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Los planes del aristócrata del vino para hacer crecer a Marqués de Murrieta

Las ventas de la firma riojana aumentaron un 25% en 2022 y su presidente, Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, estudia nuevas vías de expansión como el enoturismo, la distribución de vinos de terceros o la compra de pequeñas bodegas

Vicente Dalmau Cebrian Sagarriga
Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, presidente de la bodega Marqués de Murrieta.
David Fernández

Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga (Madrid, 1970) pide consejo sobre un enorme macetero que le ha traído su paisajista. No le acaba de convencer. Marqués de Murrieta dista pocos kilómetros de Logroño, estamos a finales de diciembre pasado y sopla un viento frío y seco. Las viñas se preparan para la poda de invierno y queda solo la campaña de Navidad, uno de los momentos comerciales más importantes, para poner el broche a un ejercicio que ha sido bueno para las cuentas de esta bodega, fundada hace 170 años por Luciano Murrieta, protegido de la mujer del general Espartero.

“Cerraremos 2022 con un crecimiento de ingresos próximo al 25%”, afirma el undécimo conde de Creixell. En 2021, la bodega que adquirió su padre, Vicente Cebrián en 1983, facturó 18,3 millones de euros, con un beneficio de 5,68 millones. “En pandemia nuestra actividad no bajó. Nos ayudó nuestra diversificación geográfica [están en 104 mercados y exportan el 70% de la producción, siendo EE UU su principal comprador exterior] y el bum del consumo de vino de los hogares. Si hubiéramos dependido solo de los restaurantes en España, hubiésemos sufrido mucho más, igual que ellos”.

El crecimiento de la cifra de negocio no viene de un mayor número de botellas a la venta, sino del aumento de los precios. “Es una estrategia que podemos llevar a cabo porque nos movemos en el mercado de la más alta exigencia”, reconoce el presidente de la compañía. “Esta industria, como otros sectores, sufre de una gran polarización. Por un lado, están las marcas más exclusivas y, por otro, las bodegas que apuestan solo por el volumen. Lo que queda en medio de esos dos polos tiene poco recorrido”, reflexiona en su despacho, situado sobre una inmensa sala de barricas subterránea.

La marca de Marqués de Murrieta se ha consolidado en los principales mercados vinícolas gracias a una serie de reconocimientos. Es la bodega española con más vinos (ocho) calificados con 100 puntos por la famosa guía Parker y su Castillo Ygay 2010 fue elegido como el mejor del mundo en 2020 por la revista Wine Spectator. En 2022, el grupo se mantendrá en beneficios, pero Cebrián-Sagarriga reconoce que los márgenes se resentirán por el aumento de los costes. “Tenemos un gasto de energía muy alto y constante. Por ello, tenemos un parque fotovoltaico propio que este año será ampliado con el propósito de que el 50% de nuestro consumo provenga de energías renovables. Además de la energía, hay que tener en cuenta que el precio del vidrio se ha disparado, también el del papel o el corcho… En nuestro segmento, los márgenes son altos, pero hemos tenido que subir algo más rápido los precios de lo que teníamos previsto para compensar el deterioro del beneficio de explotación”, explica.

Educado en el British Council de Madrid, cursó las licenciaturas de Económicas, Empresariales y Derecho en la Universidad de Navarra. Una mirada epidérmica a su currículo lleva a pensar que Cebrián-Sagarriga ha tenido una vida fácil. Pero no es del todo así. En 1996 fallece su padre de un infarto con solo 47 años. En ese momento, él y su hermana Cristina (en total son cuatro hermanos) apenas cuentan con 26 años y asumen la dirección del holding familiar. Su padre tenía negocios inmobiliarios, de construcción y también exposición a los medios de comunicación (compró el periódico Ya y fue uno de los fundadores de Antena 3 Radio). Poco a poco, fueron desprendiéndose de todo el legado paterno para concentrarse en Marqués de Murrieta. “Cuando me preguntan cuáles son las claves del éxito, siempre digo que son trabajar, mantener el rumbo aunque surjan dificultades y pensar en el largo plazo”, reflexiona.

En estos casi 27 años al frente de la firma se ha acometido una profunda reforma de la bodega. En primer lugar, se reconstruyó el castillo de Ygay, donde el fundador trajo a España desde Burdeos el modelo del château para la elaboración de vinos en el siglo XIX. Fue inaugurado en 2014 y ahora es un museo. La segunda fase de la reconstrucción culminó en 2021 y afectó a toda la zona productiva para la elaboración y crianza de vinos. Se invirtieron 30 millones para actualizar uno de los edificios industriales más antiguos de Europa. Y ahora se ha puesto en marcha la tercera fase, que quiere potenciar el enoturismo (reciben 12.000 visitas al año) con la transformación de unos edificios centenarios en habitaciones de lujo. También modernizarán las instalaciones de la otra bodega del grupo, Pazo de Barrantes, en Galicia.

Nuevas alternativas

Consciente de que no pueden crecer en volumen y que la expansión vía aumento de precios también tiene sus límites, el presidente de Marqués de Murrieta otea nuevas alternativas de crecimiento. En primer lugar, quieren potenciar su negocio de distribución de nuevos vinos. Ya han llegado a un acuerdo con la familia Cointreau para llevar en exclusiva en España el champán Gosset. “No voy a crear una empresa de distribución, siempre trabajaré con proyectos concretos dentro de la gama de vinos de lujo. Hemos completado nuestro proyecto con Gosset y podríamos sumar otra marca internacional”, señala. Otro canal de crecimiento podrían ser las operaciones corporativas. “Debido a nuestra posición en el mercado, recibimos muchas propuestas para comprar otras bodegas. Esta alternativa no es prioritaria, pero, si surge un proyecto pequeño de máximo nivel, lo analizaríamos. En cualquier caso, no sería en blancos porque ya tenemos la bodega de albariño de Pazo de Barrantes en Galicia y no me veo en Ribera del Duero”, avanza.

Marqués de Murrieta es propiedad de la familia (aún tienen pendiente hacer un protocolo de sucesión) y usan recursos propios y deuda bancaria para financiarse. No quieren oír hablar de otras alternativas como la Bolsa o el capital riesgo. Creen que este tipo de inversores no casan bien con su visión a largo plazo. “Este proyecto, tal y como yo lo concibo, solo tiene sentido si tiene detrás a una familia. Porque, además de un negocio, es un proyecto de vida. Por ejemplo, las añadas de Castillo de Ygay 2013, 2014 y 2015 no saldrán al mercado porque no reúnen la calidad que nosotros entendemos que deben tener”, concluye el conde de Creixell.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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