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Defensora del lector
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

42 fes de errores y más errores sin fe

Los textos se revisan continuamente en la web, pero no siempre quedan reflejados los fallos en las noticias, como obliga el Libro de Estilo

Varios periodistas trabajan en la Redacción de EL PAÍS.
Varios periodistas trabajan en la Redacción de EL PAÍS.PACO PUENTES
Soledad Alcaide

Dice la acusica hemeroteca de EL PAÍS que en lo que va de año la edición impresa ha publicado 22 fes de errores. La última es de este sábado y admite haber dicho en un editorial del día 31 que la sala de lo Civil del Tribunal Supremo no había encontrado convenientemente motivada la destitución del jefe de la Guardia Civil de Madrid, cuando era la de lo Contencioso-Administrativo. Además, hay otras 20 fes de errores solo de noticias de la web. Bien hecho. Cada fallo en un periódico ―como diría el periodista Camilo Valdecantos, defensor del lector entre 1999 y 2003― perpetra una agresión a los lectores.

Ocurre que no es creíble que en los primeros tres meses de 2023 los desaciertos no lleguen al medio centenar. Quedan otros muchos más errores sin fe. Porque en la edición digital los textos se revisan constantemente, como confirma el redactor jefe de la Unidad de Edición, Luis Barbero: “Corregimos continuamente cifras, nombres, entrecomillados, contexto...”. El Libro de Estilo es claro: subsanar los errores debe hacerse “lo más rápidamente y sin tapujos”. Pero también establece la obligación de que en la web las “equivocaciones graves o significativas” sean señaladas al final de la información y hace responsable de ello a cada sección. No sucede siempre y eso es un engaño al lector.

Sí lo ha hecho esta semana el suplemento Babelia, en una crítica literaria en la que la autora confundió la ciudad donde se sitúa el libro Reyes vagabundos, de Joseph O’Connor, y redactó el texto como si Luton estuviera en Irlanda, cuando la historia transcurre en la localidad del mismo nombre, pero en Inglaterra, a 50 kilómetros de Londres. El lector Pedro Ramos avisó de la inexactitud: “La descripción del lugar es extensa, la importancia del lugar es grande, el hecho de que sean inmigrantes irlandeses tiene un peso y lo recalcan en varias ocasiones. Entonces ¿cómo?, ¿se ha llegado a leer el libro que critica?”. La autora del texto ha pedido perdón y admitido su error: “Confundí el origen irlandés de la familia del protagonista con el lugar en el que están”. El texto está ya corregido y la fe de errores publicada. Caso cerrado.

En la misma semana se ha dado lo contrario en un ejemplo práctico de cómo varios errores en cadena estropean un lanzamiento. EL PAÍS estrenó el martes una nueva serie en vídeo, Global, que pretende renovar el clásico formato de ronda de corresponsales y llegar a un público más joven. Se trata, como aclara Miriam Hernanz, directora de nuevos formatos audiovisuales de PRISA, de explicar qué soluciones dan en otros países a temas de actualidad que se debaten en España. Pero no era esto lo que ofrecía la primera entrega.

En el vídeo, de unos cuatro minutos, dedicado al problema de la vivienda en Europa y publicado en un lugar destacado de la portada de la web, fallaron todos los controles de calidad. Había errores de fondo y de forma. El suscriptor José María Jurado encontró estos: “La chica sueca habla de que tiene un préstamo (loan) de 30.000 euros, no son “subvenciones” públicas [en los subtítulos se tradujo como beca]; en el gráfico de barras en vez de Austria pone Australia y las tasas de natalidad deberían ser en tantos por mil”.

El trabajo contaba con tres testimonios: una estudiante sueca que vive en Alemania, la corresponsal de EL PAÍS en Portugal y el redactor de Internacional especialista en los países nórdicos, a los que viaja habitualmente como enviado especial. Este último hablaba con la presentadora a través de una videoconferencia, factor que añadía más confusión a la escena, bajo el siguiente rótulo junto a su nombre: “Enviado especial a Suecia”. Los lectores no serán capaces de apreciarlo por sí solos, pero el periodista está sentado en una de las cabinas de la Redacción de EL PAÍS en Madrid, que es la ciudad donde vive. La última vez que firmó como enviado especial a Suecia antes de este vídeo fue el pasado 17 de septiembre.

Hay una máxima en el periodismo y es que uno no debe citar como fuente al taxista que recoge al reportero en el aeropuerto, aunque este le haga un detallado análisis de la situación del país en el que aterriza. Digamos que es un indicador de que el periodista no se ha esmerado mucho. Y es justo la elección de buenas fuentes lo que distingue la calidad de la información.

Un vídeo de EL PAÍS que se apoya fundamentalmente en la aportación de dos de sus periodistas (y solo uno sobre el terreno) no parece que sirva para un análisis en profundidad. Aunque el subtítulo prometía otra cosa: “Global analiza si el problema de la vivienda es común en toda Europa, poniendo el foco en el paradigma antagónico de Suecia y Portugal”. Pero no había nadie en Suecia, ni siquiera la estudiante sueca.

Más problemas. El vídeo llevaba originalmente este título: ¿Viven los jóvenes de Europa con sus padres?: “Con sueldos precarios es imposible montar una vida”. Se trata de un titular con un entrecomillado en el que no se sabe quién habla. La impresión que recibe el lector es que recoge el testimonio de algún joven europeo. Era una cita, no textual, de la corresponsal en Portugal.

Además, la presentadora del vídeo mencionaba varios estudios (sin precisar cuáles) que establecen una relación entre la edad de emancipación de los jóvenes y el emprendimiento: “Por ejemplo, Suecia en 2021 era el octavo país del mundo más emprendedor, mientras que Portugal estaba en el puesto 26″. Esta frase se escucha sobre la imagen de un gráfico, en el que España figura como el séptimo país más emprendedor, cuando la media de emancipación está en los 30 años, según los datos de Eurostat citados también en el vídeo. Menos que Portugal (33 años), pero más que Suecia (26), a la que supera como país emprendedor.

¿Nadie se dio cuenta de la incongruencia de esta relación? ¿Cómo pudieron encadenarse tantos fallos en un vídeo de estreno que debió haberse mirado con lupa? Miriam Hernanz fue la responsable de la producción, pero Carlos de Vega, subdirector de vídeo de EL PAÍS, asume personalmente los errores en el proceso de verificación y admite que se debió dar más consistencia al contenido.

El martes, el mismo día en el que se publicó el vídeo, los fallos fueron corregidos y se subió a la web una segunda versión. Sin fe de errores. Una pequeña demostración de que hay ya más de 42 equivocaciones en la cuenta de 2023.

Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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