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Demasiados rallies sin cinta roja

El mundo del automovilismo exige más seguridad a las pruebas regionales tras la tragedia de A Coruña: vetar zonas al público y en caso de duda, suspender tramos

La recta del Rally de A Coruña donde se produjo el accidente el 5 de septiembre, dos minutos antes del siniestro.
La recta del Rally de A Coruña donde se produjo el accidente el 5 de septiembre, dos minutos antes del siniestro.

“En caso de duda, cinta roja, prohibido público”. Tres meses antes de la frenada del primer coche, un técnico apunta en el libro de seguridad del rally, la biblia que establece las obligaciones de espectadores y pilotos cuando cae la bandera verde. Las cunetas a menos de 80 metros de curvas, antes y después, están vetadas a los aficionados. Quien habla es Daniel Rey, responsable de seguridad en el Rally de Ferrol, según la Federación Española de Automovilismo, el mejor del Campeonato de España en 2014. Rey fue copiloto antes que supervisor de seguridad. “Cuando vas corriendo, miras de la cuneta hacia dentro. Cuando estás en la organización, miras de la cuneta hacia fuera. Dentro del coche te abstraes del entorno, no sueles ver a la gente, vas leyendo las notas. Cuando estás en la organización tienes que fijarte en el más mínimo detalle”, asegura este hombre, que lleva 30 años en el asfalto.

 El libro de carrera del Rally de Ferrol escudriñó los 195,7 kilómetros de circuito cronometrado, y pintó mucha más cinta roja que amarilla, la que sí permite aglorameraciones de aficionados, en una prueba que según la organización congregó a unas 40.000 personas el penúltimo fin de semana de agosto, 15 días antes de la fatal carrera de A Coruña, donde murieron siete personas atropelladas por un Peugeot 206 que se desbocó tras salir cruzado de una curva por una cuneta de Carral inundada de aficionados. La investigación del siniestro revela que algunos estaban tumbados a centímetros del asfalto de esa angosta carretera comarcal. Allí se congregaban mujeres embarazadas y niños, ya que la zona era la más accesible desde el pueblo coruñés, que celebraba esos días las fiestas patronales. La foto que ilustra este reportaje revela cómo estaba ubicado el público los minutos previos al siniestro, al paso del coche anterior.

El accidente más grave en competición durante la última década ha reabierto el sempiterno debate sobre la seguridad y aireado de paso las diferencias entre la Federación Gallega de Automovilismo y la Federación Española que, por no compartir, no comparten ni reglamento: la gallega, como otras cuatro organizaciones autonómicas, no siguen las normas que rige la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), reunida de urgencia el pasado miércoles en Ginebra para prevenir nuevas muertes.

Aman Barfull es el presidente de la Comisión de Rallyes de la FIA y una institución en el mundillo. Define el automovilismo como “un deporte seguro” y pide “poner contexto a las cifras”: en España se celebran unos 250 rallies al año y en década y media habían muerto 14 personas hasta que sucedió el drama de A Coruña. Admite, no obstante, que falta concienciar al aficionado.

Campaña de los pilotos

Desde hace dos meses circula por Internet una campaña de la FIA en la que las manos más rápidas del Mundial, Sebastien Ogier, Ott Tänak y Thierry Neuville, entre otros pilotos, lanzan instrucciones a sus seguidores: “Colócate en las zonas altas”. “No dejes basura en los tramos”. El cántabro Dani Sordo graba mensajes similares para distribuir por las redes sociales antes del Rally de Cataluña, que se celebra en octubre.

Barfull aspira a que llegue un día en que solo existan dos tipos de zonas en los tramos: las prohibidas y las habilitadas para público, sin confusión posible. Y proclama un mandamiento clave: “En caso de duda hay que suspender el tramo”. Alude a las pruebas más modestas donde compete hacerlo a la organización de la carrera o a la Guardia Civil. Uno de los mandos del Cuerpo que lleva años supervisando competiciones asegura que las cancelaciones son habituales. Recuerda el Rally de Narón de 2008, cuando se suprimieron dos tramos después de que se registrasen tres atropellos, todos sin víctimas.

Rey, a pie de carretera en Ferrol, apunta que cada vez la gente obedece más a los organizadores, pero defiende que es fundamental la previsión, estudiar metro a metro los trazados: “Luego puede pasar que tengas que reubicar a 500 personas en muy poco tiempo, pero hay que planificar”.

Estrella Castrillón se convirtió en directora de la Comisión deportiva de la Federación Española de Automovilismo tras 20 años cantando curvas a media docena de pilotos. Está convencida de que no hace falta inventar reglamentos de seguridad. Bastaría, dice, con cumplir la normativa FIA: “La competición es un deporte de alto riesgo para los que participamos, pero nunca puede serlo para el espectador. Puede haber accidentes y desgracias, una rueda que sale despedida, pero…”. Esos puntos suspensivos callan lo que es un clamor entre los habituales de las carreras: cuanto más pequeño es el rally, mayor peligro para los aficionados porque la seguridad cuesta dinero.

Una prueba del Campeonato de España como la de Ferrol no se monta por menos de 100.000 euros y requiere de la implicación de unas 800 personas. Según un estudio de la Universidad de Vigo deja en la comarca cuatro millones de euros en ingresos. A cambio recibe 50.000 euros de ayudas públicas. Una prueba regional o comarcal puede organizarse por 30.000 euros y ahí el que lo puede pagar caro es el espectador.

En las carreteras y pistas de Ferrolterra se ubicaron a mediados de agosto siete ambulancias medicalizadas —dos por tramo y una tercera en los recorridos de más de 25 kilómetros—, un par de ellas itinerantes, tres coches R (con pilotos expertos que llevan a bordo un médico) y dos camiones de bomberos, además de las patrullas de Guardia Civil, efectivos de Bomberos, voluntarios y personal de Protección Civil. Estos últimos son los únicos que cobran del rally: 25 euros, bocadillo y refresco. Ellos y el animador que llega de Madrid y se embolsa 350, hotel y comidas aparte.

195 euros para competir

Pero además de los 10 rallies del Campeonato de España se organizan centenares de competiciones (más de 250 al año) patrocinadas por las federaciones autonómicas, que no tienen presupuesto para semejante despliegue. Solo en Galicia —donde se produjo el accidente, una de las autonomías con más afición junto con Cataluña y Canarias— se celebran 46 (casi uno a la semana), entre pruebas de asfalto, montaña, todoterrenos, autocross...

Cada federación autonómica cuenta con su modelo organizativo. Para ponerse al volante de coches que alcanzan los 200 kilómetros por hora en carreteras secundarias basta con tener carné de conducir y pagar una licencia que da derecho a un seguro, adémás de 700 euros por coche. En la Federación Española, el canon para un piloto es de 195 euros (en algunas regionales supera los 300) y los organizadores (directores de carrera, jefe de seguridad, oficiales) deben pasar un examen. “Algo que no existe en las pruebas menores, donde el primero que pasa se pone a cronometrar con 15 voluntarios de Protección Civil”, asegura indignado un técnico de la Federación Española.

La FIA estudia accidente por accidente en 150 países

El gravísimo siniestro de Carral (A Coruña) llevó a la máxima institución del automovilismo mundial, la FIA, a convocar de urgencia una reunión en Ginebra el pasado miércoles. La cita sirvió para analizar uno a uno los accidentes de los 150 países donde supervisa pruebas.

En el último año, la FIA haconstatado 12 víctimas mortales en todo el mundo, entre ellas dos aficionados. El organismo que preside Jean Todt propuso cambios en los equipamientos de los coches de competición (se baraja establecer depósitos de seguridad a raíz del incendio de un bólido) y no aflojar la exigente normativa que se viene implementando en los últimos años.

Aman Barfull, presidente de la Comisión de Rallies del Organismo, aboga por implementar campañas de concienciación entre los aficionados e incide en que las pruebas más pequeñas vayan tomando ejemplo de los grandes ralliees. La FIA ha pedido a los directores de las pruebas del Campeonato del Mundo que compartan sus experiencias para que esa cultura vaya calando también en las pruebas regionales.

Los expertos consultados sostienen que los avances son innegables y se constatan al ver los rallies de los años noventa, con los aficionados en mitad de la carretera, esperando a los coches. Pero coinciden: “Este deporte de riesgo puede serlo para los pilotos, nunca para el público”.

Un muerto al año en 250 rallies

La Federación Española de Automovilismo organiza cada año 135 competiciones, entre rallies de tierra, asfalto, todoterrenos, vehículos históricos, karts... A ese número hay que sumar el medio centenar de pruebas que organizan también anualmente federaciones especialmente activas como la canaria, la asturiana, la catalana o la gallega. Aunque no hay un cómputo oficial, en España se celebran unas 250 pruebas de motor cada temporada. Hasta que tuvo lugar la tragedia de Carral (en A Coruña), el pasado 5 de septiembre, en los últimos 15 años habían muerto 14 espectadores.

En julio de 2014 en Cantabria, otro de los territorios donde hay más afición, morían en el Rally Sprint de Miengo, una competición con un único tramo, dos aficionados que fueron arrollados junto a otras siete personas por uno de los coches.

En 2012 fallecía atropellado en el Rally Príncipe de Asturias, este sí del Campeonato de España, un aficionado que sacaba fotos en una curva.

En 2011 dos personas perdieron la vida en Pozoblanco (Córdoba),

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