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Calviño y Gentiloni aplauden la reacción del BCE a la subida de las primas de riesgo

El Eurogrupo apenas avanza en la Unión Bancaria ante las grandes discrepancias entre Italia y Alemania

Manuel V. Gómez
Paolo Gentiloni
El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, a su llegada a la reunión del Eurogrupo en Luxemburgo.JOHN THYS (AFP)

La intervención del Banco Central Europeo (BCE), que se ha comprometido a acelerar la creación de un mecanismo para frenar futuras crisis de deuda soberana, ha sido muy bien recibida por alguno de los máximos responsables económicos de la zona euro. “Buena noticia”, ha sido la expresión que ha utilizado la vicepresidenta primera española y ministra de Economía, Nadia Calviño, a la entrada del Eurogrupo, este jueves en Luxemburgo. “Creemos que la intención del BCE de abordar el riesgo de fragmentación de la política monetaria es muy importante”, ha declarado a su llegada, el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, una posición que ha mantenido a la salida. “Y creo que esto fue ampliamente entendido por todos”, ha apostillado.

El comisario italiano, no obstante, ha aclarado que esto no es suficiente para la situación actual. Gentiloni ha sido tajante al afirmar que los Estados no pueden confiar en que la política monetaria vaya a solucionar todos los problemas y que también hay que apostar por la consolidación fiscal.

Este miércoles el Consejo de Gobierno del BCE se reunió de urgencia para salir al paso de la escalada de las primas de riesgo de países como Grecia, Italia o España una vez ha quedado claro que Fráncfort va a empezar a subir tipos de interés. Del encuentro salió el compromiso de que la máxima autoridad monetaria de la zona euro iba a pisar el acelerador para crear un mecanismo que interviniera en los mercados de capital evitando que esos diferenciales entre la rentabilidad exigida por los inversores para los bonos alemanes a 10 años y los de otros países como Italia o España, la llamada prima de riesgo, no se disparara. Un día antes, el rendimiento de la deuda griega había superado el 4,5%; la de Italia, el 4%; y la de Portugal, el 3%. En España subió hasta el 3%, el máximo desde 2014.

Este es el primer paso hacia la llamada fragmentación financiera de la zona euro, en la que las exigencias de rentabilidad para unos países y otros se agranda mucho, y también para las empresas y los bancos en función de su nacionalidad, lo que se convierte en un grave problema en un mercado único con una solo moneda, ya que lastra mucho la competitividad de las empresas y Estados afectados. De ahí que Calviño haya aplaudido el paso dado por el organismo que preside Christine Lagarde: “Hay un mensaje claro del Banco Central Europeo y de todas las instituciones, un fuerte compromiso para asegurar la resiliencia y la fortaleza de la eurozona y evitar episodios de fragmentación en el mercado europeo”. La vicepresidenta ha añadido que esperaba una valoración parecida por parte de sus 18 colegas, los ministros de Finanzas del área euro, reunidos en el Eurogrupo.

La reacción de su homólogo alemán, Christian Lindner, en cambio, ha sido más contenida. Señalado desde el primer día como un halcón poco amigo de las políticas heterodoxas del BCE en los últimos tiempos, ha declarado: “Está claro que en Europa nos mantenemos unidos en la unión económica y monetaria, que es estable y sólida. La unión económica y monetaria es estable y sólida. No hay necesidad de que nadie se ponga nervioso solo porque los diferenciales de las primas de riesgo individuales alguna vez sean ligeramente más altos que hace unos meses”. Como Gentiloni, ha pedido prudencia fiscal.

El anuncio hecho por el BCE este miércoles ha restado casi todo el protagonismo al frustrado intento de revitalizar la Unión Bancaria, algo que se ha constatado en este Eurogrupo. El empeño del presidente de este órgano, el irlandés Pascal Donohoe, por fijar al menos un plan de trabajo que avanzara lentamente hacia un fondo de depósito común ha vuelto a chocar con la posición de Alemania e Italia, que se encuentran en posiciones antagónicas. El primero se resiste a que este instrumento sea mancomunado y el segundo no acepta las condiciones de Berlín para, al menos, dar algunos pasos en esa dirección.

Sobre este escenario, lo único que han logrado los ministros de Finanzas es pedir a la Comisión Europea que haga una propuesta para armonizar la reglamentación en las liquidaciones bancarias. La norma actual, de 2014, ha demostrado que no está adaptada a entidades pequeñas y medianas, como ha admitido Gentiloni, por lo que precisa una actualización.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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