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Productividad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La máquina de difusión de la productividad está averiada

En la batalla por el talento, las compañías más productivas pueden ofrecer mejores salarios

Productividad
MARAVILLAS DELGADO

La desaceleración del ritmo de avance de la productividad experimentada por las economías avanzadas desde comienzos del siglo XXI es un problema bien conocido. También lo es la existencia de importantes diferencias en productividad entre las empresas, incluso las pertenecientes a una misma industria. En consecuencia, centrarse exclusivamente en la productividad agregada, o por industrias, puede llevar a tomar decisiones equivocadas.

El mayor crecimiento de la productividad en las empresas líderes ha generado una brecha con el resto que se ha ido ampliando con el tiempo. Este fenómeno contradice una de las conclusiones básicas de los modelos de crecimiento más establecidos, que postulan lo contrario: el crecimiento más rápido de las más atrasadas aprovechando la posibilidad de copiar de las mejores. Una explicación es que las innovaciones y los avances tecnológicos realizados por las líderes se difunden muy lentamente aguas abajo. Es lo que se conoce como la “avería de la máquina de difusión”. Por otra parte, las divergencias en las tasas de crecimiento de la productividad son todavía más intensas entre las empresas más rezagadas, lo que sugiere que la velocidad de difusión es todavía más lenta para este colectivo. Las razones anteriores justifican el interés por descender de la macro a la micro aprovechando la información para empresas individuales contenida en la base de datos MultiProd de la OCDE, disponible para un número amplio de países, entre los que no se encuentra España.

Esta base de datos permite constatar que el grupo de las más rezagadas está constituido por empresas jóvenes, pequeñas y muy heterogéneas entre sí. En general, se distinguen tres grupos: 1. Lo que se conoce como empresas zombis, las que en condiciones competitivas desaparecerían del mercado; 2. Empresas que operan por debajo de su escala eficiente en sus comienzos, pero cuentan con importante potencial de crecimiento; y 3. Las pymes que por el tipo de negocio al que se dedican tienen más limitada su capacidad de crecer en tamaño y productividad. La heterogeneidad del grupo exige tomar medidas distintas y específicas para cada colectivo, tal como contempla el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia con la Ley Concursal para el primero, la de start-ups para el segundo, y la ley Crea y Crece para el tercero.

Ya se ha mencionado la divergencia en productividad entre las empresas líderes y el resto. Sin embargo, cuando se considera el conjunto del tejido empresarial, y no solo estos dos grupos, se comprueba que los menores crecimientos de productividad se producen en el grupo de empresas que ocupan posiciones intermedias. Al entrar en mayor detalle, dos resultados son especialmente interesantes. El primero es que la velocidad de convergencia es mayor para las empresas jóvenes que estarán probablemente ligadas a sectores más dinámicos. El segundo, que la velocidad es menor en las empresas pertenecientes a industrias que utilizan las nuevas tecnologías con mayor intensidad. Este segundo resultado —que podría parecer en principio chocante— se explica porque el aprovechamiento de las ventajas de la digitalización requiere empresas con prácticas de gestión y personal cualificado adaptado para operar en entornos digitales innovadores. Es decir, requiere empresas que inviertan más en intangibles, y esto es más probable que ocurra en las empresas más productivas, lo que explicaría la ampliación de la brecha con el resto.

Desde la perspectiva de las políticas que pueden contribuir a reparar la “máquina de difusión”, hay acuerdo generalizado en tres áreas de intervención: capital humano, I+D y financiación. Seguramente el mayor problema se encuentre en el primero, en el desacoplamiento existente entre la demanda y la oferta de trabajo cualificado. En la batalla por captarlo, las empresas más productivas pueden ofrecer mejores salarios, absorbiendo una oferta que es limitada, ampliando con ello la brecha con las que no pueden competir en la lucha por el conocimiento y el talento a no ser que ofrezcan un incentivo con la participación en resultados. En segundo lugar, una política de apoyo decidido a la I+D tiene el potencial de estimular la difusión y la capacidad de absorción del conocimiento. La intensificación de las relaciones entre la Universidad y la empresa resulta clave, contribuyendo a reforzar ambas áreas: capital humano e I+D. Por último, las barreras a la financiación son muy superiores para las empresas más rezagadas, especialmente para las más tecnológicas e innovadoras cuyo capital es intangible y con mayores dificultades para ser utilizado como colateral. Esto es un freno importante para las economías con sistemas financieros tan bancarizados como la nuestra.


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