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Raúl García manda en Riazor

Un gol por la escuadra del mediapunta del Athletic sentencia un partido en el que antes protagonizó la jugada que sacó del partido a Joselu, que alumbraba las mejores acciones del Deportivo

Raúl García chuta para lograr el gol del triunfo del Athletic en Riazor.
Raúl García chuta para lograr el gol del triunfo del Athletic en Riazor.MIGUEL RIOPA (AFP)

En el podio de los futbolistas competitivos hay laurel para Raúl García, uno de esos tipos que es mejor tener a tu lado que enfrente. En Riazor impuso su ley, la del canchero que protagoniza la jugada que manda lesionado al vestuario (y al hospital) al mejor futbolista del rival y luego le gana el partido con un gol por toda la escuadra. Con eso, con mucho sudor y menos fútbol sumó el Athletic su primera victoria en el campeonato en un coliseo en el que no ganaba desde hace diez años.

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El Deportivo comenzó mejor que el Athletic, más fluido también que en sus dos partidos anteriores, en los que le satisfizo el resultado pero quizás no tanto las sensaciones. Hizo autocrítica Garitano porque quería un equipo más competitivo y, acostumbrados como estaban muchos futbolistas a la referencia de Lucas Pérez y el balón al espacio, se entregaban a esa suerte con facilidad para olvidar la circulación. Algo de esa idea que pregona el técnico vasco, nada talibán por otra parte en sus postulados, se plasmó durante unos minutos en Riazor para incomodar al rival. Con dos delanteros, con Joselu enganchando para que Andone buscase el desmarque, hubo un atisbo de claridad futbolística que obligó al Athletic a aplicarse. El equipo que prepara Valverde se atrancó porque le obligaron a salir de atrás en largo y, noticia, no acababa de ganar las disputas aéreas. Así, perdía la pelota pronto y construía el Deportivo, tampoco sin mayor profundidad que un centro de Carles Gil bien rematado por Andone para que el debutante Kepa se sacudiese los nervios con una buena estirada.

Joselu también se estrenaba. Llegó sobre la bocina del mercado de fichajes para heredar la camiseta de Lucas Pérez. Duró veinte minutos en el campo y se marchó con la mirada sobre una rodilla derecha que tiene mala pinta, víctima de una alevosa e innecesaria entrada de Raúl García en el círculo central. Fue un nudo gordiano para el Deportivo, que desapareció. Joselu le aportaba dinamismo entre líneas, talento y sorpresa. Su salida supuso la entrada de Borja Valle. De pronto el Deportivo pasó a jugar con dos delanteros que hace cuatro meses se alieaban en Segunda División.

Sin Joselu, con el Deportivo en busca de un guía, acabó de emerger la figura de Raúl García, que se sintió en su salsa, señalado por el público, jamás achantado entre los reproches del público, protestó que le señalasen falta y le amonestasen en la acción que retiró a Joselu y sin tentarse siguió a lo suyo, a dominar lo tangible y lo intangible, a hablar con árbitro y enervar rivales, a jugar con la palabra y el gesto y a decidir con la pelota. Marcó por toda la escuadra y festejó encarado al graderío. Fulminó al Deportivo.

Sin mayor chicha el Athletic se vio por delante justo antes del descanso y sobrevivió acomodado en las carencias de un oponente con más voluntad que fútbol. Sin mayores ideas, con su pilar defensivo, Sidnei, lesionado y también camino de la caseta antes de tiempo, el Deportivo mudo de combinativo a apurado, entregado a la suerte del balón al área, un discurso ante el que el Athletic maneja sólidos argumentos. Enfilado hacia la derrota, Garitano buscó entonces su última bala, otro debutante, el colombiano Marlos Moreno, un agitador para que buscase el uno contra uno. Seguramente no por su aportación, pero el partido cambió al poco de su ingreso en el campo, el Athletic dio varios pasos hacia atrás y el Deportivo llamó al coraje. Peleó el empate y hasta lo mereció, siempre sin fortuna porque ni hasta el linier estuvo preciso cuando levantó el banderín para anular un desmarque de Andone que acabó con la pelota en la red.

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