; identificar a víctimas para pagarles una compensación; y conceder la amnistía a quienes revelaran plenamente su participación en violaciones de los derechos humanos por motivos políticos.

En su informe final, compuesto por cinco volúmenes, la TCR concluyó que el Gobierno del apartheid fue el principal autor de graves violaciones de los derechos humanos. Se negó la amnistía a 5.392 personas y fue concedida a 849. Entre los acusados por los testigos, además del régimen segregacionista, figuran las fuerzas de liberación (incluido el CNA de Mandela) y otros movimientos que usaron la violencia, por lo que la CTR “condenó a ambas partes por cometer atrocidades”.

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