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La rentabilidad de la deuda de EE UU y Europa se dispara por la agresividad de los bancos centrales

El bono estadounidense llega a máximos desde 2007 y el alemán, a su mayor cota desde 2011

Christine Lagarde
Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la Fed.GETTY
Lluís Pellicer

Los mercados han acabado por asumir el nuevo mantra que los banqueros centrales entonan de forma machacona desde el verano: los tipos de interés deberán seguir más altos durante más tiempo para aplacar la inflación. Esas tres palabras (“high for longer”, en inglés) finalmente han hecho mella entre los inversores, que exigen más rentabilidad para comprar deuda pública. La presión ha llevado al bono estadounidense a 30 años a ofrecer una rentabilidad de casi el 5%, el máximo desde 2007. Las tensiones en los mercados de deuda también han llegado a la zona euro, con el bono alemán a diez años dando un rendimiento del 3%, el más elevado desde 2011.

Hace solo un año y medio, los inversores todavía tenían que pagar por comprar bonos alemanes a diez años. Fue en primavera de 2022 cuando esas obligaciones, consideradas las más seguras de Europa, dejaban atrás los números rojos y ponían fin a una era en la que algunos bancos de la zona euro llegaron a dar hipotecas de interés negativo y a cobrar a sus clientes por guardar su dinero. Empezaba entonces lo que los analistas consideraban el camino hacia la normalización: los ahorradores debían volver a ser recompensados y los deudores tenían que ser penalizados de nuevo.

El camino ha terminado siendo rápido: esta semana el bono alemán a diez años ha alcanzado el 3%. Lo ha hecho a la vez que la deuda estadounidense alcanzaba cotas jamás vistas desde 2007, en los primeros episodios de la crisis financiera. La razón está en el endurecimiento de la política monetaria, que todo apunta que será más severo de lo esperado. “El proceso de subida de los intereses de la deuda se debe a que la normalización de la política monetaria va a trasladarse también a los bonos de cada país. Y segundo, los temores de que todo cuanto ha hecho la Reserva Federal y el BCE no sea suficiente para acabar con la elevada inflación”, sostiene Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Valencia.

Los mercados daban por hecho en el primer semestre del año que el ciclo de subidas en Washington y Fráncfort estaba ya agotado y que, una vez la economía entrase en recesión, los tipos de interés empezarían a bajar, incluso a principios del año que viene. Las economías de EE UU y la zona euro, sin embargo, de momento no se han deprimido. Es más, los mercados laborales siguen fuertes y los salarios han mantenido su senda ascendente, lo cual ha llevado a los inversores a concluir que los banqueros centrales cumplirán su palabra y continuarán con los tipos en un territorio que enfríe la economía. “Los mercados de bonos se equivocaron cuando consideraron que la economía estadounidense se contraería este año y la Reserva Federal se vería obligada a parar con las subidas y a bajar el precio dinero más pronto que tarde. Ahora los mercados han sobrerreaccionado”, explica José Carlos Díez, profesor de Economía de la Universidad de Alcalá.

Órdenes de venta

El calentamiento del mercado de bonos en EE UU, que se calmó algo este miércoles después de la publicación de un dato de empleo más débil de lo esperado, se ha contagiado rápidamente a Europa. En parte, porque las ventas masivas de deuda se deben también a factores técnicos. “La principal razón es el escenario de tipos de interés más altos durante más tiempo. Hemos visto cómo hay miembros del consejo de la Reserva Federal que creen incluso que podría haber nuevas subidas este mismo año”, explica Javier Pino, analista de AFI. “Pero también hay patrones técnicos, puesto que, a cierto nivel, hay inversores que pueden haber cerrado posiciones”, añade. Es decir, que han saltado órdenes de venta después de que los bonos hayan rebasado ciertos niveles.

En Alemania, la rentabilidad del bono alemán rebasó el 3%, alcanzado un nivel que no se había visto desde 2011. También subió el rendimiento de la deuda otros países: la de Francia sobrepasó el 3,5%; la de Portugal, el 3,6%, y la de España, el 4%. La buena noticia es que la prima de riesgo sigue a raya, alrededor de los 110 puntos básicos respecto al bono alemán. En cambio, Italia prácticamente alcanzó el 5%, con una prima de riesgo que supera los 200 puntos básicos por la desconfianza de los mercados respecto a las políticas de Giorgia Meloni. A medida que van conociéndose las previsiones financieras de Roma, los inversores temen desvíos presupuestarios que acaben en un enfrentamiento con Bruselas. “Los mercados al final castigan la heterodoxia. Lo vimos en el Reino Unido y lo vemos ahora en Italia”, afirma Carbó.

La prima de riesgo italiana de 200 puntos está muy lejos de los 500 puntos básicos que provocaron la salida de Silvio Belusconi en 2011. “Todavía no ha llegado a ese punto, pero sí se aproxima a los 225 puntos básicos que el Banco Central Europeo considera que es un nivel no confortable para la transmisión de la política monetaria”, sostiene Javier Pino, de AFI, quien recuerda que Fráncfort ya se armó del Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI, por sus siglas en inglés) ante el riesgo de fragmentación dentro de la zona euro por el incremento de los tipos de interés. De hecho, los mercados empezaron a perder la paciencia incluso antes de la primera subida, en julio de 2022, y castigaron la deuda de los países periféricos a comienzos de verano. Fráncfort decidió entonces acudir a su rescate con un instrumento, el TPI, que por ahora no ha tenido que usar: su mera existencia ya calmó a los mercados. Sin embargo, las dudas que genera Meloni han acabado por volver a perjudicar a Roma. “Es una buena noticia que España esté desacoplada de Italia”, añade José Carlos Díez.

Los mercados, sin embargo, se ceban sobre todo con la deuda estadounidense. Y la subida del rendimiento del bono del país norteamericano volvió a apreciar el dólar frente al euro. De hecho, la moneda europea volvió a acercarse más a la paridad al bajar del nivel de los 1,05 dólares, aunque acabó por recuperar esa cota. Las turbulencias también se han trasladado a los mercados de valores. Los analistas esperan que, tras estos movimientos, los mercados de deuda vayan estabilizándose. Sin embargo, sí anticipan que meterán presión a los banqueros centrales, en especial en Fráncfort, para mantener los tipos de interés congelados e ir con cautela en la reducción del balance, que algunos miembros del sector más duro abogan por reducir de forma más enérgica que hasta ahora.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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