![](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/7FCLTYUL7BPGBOOKWQQZVWYBJ4.jpg?auth=18d5ca2b1eb583480827db3354d2a8427dceba1c58a12d3802e7c80007bc2460&width=414)
Los tomates que cultiva don Manuel y come la clase de Andrea
El pequeño municipio guatemalteco de Tamahú es el primero del departamento Alta Verapaz en comprar la mitad de los alimentos escolares a productores locales. Para más de 50 agricultores, organizados ahora en una cooperativa, esto ha supuesto un enorme impulso económico tras la congelación de las ventas durante la pandemia y el recuerdo de dos huracanes
![Las carreteras de Tamahú parten la selva en dos. La terracería, como se conoce en Guatemala a los caminos sin asfaltar sobre los que solo los 4x4 sobreviven, se cuela en las zonas más silvestres y recónditas del país centroamericano. Hasta donde uno no creería que hacen falta. En este municipio rural del interior, los maleteros de las 'pickups' siempre van llenos de agricultores que aguantan los tumbos con tal de caminar un poco menos bajo el calor húmedo del Caribe.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/QGSG5D6EUFOLVKKM7RBNMOJXJU.jpg?auth=b50db0325923829cfcdda9c40a3f6ff002ea56e78d7da379aed5b8e8d40c044a&width=414)
![Doña Marcelina y don Felipe tienen hoy suerte y logran acomodarse rápidamente en uno que les acerca a otros productores como ellos. En esta comunidad, la agricultura para la alimentación escolar ha sido clave para levantar la economía local, muy azotada por el primer año de pandemia y el recuerdo de los huracanes –'Eta' e 'Iota'– que arrasaron con gran parte de sus cultivos. Este es el único municipio del departamento de Alta Verapaz en el que al menos el 50% de lo que comen los niños en los almuerzos escolares lo cultivan campesinos de la zona. “Nos está salvando”, chilla doña Marcelina. Atrás solo se escucha el sonido del motor y a las vendedoras ambulantes que ofrecen fruta cortada.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/BQMHO6HLDVKQ5ON5C7W7BJKFLE.jpg?auth=9d9e7240c11d9b3ae6fd48d6856e2591e88e8ee0e6ddf59929b7723b63ecefd5&width=414)
![Manuel Quej Tipol es uno de los agricultores a los que visita la pareja. Tiene 26 años y una hija, Andrea, que se mueve entre las hileras de tomateras como si no estuvieran fuertemente inclinadas. Mientras su padre recuerda los estragos de los ciclones, la niña de seis años se agacha y revisa los frutos verdes que ya cuelgan. “Ya están casi”, indica la experta. Ella es una de las alumnas que recibe cada 25 días dos bolsas de alimentos, como sustituto de las refacciones o almuerzos que tomaba en clase antes de la pandemia. En unas semanas, comenzará la cosecha de Quej y en el próximo lote escolar, también irán sus tomates. El orgullo es doble para este padre.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/NGTXIQHWCJLQBM6JI2VJZQ3MU4.jpg?auth=88f1af2283efb2fddd1cc4840253ccbf8ab6cddd548180957dc8da9230804e90&width=414)
![Gregorio y Cornelio Tipol son otros dos jóvenes productores. Tienen una pequeña finca que cada vez se extiende más y en la que cultivan frijoles y milpa (maíz) principalmente; dos ingredientes imprescindibles en el menú diario de cualquier guatemalteco. La Ley de Alimentación Escolar, aprobada en 2017, está pensada para borrar dos grandes sombras del país: la empobrecida economía del sector primario y las elevadísimas tasas de inseguridad alimentaria. En Guatemala, uno de cada dos niños padece desnutrición crónica, según datos de Acción contra el Hambre y Unicef.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/3HNYGPUKSVKYLAGNLQWIW6PEMQ.jpg?auth=a1bfa5e3b5ba8481fabb6ccc22cff7fb8b637af1797ae937253abd6e5e27e02f&width=414)
![Lo que establece la normativa es que las 34.000 escuelas oficiales del país tienen que adquirir, al menos, el 50% de los alimentos a proveedores locales. Los menús se van adaptando en función de la oferta y las temporadas y tienen un valor de cuatro quetzales por niño al día (medio euro). Carlos Tipol se arriesgó a comprar gallinas sin saber muy bien cómo llevar a cabo la crianza. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación gestionó las vacunas y la FAO colaboró con los bebederos. “Antes solo tenía piñas y frijol, pero teníamos que intentar crecer”, cuenta desde el criadero. Ya tiene 40 ponedoras.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/73XAOUHWHBPO3AWZ72N5OHSPWY.jpg?auth=737758fc299f6cd99b2ea8e5be9d6d0f1e14f9456c4dce21e881edc5c0933550&width=414)
![Para muchos de los niños de la escuela Manuela P. de Contreras, situada a pie de carretera, estos huevos son la principal fuente de proteínas. Hoy es domingo 21 de febrero y toca reparto de alimentos. A las siete de la mañana, ya hay una larga cola de mujeres con bolsas de rafia vacías y el susurro de despensas sin llenar. Una hora más tarde, se abren las puertas y varios profesores reparten gel hidroalcohólico y toman la temperatura antes de entrar.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/JVIGABTWOFKABBKLW6DVP3XR3U.jpg?auth=db47e16beef67cc2ae3b35a5a51ac93b32546ba9bd2447add61247aed055912b&width=414)
![Para que quede constancia de que se llevaron la comida, todos los familiares firman. Las que no saben, dejan la huella. “¿Firmás o con huella, 'mija'?, le pregunta el docente de 5º, Sergio Vinicio López, mezclando español y poqomchi, la lengua indígena de la zona. La señora muestra el dedo ya manchado de tinta azul. “¡Ay, cómo tenés ese dedo! ¡Muchos hijos!”, responde a carcajadas. Es madre de cuatro.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/6QFQQL3XLBNR7PRZWEY23RCQHU.jpg?auth=280f43684cbb091915acbc0c7e052ad0e8c4046d7e05ec86dcb30075826940a2&width=414)
![“¿Primero de primaria?”, pregunta la mamá de Olga Marina, Alba Estela y Gloria Florida. La profesora de Olga, Enma Ta Morales, agita la mano para que la reconozca y sepa a cuál de las mesas dirigirse. Detrás de la mascarilla es complicado saber quién es quién. Se saludan con toda la cercanía que permiten las medidas de seguridad y le cuenta brevemente que su hija la extraña. Para la docente tampoco está siendo fácil.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/PQCDQTSCV5PC3I7NU5AF323OQA.jpg?auth=a9b61033368aef41b71e2a33695534d49fc19f76e5287f345fed8e2550ef33fb&width=414)
!["Por cada alumno, tres libras (1,4 kilos) de frijol negro, dos saquitos de harina de maíz, 15 huevos, un kilo de azúcar, una libra (0,5 kilos) de ejote (habas), un litro de aceite de girasol y un par de kilos de verduras. A media mañana, ya casi no quedan bolsas. “Del día de reparto de alimentos nadie se olvida”, reconoce Ta Morales.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/J6QYFSSILZNHVGGMYWETEJKYJM.jpg?auth=3ab6f75439e956a0fdce224285c254460bffee10a89a1ce106db8d6a424712b2&width=414)
!["La semana que viene, primero Dios, reabrimos”, explica el profesor Vinicio, “Y estamos deseando volver a ver a los niños, así sea en estas condiciones. En mis grados ya es muy normal que muchos dejen la escuela y empiecen a trabajar. Si no vuelven rápido a las aulas, seguro que algunas de mis niñas serán mamás el año que viene y los varones empezarán a trabajar en el campo”. En 2020, 106.000 niños dejaron la escuela antes de tiempo, según datos del Ministerio de Educación.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/OV6ASGVE5VOHPKOJ2HV6LCQ7SE.jpg?auth=ccc30d1be3643caff6d2ff3059604f699aba7ae2e9750517804aaa64fe352a65&width=414)
![En todo el departamento de Alta Verapaz constan 119 agricultores inscritos como proveedores del programa de Alimentación Escolar. En el municipio de Tamahú, apenas cinco, según datos de la delegación local de la FAO. Pero son muchos más. “Detrás de cada uno apuntado oficialmente hay muchas personas que también cosechan y lo respaldan. Es una red, pero se aglomera todo en unos pocos, que emiten la factura”, explica Débora Suc, técnico territorial del Programa de alimentación escolar de la FAO Guatemala.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/GEVHTHPY7FK77KIJCQ2E566JBE.jpg?auth=97554c4cc46b35f20e331c5506e3f3823ab43f40fdab55ebb2f8c88777e52f4d&width=414)
![Suc visita regularmente comunidades rurales como esta, la Aldea Naxombal, para incentivar a que cada vez sean más los productores que se inscriban. “Muchos de ellos trabajaban la tierra de manera informal y para que entren al concurso de las refacciones escolares no vale. El problema de los pueblos es que muchos no se fían o piensan que perderán sus ganancias por pagar impuestos. Entonces, toca venir y explicarles que es por el bien de todos. Por el de sus hijos y por el de sus propios negocios”, narra.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/54ZI727YZVLSDKTNOLOOG7IZBU.jpg?auth=2a0f204206474a64ddd0a91e93ec83815a135a40b4c2649c603c987db259a8b5&width=414)
![No hay nada más incómodo que una escuela en silencio. Aunque hoy está llena de padres de familia y profesores, no se escucha el bullicio de los niños. Los pupitres se usan para amontonar sacos de comida y las pizarras hace un año que no manchan de tiza. Para Ta Morales, maestra de primero de primaria, las repercusiones serán grandes: “Temo que todos vayan a trabajar el café a Honduras y no vuelvan. O que ellas empiecen a tejer y dejen la escuela”. Cada año, dice, se le van dos o tres.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/IQZU7J6Q6RILHC2TLZD6722NUY.jpg?auth=fe523966ff0bdbb328e303e65ee0561429610b75deb7839781442302a89a5117&width=414)
![A la salida el ambiente es más alegre. Las mujeres se cargan a la cabeza las botellas de aceite y los sacos de harina y echan a andar con la esperanza de encontrar una 'pickup' que les acerque un poco más. De camino, muchas piensan en el menú de hoy. Seguramente no serán solo frijoles y tortillas.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/X6ZZB6V2LBNXTBS7DH2DK4XUIQ.jpg?auth=e58f13c9e466881b35d0fccb9553a39b1bbc383de6f046c75da4ef3944ee374a&width=414)
![Y es que con esos alimentos comen familias enteras, no solo el matriculado. Estas han sido el gancho para no irse. Así lo cree Carlos Carrera, el representante de Unicef Guatemala: “Nos temíamos que muchos niños abandonaran la escuela durante la pandemia y ha pasado justamente lo contrario. En parte, por este programa y también por el seguro médico. Siempre es malo que haya abandono, pero el de este último año es relativamente inferior”. En 2020, la tasa de deserción escolar cayó del 4,2% al 1,5% en primaria y del 3,7% al 2,7% en infantil.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/MDSXKUNF6JOGPGPYWSTCDLB4LU.jpg?auth=15a10b4975d805085a0bc395fe155b55aad2f3cf15a8664a96bcd63776aa9338&width=414)
![Para Cristina Jalal Caal estas entregas han sido una “bendición”. Que dos de sus niñas vayan a la escuela ha supuesto un alivio inesperado para la economía de la casa, que resiste gracias a las ventas de verduras y cocadas de esta viuda de 45 años. Pero tiene una queja: “Lo que no pusieron fue jalapeño”. Se ríe a carcajadas nada más espetar la crítica. La risa no se la robó ninguna pandemia.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/RBWBXQXYNVIWZHGAKQ53XBMLDA.jpg?auth=1dc1459ce5f29abcbedc6f264e4386e0051bbeab5f3ee4719c7b19631bda3dd9&width=414)
![Algunos productores se acercan a veces a las escuelas para ver la cara de las madres. César Ja Juc es uno de ellos. “Me da mucho orgullo”, reconoce. Es el presidente de la Asociación de Productores de Agricultura Familiar, una cooperativa con 55 socios y el lugar donde descansa la ilusión de una comunidad que pelea por salir adelante entre tanta dificultad. “A nosotros nos está uniendo todo esto”.](https://cdn.statically.io/img/imagenes.elpais.com/resizer/v2/2A2FKXJ3AJNQRPVL5GS5PVKYYM.jpg?auth=a6ef1ee1bcefb189d8a95c791622250940d88d7a300173ba49243e2103bdc487&width=414)