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La productividad de la economía española cae un 7% en lo que va de siglo

Mejora desde 2013 pero sigue estando muy rezagada respecto a otros países, según un estudio de la Fundación BBVA y el Ivie

Antonio Maqueda
Productividad
Operarios en un taller metalúrgico.

Una economía puede crecer porque pone a más gente trabajando; porque invierte en maquinaria y equipos que le permiten producir más, o porque se organiza mejor, es más eficiente y consigue hacer más con los mismos medios. Esto último es la llamada productividad total de los factores. Según la manida frase del premio Nobel Paul Krugman, a largo plazo la productividad es casi todo. Cuando esta sube, crecen la producción y los salarios. Sobre todo aumentan el PIB y la renta per cápita, que es la verdadera medida del bienestar económico. Muchos han sido los avisos de economistas y organismos en los últimos años alertando sobre el pésimo comportamiento de la productividad en España. Junto al elevado desempleo, explica que la economía española no esté logrando converger en renta por habitante con la media europea. Es más, en lo que va de siglo incluso ha caído: retrocede un 7,3%, según advierte un informe del Observatorio de la Productividad y la Competitividad en España, creado por la fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

Esto significa que nos organizamos peor y que somos menos eficientes que hace 23 años. “Indica un aprovechamiento deficiente de los recursos utilizados. Una parte del sistema productivo no es eficiente, frenando las ventajas de costes a la hora de competir y las mejoras de renta per cápita y bienestar”, dice el documento.

Cuesta creer que la productividad no avance en la época en la que se han desarrollado la digitalización, internet y el móvil. Algunos economistas apuntan los problemas de medición: después de todo, no es algo observable y solo se calcula como un residuo. No obstante, en general todos los estudios señalan en la misma dirección: un bajo rendimiento de la productividad española. Y así lo constata el análisis de la Fundación BBVA y el Ivie. Aunque estos expertos subrayan que ha habido una mejora de la inversión relacionada con la tecnología y la economía del conocimiento, esta se ha visto lastrada por el boom inmobiliario. Con la burbuja se hizo un grandísimo esfuerzo inversor guiado por las alzas de precios y no por la intención de mejorar la producción a largo plazo, señalan. Pero este stock de inversión en inmuebles es muy duradero, sigue ahí todavía, supone costes financieros y no está generando ingresos. Se trata de pisos, bajos comerciales u oficinas que aún están sin utilizar. Incluso los pisos turísticos no tienen una utilización plena. Todavía queda mucho exceso de capacidad por la burbuja, argumentan.

En definitiva, toda esta inversión creció mucho más que el valor añadido, lo que hundió la productividad del capital. Así, aunque la productividad del empleo por hora trabajada ha crecido un 0,7% al año entre 2000 y 2022, la del capital —esto es maquinaria, equipamientos tecnológicos, inmuebles, infraestructuras…— ha retrocedido un 1,2% anual. El lastre de la burbuja inmobiliaria explica este pobre rendimiento. Y el informe pone como indicio claro el porcentaje de viviendas que están vacías o son segunda residencia: 28% en España frente al 17% en Francia o el 9% en Alemania.

Dicho esto, pese a esta mala evolución, la buena noticia es que entre 2013 y 2019 se ha registrado una mejora de la productividad total de los factores, con un crecimiento anual del 1,2%, que solo se vio interrumpido por la pandemia. Y luego volvió a recuperarse con un incremento anual del 1,4% en 2021 y 2022. El shock de la covid ha sido transitorio gracias a políticas como los ERTE, apoyadas por el BCE y la UE. Además, desde 2014 la inversión se ha orientado más hacia activos basados en el conocimiento y en los intangibles.

Aun así, la comparativa con otros países a partir de las mismas bases de datos deja a España en una mala posición. También a Italia, donde se pierde un 5% desde el 2000. Mientras que en estos dos países ha retrocedido, en Francia apenas repunta un 0,8%. En Reino Unido ha subido un 8,8%. En Alemania, un 11,8%. Y en Estados Unidos, un 15,5%.

Los motivos de esta evolución tan dispar son que no han padecido una burbuja inmobiliaria del mismo calibre, poseen más actividades de mayor valor añadido y sus empresas presentan un mayor tamaño y, por tanto, invierten más en intangibles. Esto es: formación, marketing e imagen de marca, organización empresarial, software, bases de datos, diseño, innovación o I+D. Esta inversión en intangibles se considera fundamental a la hora de mejorar la productividad porque aumenta la eficiencia de las empresas. Y España ocupa la última posición en estas inversiones. Solo representan un 40% del total cuando en países como Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Finlandia o Suecia superan el 60%.

Otro factor importante es la especialización de la economía española, con una menor presencia de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), y de actividades intensivas en conocimiento, a pesar de que en la última década han ganado peso sectores más productivos frente a la construcción.

Por otra parte, en España avanza la productividad del trabajo, pero lo hace de forma más lenta que en otros países. Mejoró mucho con la Gran Recesión por la destrucción de empleo. Sin embargo, se ve muy perjudicada, según el informe, por los pobres resultados educativos, la elevada temporalidad, el menor trabajo cualificado y una gestión de las empresas poco profesionalizada. Abundan aquellas donde la dirección y propiedad se concentra en una sola persona que, además, no cuenta con una formación superior. Hacen faltan órganos gestores, directivos altamente cualificados y que las empresas ganen tamaño, concluye el observatorio.

La escasa productividad ha provocado que la brecha en renta por habitante con la UE-27 haya empeorado hasta el 14,4% en 2022, cuando en el 2000 solo era del 2,4%, apuntan los autores del informe. Estos expertos recuerdan que Bruselas exige la creación de un Consejo de la Competitividad y recomiendan poner el énfasis en la inversión productiva, el capital humano, la innovación y otros activos intangibles, la digitalización y la dinámica productiva de las empresas. Además, reclaman reformas que dinamicen los mercados de productos y servicios.

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Sobre la firma

Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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