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Floriade 2022: millones de flores, plantas en las fachadas de los edificios y puentes, así es la ciudad sostenible del futuro

La mayor feria internacional de la horticultura se celebra cada 10 años en los Países Bajos, y la ciudad de Almere muestra esta edición cómo cultivar un entorno urbano verde y sano

Dos figuras envueltas en miles de abejas de acero, obra de Florentijn Hofman, en la feria Floriade, abierta este jueves en Almere (Países Bajos).
Dos figuras envueltas en miles de abejas de acero, obra de Florentijn Hofman, en la feria Floriade, abierta este jueves en Almere (Países Bajos).maarten feenstra
Isabel Ferrer

Almere, la ciudad más joven de los Países Bajos, fue levantada a partir de 1975 en un pólder, la tierra ganada al mar. Desde entonces, se ha convertido en un centro de innovación urbana donde conviven casas de colores, diseños y materiales diversos, con abundantes parques, carriles bici y transporte público. Situada a unos 30 kilómetros al este de Ámsterdam, allí ha abierto este jueves Floriade, la mayor exposición internacional de horticultura. Organizada cada 10 años, en esta ocasión ofrece al visitante la posibilidad de explorar —hasta el próximo 9 de octubre— la ciudad sostenible del futuro. Lo hace sin metáforas, porque en el terreno que acoge los pabellones de una treintena de países se construirá luego un barrio. Un distrito con jardines, edificios en cuyas paredes se cultivan plantas, puentes que actúan como reservorios de agua de lluvia para facilitar el crecimiento de vegetación y flores en abundancia.

Visitantes en una de las instalaciones en Floriade, la mayor feria de horticultura que se celebra hasta el próximo 9 de octubre.
Visitantes en una de las instalaciones en Floriade, la mayor feria de horticultura que se celebra hasta el próximo 9 de octubre.maarten feenstra

Flevoland, la provincia a la que pertenece Almere, se asienta en lo que fue el mar interior de los Países Bajos: el Zuiderzee. Este último era un entrante del Mar del Norte en el centro del territorio, y se convirtió en un lago —el Ijsselmeer— con la construcción de un dique. Se trataba de evitar inundaciones, y funciona en parte como reserva de agua dulce. Con el tiempo, se fue ganando tierra al lago, y la ciudad suma ya unos 200.000 habitantes. Muchos de sus edificios miran al agua, y frente a ellos se ha levantado Floriade. “El legado que deseamos es una zona unida a la naturaleza y donde residir constituya una experiencia vital”, en palabras de Annemarie Jorritsma, senadora liberal, exalcaldesa de la villa y una de las representantes permanentes de la cita.

Uno de los puentes que actúan como reservorios de agua de lluvia construido para la feria Floriade 2022.
Uno de los puentes que actúan como reservorios de agua de lluvia construido para la feria Floriade 2022.maarten feenstra

Al terreno de la feria puede llegarse en barco o en autobús, y lo primero que llama la atención son los puentes que lo cruzan, construidos con restos de otros procedentes de la propia Almere. Con la ciudad en el horizonte, y el cambio de clima en la mente, Cultivando ciudades verdes es el lema elegido para un despliegue que ocupa 60 hectáreas que verán el paso de tres estaciones del año. La superficie se ha dividido en 192 rectángulos, diseñados por el arquitecto Winy Maas, uno de los fundadores del estudio MVRDV. Es el autor, entre otros, del Depot de Róterdam, el almacén de arte para 150.000 obras del museo Boijmans van Beuningen de la ciudad portuaria. En Floriade, ha cambiado el exterior de espejos del Depot, que tiene forma de ensaladera gigante, por un espacio al aire libre repleto de árboles y plantas. Aquí, los expositores presentarán soluciones para una ciudad sana y verde, en un encuentro que no es solo para profesionales. Están invitados unos 65.000 escolares dispuestos a descubrir cómo puede abrirse una ciudad a la naturaleza. Teniendo en cuenta que, para 2050, un 68% de la población mundial vivirá en urbes, según Naciones Unidas, la exposición puede servirles de laboratorio al aire libre.

Uno de los pabellones de la nueva edición de Floriade.
Uno de los pabellones de la nueva edición de Floriade.maarten feenstra

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Como en otras ferias internacionales, los treinta países participantes —entre los que no figura España— tendrán un día propio, y los pabellones que han construido muestran ya sus intenciones. El de China es de bambú. El Alemán ha utilizado contenedores y madera reciclada, que serán reutilizados de nuevo. Qatar ha optado por la impresión en 3D. Hay materiales sostenibles por todas partes, un pabellón con el suelo forrado de conchas marinas y árboles de especies que pueden resistir cambios bruscos de temperaturas. Y hay flores: un millón de bulbos que brindan verdes, rojos, azules, violetas, rosa pálido... para sacarle el mayor partido a uno de los sectores señeros de los Países Bajos. Pero también para mostrar la belleza que puede añadirse al entorno urbano con algo tan sencillo como un arreglo floral de larga duración. Una de las mayores atracciones de la feria —que espera atraer a dos millones visitantes a lo largo de seis meses— es el Arboreto (arboretum, según la denominación oficial), que está formado por árboles dispuestos en orden alfabético. Como si fuera un catálogo vivo por el que se puede pasear. El nuevo barrio que se construirá lleva el nombre de Hortus (del latín, jardín) y el Arboreto será su centro neurálgico de verdor. Tiene 90.000 arbustos, 2.500 árboles de varias alturas y 180.000 plantas.

Detalle de la fachada vegetal de la universidad politécnica especializada en horticultura.
Detalle de la fachada vegetal de la universidad politécnica especializada en horticultura.maarten feenstra

El terreno cuenta ya con varios edificios, entre ellos, un hogar de ancianos, una universidad politécnica especializada en horticultura, otro de apartamentos con flores pintadas en la fachada y un centro de la provincia de Flevoland. En conjunto, habrá 3.000 viviendas. Un teleférico cubre 850 metros y une el norte y el sur de la exposición, mientras que en un invernadero de 170 metros de largo se presentarán nuevos productos. Una escultura metálica de dos figuras humanas envueltas en miles de abejas sirve de punto de referencia visual y de llamada de atención. De 12 metros de altura, los insectos, una especie amenazada en el país, son de acero y tienen una sola reina. La firma el artista Florentijn Hofman, conocido por sus versiones grandes de objetos cotidianos, como patitos de goma. Su trabajo forma parte del programa de arte y cultura de Floriade, centrado, claro, en la relación entre el hombre y la naturaleza.

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