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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Ser interlocal

De cada 25 personas que viven en el mundo, una es inmigrante. Cada vez más ciudadanos se sienten de dos lugares a la vez, quedando incompletos si necesitan definirse como pertenecientes a uno solo

Anatxu Zabalbeascoa
La escritora Jhumpa Lahiri, en su casa de Roma.
La escritora Jhumpa Lahiri, en su casa de Roma.Lorenzo Castore

Mi padre nació en Barcelona. Se llamaba Pablo Zabalbeascoa (con c, no con K). Tenía 14, o muchos más, apellidos vascos a pesar de que su madre había nacido en Liverpool. Mi abuela Carmen también era vasca, aunque hubiera nacido en Liverpool. Era hija de capitanes de barco. Su padre importó la soldadura eléctrica de Estados Unidos y montó en Barcelona unos talleres que llamaron vasco-catalanes. Por eso mi padre nació en Barcelona, aprendió inglés antes que castellano, tenía una tía que hablaba euskera, creció en Inglaterra durante la Guerra Civil, y, tras regresar de adolescente a Barcelona, aprendió catalán en la universidad, cuando estudió Químicas. Trabajó para una multinacional química norteamericana y luego para una farmacéutica francesa que lo llevó a vivir en Bruselas. ¿De dónde era?

Mi madre nació en Valencia. Como a su padre lo fusilaron tras la Guerra Civil, mi abuela se volvió a casar y se trasladó a Gandía. Allí creció y vivió hasta que se casó con mi padre cuando tenía 26 años. Vivió hasta los 81 en Barcelona. ¿De dónde era?

Mi hijo Telmo nació en Barcelona. Hace unos días cumplió 18 años. Tenía diez meses cuando llegó a Madrid, donde ha crecido. Es del Athletic de Bilbao, pero insiste siempre en que él es de Barcelona. ¿Eso puede ser?

El escritor Suketu Mehta (1963) llegó a Nueva York con su familia cuando tenía 14 años. Hasta entonces había crecido en Bombay. Estudió periodismo en Nueva York y escritura en Iowa. Publicó un libro sobre la ciudad donde nació, Ciudad Total, y su obra es una especie de sociología personal sobre el “doble orgullo nacionalista”, como él lo ha descrito. Su último libro This is our land, es una especie de manifiesto del inmigrante que defiende la aportación cultural, económica y social de los inmigrantes en la construcción de cualquier ciudad. ¿De dónde es Mehta? Él mismo se hizo esa pregunta y decidió acuñar el termino interlocal. Él se siente neoyorquino. Pero también es bombaití. No sería él si no pudiera ser de las dos ciudades a la vez.

Esa situación, no saber bien de dónde es uno, asfixió durante años a otra escritora india, Jhumpa Lahiri. A pesar de haber nacido en Londres y a pesar de haber llegado a Estados Unidos con un año y, por lo tanto, a pesar de haber sido educada como una ciudadana norteamericana, Lahiri pasaba los veranos en Calcuta, de donde eran sus padres. Y, de nuevo, a pesar de sus rasgos físicos, y de la deuda con la cultura bengalí de sus progenitores, la escritora no se sentía en casa ni en Calcuta ni en Nueva Inglaterra. ¿De dónde era? El caso de Lahiri es paradigmático porque, la escritora decidió llevar esa doble ciudadanía al paroxismo.

Tras dedicar la mayoría de sus libros de relatos y novelas a la población emigrante bengalí, cumplidos los 35 años y madre de dos hijos, decidió elegir ciudad. Eso supuso cambiar de idioma. Aprender uno al margen de los que le habían tocado en suerte. Y poder, por fin, empezar de cero. Su historia es, en sí, un relato maravilloso y triste a la vez. Lahiri comenzó a estudiar italiano. Se trasladó con su familia a vivir a Roma, perfeccionó el idioma y… comenzó a escribir en esa lengua. Se convirtió entonces en una escritora más introspectiva, cuando, en lugar de narrar la vida de los bengalíes comenzó a contar la suya. Se daba cuenta de que hiciera los esfuerzos que hiciera, sus rasgos hacían que los romanos se dirigieran a ella en inglés. Tomó la decisión de convertirse en ciudadana romana. Aunque no quiso perder la ciudadanía estadounidense. ¿Es romana Jhumpa Lahiri?

En las elecciones municipales pueden votar muchos inmigrantes. Los residentes de la Unión Europea que llevan más de tres años en España o los procedentes de países que tienen suscrito un acuerdo —como Bolivia, Colombia, Chile, Perú, Paraguay, Ecuador o Islandia, entre otros— pueden opinar cómo quieren que se gestione su ciudad. Puede que muchos de ellos se sientan interlocales, cuando eso ocurre, las ciudades son más complejas de gestionar. Pero se multiplican por mucho.

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