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Bautista rompe con sus miedos

El español, elegido como el tenista de mejor progresión en 2014

Juan José Mateo
Roberto Bautista, durante el Masters 1.000 de París-Bercy.
Roberto Bautista, durante el Masters 1.000 de París-Bercy. YOAN VALAT (EFE)

Roberto Bautista era un niño al que se le caían los goles de los bolsillos en la cantera del Villarreal. Hoy es un hombre de 26 años al que sus compañeros han votado como el tenista que más ha progresado en 2014, tras verle pasar del número 73 al 15 y ganar títulos en hierba (s-Hertogenbosch) y tierra (Stuttgart), la mejor fotografía de su talento multipista. En medio, Bautista fue un gran talento adolescente casi perdido, un competidor en el diván del psicólogo Pascual Falcó que casi colgó la raqueta mientras la realidad y el cuerpo le iban dando malas noticias: sus compañeros de generación entraban en el top-10 mientras él jugaba en torneos perdidos, debatiéndose entre los dolores abdominales, la cabeza rota por la presión y el dolor de las expectativas incumplidas, tan grandes eran desde que había ganado la Davis junior, en 2004.

Tengo muchos recuerdos amargos, he pasado muchos momentos malos. Eso me ha hecho más fuerte mentalmente  Roberto Bautista

“Tengo muchos recuerdos amargos, he pasado muchos momentos malos”, cuenta el castellonense por teléfono. “Eso me ha hecho más fuerte mentalmente, y me ha llevado hasta aquí. Veía a jugadores de mi generación, como Del Potro, en el top 10 o cerca del top 10, y que yo estaba en challengers, jugando en condiciones feas, duras, porque todos luchan por lo mismo que tú... Quieras que no, eso te afecta”, recuerda sobre esos días en los que hasta pensó en colgar la raqueta. “Haber conseguido esto me da satisfacción y más tranquilidad. ¡Lo pasé tan mal! Luché, y ahora me siento aliviado, lo que me permite sacar mi buen nivel de tenis”, subraya un competidor que, por si acaso, no descuidó los estudios y aprobó la selectividad. “Si estás preocupado, si estás pensando en el resultado, en el ránking, juegas con tensión”, añade sobre las dificultades que tuvo para gestionar un deporte en el que una victoria y una derrota lo cambian todo, porque deciden las posibilidades de que el sorteo del siguiente torneo sea más o menos amable, y de que en consecuencia llegue esa victoria con la que despega una carrera. “Trabajo con un psicólogo deportivo, tengo preparadores en todos los aspectos, porque creo mucho en eso, en que cada uno me aporte su granito de arena y me hagan más completo. Sé que el año que viene, si el cuerpo aguanta, tendré buenos resultados. Ha sido bueno no obsesionarse con los números y las multiplicaciones para competir más tranquilo”, cierra sobre el trabajo mental y físico que ha favorecido su progresión de 2014.

Hoy Bautista mira al top-10 y calla. Sabe lo que puede pesar un sueño, cuánto puede afectar un objetivo que de repente se quede en espejismo en el desierto. Para alcanzar esa meta, sin embargo, tiene un drive demoledor, la movilidad patentada por la escuela española, y un nuevo entrenador con el pedigrí de los sabios: Javier Piles, que esculpió a David Ferrer día a día para llevarle hasta el número tres del mundo. “Me empapo de su experiencia”, resume el número 15 mundial. “Me da tranquilidad saber que estoy con la persona idónea. Entrenándome me exige mucho, me aprieta mucho, es muy duro. Cada día acabo reventado, voy al límite… y eso luego, en los partidos, me da fondo y confianza”.

Bautista ha roto con sus miedos. El curso 2014 ha sido su trampolín. Si las lesiones se lo permiten, sobre todo esa recurrente que le afecta en el abdominal, 2015 le permitirá demostrar de qué está hecho cuando juega sin cadenas.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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