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Reportaje:

El electricista volador

Antes de dedicarse a los 'rallies', Loeb arreglaba enchufes

Oriol Puigdemont

Sébastien Loeb, las manos de un pianista al volante de un coche de carreras, se consagró el domingo pasado como el mejor piloto de rallies de siempre tras apuntarse, en Gales, su cuarto título mundial consecutivo. El francés igualó así a los finlandeses Juha Kankunen (1986, 1987, 1991 y 1993) y Tommi Makkinen (de 1996 a 1999).

A sus 33 años, Séb es una roca mental. Y también lo sería físicamente si una lesión de espalda no le hubiera apartado del potro, las anillas y las volteretas. "Fui gimnasta durante 12 años", recuerda Loeb, que, antes de dejarlo, fue cuatro veces campeón de Alsacia e incluso se clasificó quinto en el campeonato francés. "Esta afición me la inculcó Guy, mi padre, que fue campeón universitario", explica el piloto, que, cuando se rompió, encaminó su vida hacia un ámbito bien distinto.

"Me puse a hacer de electricista, a arreglar enchufes, que siempre había sido el sueño de mi vida", ironiza. "En ocasiones pienso en el pasado, en todos los momentos malos que he atravesado, y trato de digerir la suerte que he tenido", ahonda el corredor, siempre con un aire desaliñado y bajo la gorra de BF Goodrich, el suministrador de neumáticos de su C4 World Rally Car (WRC).

Entre arreglos de fontanería y apaños de chispas, un vecino suyo que tenía un taller le preparó un coche para que corriera en alguna que otra prueba. Casualidad o no, era un Citroën. Desde entonces no ha dejado de ganar.

A pesar de que aterrizó en el Mundial ya mayor -en 1999, con 25 años-, Loeb ha aprovechado el tiempo. En 2003 pudo haberse estrenado como campeón si Guy Fréquelin, quien aún es su director en Citroën, no le hubiera obligado a levantar el pie del acelerador con tal de amarrar el título de constructores para la genial marca francesa. Esa temporada ganó Petter Sölberg, con Subaru, pero desde entonces la dictadura de Loeb ha arrasado. No en vano es el piloto que más rallies ha ganado (36); el que más triunfos ha sumado en una temporada, los 10 que consiguió en 2005, y el que ostenta la mejor racha, seis victorias, ese mismo año.

Acompañado de su inseparable copiloto Daniel Elena, el francés volador terminó quinto el domingo en Gales. Rodó al trote, al ralentí, para no arriesgarse más de la cuenta. Cuando descendió del podio, le llovieron los elogios. El más curioso, el del finlandés Ari Vatanen, campeón en 1981. "Eso confirma lo que yo siempre había sospechado: que su bisabuelo tenía que ser finlandés, ya que, si no, no puede entenderse todo lo que ha conseguido".

Sébastien Loeb celebra en Cardiff su cuarto título mundial.
Sébastien Loeb celebra en Cardiff su cuarto título mundial.REUTERS

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