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Santi Giménez, el mayor error de Tata Martino reconvertido en el goleador del Feyenoord

El delantero del Feyenoord deslumbra en su segunda temporada en Países Bajos. Una expulsión la temporada pasada le privó de jugar los primeros dos partidos de la Champions League

Santiago Giménez celebra un gol con el Feyenoord frente a la Lazio, en la Champions League.
Santiago Giménez celebra un gol con el Feyenoord frente a la Lazio, en la Champions League.Andre Weening (Getty Images)
Diego Mancera

El nombre de Santiago Giménez (Buenos Aires, 22 años) se ha adueñado del partido que este martes (21.00, Movistar LC) enfrenta al Feyenoord con el Atlético de Madrid. De origen argentino por parte de padre, pero de nacionalidad mexicana por parte materna, ahora mismo es una de las atracciones del mercado. A ojos de clubes y agentes reúne los condicionantes ideales para afrontar una primera gran operación: es joven, goleador y tiene el gen competitivo de los mexicanos que han triunfado en Europa, desde Hugo Sánchez, Rafa Márquez, Héctor Moreno, Torrado o Héctor Herrera, por citar algunos. Los 28 goles que hizo la temporada pasada entre todas las competiciones pusieron las orejas tiesas a ojeadores y analistas, los 18 (16 en Liga y dos en Champions) que lleva en este inicio de curso han provocado que se le asocie al club rojiblanco, al Real Madrid y a grandes de la Premier League como el United o el Chelsea.

En México aún lamentan que cuando empezaba a irrumpir en el mundo del fútbol tras ser fichado por el Feyenoord, el entonces seleccionador del Tri, Gerardo Tata Martino, le marginara del Mundial de Qatar. “Es goleador de la Europa League, pero tiene pocos minutos. Hay que ver más allá de los goles”, contó el argentino. El estratega, sin un delantero certero, consumó el mayor fracaso de la selección mexicana en 40 años al caer eliminada en la fase de grupos.

“Es un sueño que tengo, el ir a un Mundial. Cuando no se dio me dolió mucho, pero Dios me dio respuestas y sé que mi carrera no termina ahí”, replicó Giménez tras la Copa del Mundo. Después, se centró en agradar a su entrenador, Arne Slot, para ganarse el sitio de nueve fijo. El corazón partido que provocó Tata Martino sacó la mejor versión de Giménez. Fue crucial para que el Feyenoord ganara la Liga y alcanzara la ronda de cuartos de final en la Liga Europa. Fue en este último partido europeo donde perdió la razón y se ganó una tarjeta roja por una fea patada a Gianluca Mancini que le costó dos partidos de suspensión en Europa. La opinión generalizada es que el duelo del Metropolitano, ganado por el Atlético (3-2) con muchos apuros, hubiera sido otro con Giménez en el campo. “Sabemos que vamos a crear ocasiones para él. Espero que sea el último jugador de mi equipo en tocar la pelota en las jugadas porque eso supondrá que ha marcado”, aseguró en rueda de presa su técnico Slot.

Esta temporada, Giménez se mantiene como uno de los grandes goleadores de los Países Bajos. Dio una exhibición con tres goles en el accidentado clásico que tuvo que ser suspendido por incidentes (0-4) de las aficiones. Quizá uno de los partidos que mejor le sentaron al mexicano fue la goleada a domicilio frente el Ajax. El juego, que tuvo que suspenderse por la actitud de los aficionados, terminó con el primer triplete del mexicano (0-4). Ahora llevaba tres jornadas sin marcar, pero el sábado se destapó con otro hat-trick ante el Excelsior (2-4). Su debut en Champions fue de ensueño al marcar un doblete contra la Lazio.

Giménez trae en el ADN el instinto del fútbol total. Su padre, Christian Giménez, jugó como profesional en Boca Juniors en 1998. Se mudó a México en 2004, donde se hizo ídolo en el Pachuca, club que le ha dado a su país su único trofeo internacional, la Copa Sudamericana de 2006. Multicampeón de Liga se marchó a uno de los clubes más populares, el Cruz Azul. El equipo fundado por una de las mayores cementeras de América Latina tenía un problema: llevaba décadas sin ganar un campeonato local. Giménez padre lo intentó, pero solo consiguió un trofeo de Copa. Estuvo muy cerca, en 2013, cuando su equipo ganaba la final frente al América. Solo faltaban cinco minutos para los festejos, pero el club sufrió una remontada al encajar dos goles y caer, finalmente, en los penaltis. Así se acuñó la palabra cruzazulear, una forma para referirse a la derrota más inverosímil. Su hijo Santiago también se formó en los equipos juveniles, tardó cuatro temporadas en ser titular del primer equipo para que en 2021 llevara al Cruz Azul a romper su maldición de 23 años sin ser campeón de Liga.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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