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Un traje a medida a Alpine

Lawrence Stroll, dueño de Aston Martin, el que será el nuevo equipo de Fernando Alonso, es conocido como el ‘Rey Midas’ del sector de la moda

Fernando Alonso
Fernando Alonso en una rueda de prensa el 30 de junio, en Silverstone.JUSTIN TALLIS (AFP)
Oriol Puigdemont

Al margen de convertirse en los dos principales reclamos de la misma marca de coches, James Bond y Fernando Alonso tienen otra cosa en común: por donde pasan hay jaleo. Lógicamente, los golpes que da el agente secreto más famoso del mundo del cine son mucho más explícitos que los del español, por más que Alpine pueda no estar del todo de acuerdo en ello. El pasado lunes por la mañana, Aston Martin anunció la contratación de Alonso, que la temporada que viene se enfundará el mono verde que hace tan reconocible a la compañía. El contrato especifica una duración mínima de dos temporadas, así que el asturiano se asegura formar parte de la parrilla de la Fórmula 1 hasta 2024, cuando ya habrá cumplido los 43 años. El comunicado oficial provocó una reacción en cadena que puso en ridículo a Alpine, la división deportiva de Renault, con quien el ovetense consiguió sus dos coronas de campeón (2005 y 2006) y con quien regresó a la F1 en 2021 tras dos años de asueto.

Otmar Szafnauer, director de Alpine, reconoció ese mismo lunes que se enteró del adiós de Alonso cuando leyó la nota de prensa y, que el día antes, el domingo del Gran Premio de Hungría, daba por sentado que sería capaz de llegar a un acuerdo para su renovación. Al ser preguntado, Szafnauer vino a decir que no pudo contactar con Alonso al no tener este cobertura, dado que se encontraba en Grecia de vacaciones. Aquella misma tarde, el corredor colgó una serie de secuencias en su perfil de Instagram que dejaban claro que, en realidad, estaba en Oviedo. Por si los responsables de Alpine no hubieran quedado suficientemente expuestos con toda esa representación, Oscar Piastri, el elegido para reemplazar a Alonso y pasar a formar pareja con Esteban Ocon, negó rotundamente haber firmado ningún acuerdo con la formación de Enstone, con quien, según recalcó en su cuenta de Twitter, no tiene “ninguna intención de correr”.

Alpine pensó tener la sartén por el mango y tensó la cuerda porque quería asegurarse la mejor alineación posible y en las condiciones más favorables, bien fuera con Alonso o con Piastri, involucrado en su programa de desarrollo. A estas alturas de la película, el equipo ya ha salido trasquilado a nivel mediático y habrá que ver cómo termina el conflicto con el joven australiano, de quien se sobrentiende que tiene un preacuerdo con McLaren para reemplazar a Daniel Ricciardo en 2023. Alonso, mientras tanto, podrá disfrutar del verano tras resolver su futuro, por más que será interesante comprobar cómo le recibe Alpine en Spa (28 de agosto).

Su aterrizaje en Aston Martin es difícil de justificar desde una vertiente deportiva, puesto que abandonará la estructura que figura en el cuarto puesto de la tabla reservada a los constructores para recalar en la penúltima. A pesar de la inversión que se ha hecho y se hará en nuevas infraestructuras —túnel de viento—, la historia del campeonato no ofrece demasiados ejemplos de pelotazos, siendo el más reciente el de Brawn GP, que en 2009 se llevó el título con Jenson Button, después de que Ross Brawn pagara una libra por Honda. Entonces, ¿cuál ha sido el elemento que ha seducido Alonso para volver a cambiar de aires? La respuesta no es qué sino quién: Lawrence Stroll, propietario del 16,7% de la prestigiosa marca de coches que las películas de Bond popularizaron, y que a su vez ocupa el cargo de presidente.

Stroll, la abreviación de Strulovitch, es un magnate canadiense que figura en el puesto 1.012 de la lista Forbes de las personas más ricas del mundo de este 2022. Su patrimonio estimado es de 2.944 millones de euros, de los cuales destinó 101 millones en 2018 a salvar de la quiebra al equipo Force India, para cumplir los deseos de Lance, su hijo. A sus 23 años y en el que es su sexto Mundial, el mejor resultado del que será el nuevo compañero de Alonso es la tercera posición que se adjudicó en el Gran Premio de Azerbaiyán de 2017, que le convirtió en el segundo más precoz en conseguirlo, solo superado por Max Verstappen.

El chico lleva el concepto piloto de pago a otro nivel, si bien es cierto que haría falta mucha incapacidad para acabar con el imperio de su padre, conocido en el mundo de los negocios como el Rey Midas, por su acierto en las operaciones. De su colección privada de Ferrari de época destaca el 250 GTO, uno de los vehículos más caros que existen, cuyo valor puede llegar a los 70 millones de euros. A este multimillonario nacido en Montreal hace 63 años también le gusta el mar, dado que entre sus juguetes también emerge un catedralicio yate de casi cien metros de eslora, por el que pagó 200 millones de euros.

Llegados a este punto está por ver si tendrá tanta vista en el mundo de las carreras como antes lo tuvo en el de la moda. Stroll hizo la mayor parte de su fortuna con la venta de las acciones que poseía —junto a Silas Chou, su socio hongkonés— de las marcas Tommy Hilfiger y Michael Kors, en 2014, por unos 850 millones de euros. Ambos habían fundado Sportswear Holdings, que a finales de los años noventa se hizo con la mayoría accionarial de Tommy Hilfiger, cuya expansión superó todas las expectativas. En 1992, Tommy pasó a cotizar en bolsa y Apax Partners la compró, en 2006, previo pago de 1.600 millones de euros. “Stroll es el Rey Midas de la F1″, aseguraba hace unos meses Eddie Jordan, fundador de la escudería que tras cinco cambios de identidad ahora es Aston Martin. “Todo lo que toca lo convierte en oro. Es uno de los mejores elementos que hay en estos momentos en el Mundial”, remacha el británico.

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