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Blogs / Cultura
Elemental
Coordinado por Juan Carlos Galindo

Trece novelas negras que te atraparán en verano

En la mejor época para leer ficción negrocriminal, analizamos ‘thrillers’, historias de espías, ‘cozy crime’ y clásicos recuperados para ofrecer una lista con opciones para todos los gustos

Woman wearing straw hat reading book at pool edge
Westend61 (Getty Images/Westend61)
Juan Carlos Galindo

Ya estamos totalmente inmersos en el verano y aquí van unas propuestas de novela negra para llenar de acción, misterio, oscuridad y emoción las horas del estío. En un género tan vivo y prolífico, las novedades se suceden sin descanso, por lo que esta lista es una pequeña muestra de lo que hay en el mercado. Eso sí, leídos con atención y analizados con esmero. También es heterogénea, con la idea de que todo el mundo tenga algo de su gusto.

En un año en el que hemos tenido grandes satisfacciones lectoras llegadas de manos de algunos de los mejores (La mujer fugitiva, de Alicia Giménez Bartlett o Golpe de gracia, de Dennis Lehane, por poner un par de ejemplos) dos factores la definen: en este caso hemos apostado por grandes nombres del género (bien por su dilatada carrera, bien por triunfos recientes) y, como siempre, son obras que encontrarán en todas las librerías.

Dos maestras en plena forma

Donna Leon en Londres en 2004.
Donna Leon en Londres en 2004.Photo by Bruno Vincent (Getty Images)

El fuego purificador, Donna Leon (Seix Barral, traducción de Maia Figueroa). El caudal creativo de esta autora parece inagotable: Venecia, su belleza, la maldad y la moral alimentan sus historias, a las que sus seguidores entramos porque amamos cómo escribe sobre estos temas y porque el comisario Guido Brunetti es uno de los nuestros. Él, y su mujer Paola, y la comisaria Griffoni, y la signorina Elettra y todos los demás. Ah, sí, el argumento: pues tenemos unos jóvenes violentos que tienen por afición quedar para darse palizas y alterar el orden de la ciudad, un carabinero héroe de la guerra de Irak que igual no es quien dice ser y un caso de amenazas. Todo, claro, acabará teniendo relación pero, por el camino, nos pasamos un rato impagable con Brunetti en otra historia plagada de buenos diálogos (maravillosos también sus silencios), humor fino y dosis acertadas de alta cultura. Los habituales de las historias de Leon ya saben de qué les hablo. Quienes no, pueden acercarse a esta novela y disfrutar, por ejemplo, del maravilloso encuentro entre Bocchese, mítico forense, y Brunetti: una conversación sobre la belleza de unas figuras de bronce que Bocchese colecciona y el contraste que supone con el trabajo que los dos llevan a cabo, toda una lección de vida. Para la temporada que viene les prometo una guía completa de Brunetti. Mientras, pueden ir abriendo boca con esta entrega, la trigésimo tercera, en la que está mejor que nunca. Larga vida, señora Leon.

Pistas: Brunetti come bien (como Montalbano, por ejemplo) y es un gran conversador (con una inteligencia parecida a la de Simenon). Ideal, en cualquier caso, para los amantes de la novela negra de estilo mediterráneo.

El cazador, Tana French (AdN, traducción de Antonio Lozano). El embaucador Johnny Reddy regresa a Ardnakelty, un pueblo de la Irlanda profunda, con la idea de propagar por allí una nueva fiebre del oro y forrarse con el invento. Johnny es un buscavidas, pero también el padre de Trey, una niña que en los cuatro años de ausencia de su padre ha crecido y se ha transformado, sobre todo en virtud de su amistad con Cal Hooper, policía de Chicago retirado a esas tierras en busca de paz. Quienes hayan leído la estupenda El explorador conocen a Trey y a Cal y a Lena, la novia del expolicía, y a las gentes de este pueblo, y sus paisajes, y su clima, todo igual de traicionero. Así que ya saben lo que les espera aunque parezca que no pasa nada en las primeras 100 páginas (¡por Dios!). Y los que no la hayan leído, que no se muevan del asiento porque están, de nuevo, porque así es la señora French, ante una de las novelas negras del año, una rural y con un policía retirado y convertido en carpintero y la joven Trey, un personaje como ha habido pocos en los últimos años, alguien con quien sufres, te emocionas, empatizas, te desesperas. Es lo que tiene la buena literatura. Su construcción de personajes es sobresaliente, su capacidad para pasearse por las sendas más diversas del género (primero, policial más clásico; después, thriller psicológico y ahora esto) resulta única. ¿Qué nos deparará la próxima?

Pistas. French está siguiendo un camino muy particular, pero les gustará si buscan novelas centradas en personajes complejos y en huir de los convencionalismos.

combo LIBROS

Adrenalina en estado puro

La hora del lobo, Toni Hill (Grijalbo). En esta continuación de El último verdugo podemos disfrutar de la maldad con la que el autor va poniendo las piezas del puzle en nuestro camino. Avanzamos en un presente lleno de viveza y de la mano de un narrador omnisciente que juega con nosotros sin que nos importe. Hay excesos propios del género (atentos a la sesión de espiritismo o la historia del culto secreto) pero todo tiene encaje, funciona y está puesto al servicio de un objetivo: entretener, y mucho. ¡Cómo caen las páginas! Sigue en un papel destacado la criminóloga Lena Mayoral, herida después de la anterior aventura, pero retratada como un personaje sólido, de lo mejor de la novela. Y detrás, desde la cárcel, la sombra de Charlie Brodmann, El Verdugo, y su agobiante presencia. En este caso la contrata la familia de una mujer muerta en una casa en el valle del Boí. El lector sabe más que Lena porque desde el principio el narrador nos lleva al crimen, luego con un grupo de chavales fascinados con lo que pasó, y también al rito de una tétrica secta. No adelanto más. Solo decir que la primera entrega, que ya nos gustó, crece tras la lectura de esta. De seguir así, con la tercera podría cerrar una trilogía estupenda. Los mimbres están puestos en las páginas finales de La hora del lobo.

La isla maldita, Adrian McKinty (Planeta, traducción de Milo J. Krmpotić). Algunos recordamos con mucho cariño las novelas de Sean Duffy, un policía muy particular, y católico, en una Irlanda incendiada (Cold, Cold Ground y Oigo sirenas en la calle, en Alianza). Pero, al parecer, esa literatura no daba de comer a McKinty, que probó con algo radicalmente distinto: el thriller pasapáginas puro y duro. De ese giro surgió el eficaz La cadena (Planeta, best-seller internacional) que bordeaba el precipicio pero resistía y divertía, a la que ahora sigue esta novela que traemos hoy. Y, ¿saben qué? Funciona. Les cuento: tenemos una familia perfecta pasando sus vacaciones en una isla australiana (el autor vivió por la zona en su día). Todo idílico hasta que llega el desastre: La Holandesa es una isla dominada por un clan muy muy rencoroso y algo en el pasado les hace odiar a esta familia. Es mejor no seguir más allá porque aquí sí estamos ante un thriller que no se deja nada en el tintero: se utiliza cada recurso, cada posibilidad de sorprender, cada faena posible a los protagonistas disponible en el amplio catálogo del género. Igual a final año, o a final de verano, ya no la recuerdan (como sí seguimos haciendo algunos con las novelas que escribió el autor en otra vida), pero el buen rato lo tienen garantizado.

Dos de espías

Estación Damasco, David McCloskey (Salamandra, traducción de Jofre Homedes Beutnagel). Estamos ante una novela de espías en estado puro. Empieza con un planteamiento pormenorizado (aquí se ve el conocimiento de primera mano del autor, ex agente de la CIA) con detalles muy jugosos de la vida y los procedimientos de un agente de campo. Cuando el lector llega a la página 160 sin darse cuenta, se encuentra con que todas esas semillas plantadas dan el primer fruto. En la 200, con la historia de amor entre el agente Sam Joseph (muy buen protagonista en su papel de héroe al límite) y la funcionaria siria Mariam Haddad ya a pleno rendimiento, una venganza en ciernes y todos los elementos en el escenario de la Siria convulsa de la guerra civil, la narración adquiere una intensidad que no abandonará hasta el final. La historia de amor puede parecer un poco acaramelada a veces, eso ya es cuestión de gustos, pero nada que desmerezca el tono general y el ritmo sin descanso. Y ahí está la jefa Procter —un personaje con carácter, personalidad y agresividad, una mujer que merecería una serie ella sola—, para equilibrar. En la cuarta parte, la aparición de los rusos y el manejo del juego de lealtades y traiciones entre los protagonistas eleva la apuesta. El escenario, el Damasco que está a punto de caer en manos de los islamistas o castigado sin piedad por los aliados occidentales (algo que nunca llegó a ocurrir), está descrito de maravilla. Envidio a los lectores que la puedan leer en una hamaca o bajo una sombrilla.

Pistas: les gustará, y mucho, si han leído y disfrutado de Charles Cumming, por ejemplo.

Daniel Silva, en Miami en 2015 durante la presentación de 'El espía inglés', una de las mejores novelas de la serie de Gabriel Allon.
Daniel Silva, en Miami en 2015 durante la presentación de 'El espía inglés', una de las mejores novelas de la serie de Gabriel Allon.Johnny Louis (Getty Images)

El coleccionista, Daniel Silva (Harper Collins, traducción de Victoria Horrillo). Lectores y no lectores de una de las grandes series de la historia del espionaje pueden andar un poco perdidos con el inicio: ¿el protagonista es un restaurador de arte en Venecia?, ¿pero esto no iba de espías? Pero Silva viene al rescate: pronto sabemos que Gabriel Allon es “el espía más famoso del mundo” (sic) y que, aparte de un maestro de la restauración, fue El ángel vengador de Israel: un agente de élite y un asesino implacable. Solo el oficio de Silva permite que todo esto sea más o menos verosímil. Ahora vive retirado en Venecia, con su joven y maravillosa esposa Chiara y sus hijos, pero no deja de llevar encima su Beretta 92FS y las cicatrices de toda una vida de acción, secretos y muerte. El tema va de arte, sí, porque Silva incluye en el centro de la trama una de las piezas de Vermeer sustraídas en la fundación Isabella Stewart Gardner, el robo de arte sin resolver más famoso de la historia. Los juegos entre realidad y ficción no afectan a la verosimilitud, pero quien tenga dudas puede acudir a la parte final, donde el autor aclara todos estos aspectos (Atención: no es aconsejable leerlo antes de acabar, hay destripes). A partir de aquí, la receta esencial de Silva: acción, escenarios internacionales, conspiración y un protagonista greater than life, que dirían los estadounidenses. Añadan a los ingredientes la guerra de Ucrania, oligarcas rusos, un científico nuclear sudafricano y más. ¿Cómo funciona todo esto? Pues a veces es complicado de explicar (y fracasa en ocasiones: véase, por ejemplo, La orden) pero esta es la vigesimotercera entrega y no desfallece. Prueben, engánchense desde la comodidad de la tumbona y enamórense de Allon. Si se quedan con ganas, ahí van otras dos excelentes entregas de la serie, también en Harper Collins: La viuda negra (la número 16) y La chica nueva (19ª).

Pistas: si quieren algo estilo Misión: imposible en libro, este es su espía.

Tres novelas sólidas con toque clásico

El mundo silencioso de Nicholas Quinn, Colin Dexter (Siruela, traducción de Pablo González-Nuevo). El planteamiento inicial de esta novela (la tercera que Siruela publica de la serie del inspector Endeavour Morse) es toda una declaración de intenciones: asistimos a las disputas del Sindicato Internacional de Exámenes, una institución de Oxford encargada de difundir la idiosincrasia británica por el mundo. Tarda en aparecer nuestro admirado Morse, que aquí está distinto: tengan en cuenta que la serie televisiva es una precuela y que en las novelas lo encontramos más maduro, menos trágico y más extrovertido; también con la visión de las mujeres que tenían los hombres y las novelas de su tiempo (con razón, el fiel Lewis piensa que Morse podía llegar a ser “innecesariamente vulgar”). No tiene prisa Dexter en hacer aparecer al detective porque el contexto y la atmósfera oxoniense son tan importantes para él como el héroe. Metidos ya en materia, Morse tiene que investigar la muerte de Nicholas Quinn, un hombre sordo que accede a un puesto codiciado por otros en la organización académica y que poco después es hallado muerto. Hay bastantes sospechosos (ya les dije, el juego aquí respeta las reglas clásicas) y un delicioso transcurrir de la investigación: primero establecen el cuándo; luego, el cómo y terminan con el quién. Por el camino, unos diálogos estupendos, un juego clásico entre Morse y Lewis (que sería el Sancho, el Watson, el Biscúter) y otro montón de personajes bien trazados, a la altura del conjunto.

Pistas. Esta es su serie de novelas si han visto la extraordinaria Endeavour, pero también si no la han visto y son aficionados a dramas intensos y clásicos con respeto por el lector. Javier Marías era su mayor fan.

Las furias, John Connolly (Tusquets, traducción de Mar Rodríguez y Vicente Campos). Es complicado llevar un personaje con brío más allá de una trilogía. Muy complicado llegar vivo más allá de las 10 novelas, pero hay casos como el de Charlie Parker donde eso se eleva a la máxima: aquí estamos ante la vigesimoprimera entrega y el personaje presentado por Connolly en aquella poderosa Todo lo que muere sigue por la senda tenebrosa de la lucha contra el mal. Murió (¿lo recuerdan?) y resucitó y aquí está, acompañado de nuevo por Angel y Louis, esa adorable pareja de delincuentes, cuya presencia en estos casos está más diluida. También nos encontramos a los dos gigantes Tony y Pauli Fulci, el músculo al que recurre Parker y, en definitiva, a la familia habitual. En la primera parte de este libro que son dos novelas, encontramos a nuestro héroe investigando un caso de robo de monedas de alto valor detrás del que hay ciertos elementos oscuros. Estamos lejos de malos como El Coleccionista, que tanto nos fascinó durante varias entregas, pero la cosa aguanta. Comparten las dos historias unidas en este volumen cierto humor negro y algunos personajes detestables, como ese conserje de un motel de mala muerte obsesionado con las películas malas del oeste. En la segunda, más vibrante, tenemos una viuda de un mafioso (que se parece dolorosamente a Susan, la primera mujer de Parker, un pasado que siempre vuelve y no solo porque nuestro detective siga contactando con su hija, habitante del más allá) y un robo. Todo se complica, los fans nos entretenemos y, como no podría ser de otra manera, esperamos a la siguiente. La pregunta sin respuesta la lanza el propio Parker al final de Las furias: “¿Qué debe hacer uno cuando todas las opciones que se le ofrecen son malas, cuando cada compromiso que tenga que asumir le costará un trozo de alma?” Por mucho que no queramos pensar en el final de Parker, sabemos que llegará. Mientras, Connolly nos tiene guardada todavía alguna gran historia. Seguro.

Pistas. Ideal para seguidores de la saga y amantes de las series llevadas en volandas por su protagonista y héroe. No viene de más un gusto por lo sobrenatural.

La innombrable, Noemí Trujillo y Lorenzo Silva (Destino). Tercera entrega de las aventuras de la inspectora Manuela Mauri, que llega tan combativa como siempre pero algo abrumada por la vida (¿cómo contarle a sus hijos que ella tampoco entiende un mundo sin su padre? ¿cómo explicar a su pareja actual que su trabajo es su vida, cueste lo que cueste?) y ante un caso que pone el dedo en la llaga de la peor lacra de nuestra sociedad. Sabemos desde el principio qué ha pasado (una joven de 16 años muerta a manos de los proxenetas que la explotaban) y quiénes son los culpables (criminales y clientes, tan responsables unos como otros) y el interés radica en cómo la inspectora y su equipo construyen un caso contra ellos en un procedimental perfectamente armado. También acierta al posar la mirada en las víctimas y en los peores culpables: la clientela. A veces en su voz noto trazos del querido Bevilacqua (pueden ser igual de sabihondos, aunque a Mauri le guste más todavía apoyarse en libros para explicar el mundo), pero Silva y Trujillo consiguen huir de la sombra de una de las grandes series de la novela negra contemporánea. A la inspectora la atraviesa la vida como un tren de mercancías sin freno y esa parte, la enfermedad y la amenaza de muerte, salpimenta la trama criminal con acierto. Los interrogatorios a los culpables son pura delicia, donde mejor se desenvuelven todos los personajes, un acierto más de una novela sin exteriores, sin mucha acción ni misterio pero no por ello menos entretenida. Al final, o casi al final, aparece Virginia Chamorro (sí, sí, la misma: la compañera de Bevilacqua), un pequeño regalo.

Dos de ‘cozy crime’

Hemos hablado mucho del auge de este género (les dejo aquí el reportaje publicado en Babelia hace unos meses) y no dejan de llegar novedades. Por ejemplo, dos de las series con más éxito (Agatha Raisin y el peluquero malvado, de M.C. Beaton y Asesinato con diamantes, de S.J. Bennett, ambas en Salamandra) o Muerte en el El Cairo, de Erica Ruth Neubauer (Maeva), pero hoy nos vamos a centrar en dos títulos curiosos. Ahí van.

Nita Prose, en una conferencia en Toronto el pasado abril.
Nita Prose, en una conferencia en Toronto el pasado abril.Jeremychanphotography (Getty Images)

El huésped misterioso, Nita Prose (Duomo, traducción de Ángela Esteller). Deja claro la autora lo que quiere desde la primera línea: literatura de tono casi intimista, en primera persona, narrada por Molly Gray, a través de cuyos ojos vemos el mundo. Podría parecer moñas, juega con eso, pero no llega a serlo. Ella es jefa de camareras en un hotel de postín y su vida va bastante mejor que en la primera entrega (La camarera, pelotazo mundial que no llegué a leer) hasta que un célebre escritor de novelas de misterio (que cae automáticamente mal) muere durante un evento en el suntuoso Regency Grand. Y justo antes de revelar un secreto. Clásico, ¿verdad? Pues sí, pero aquí la fuerza está en Molly (“Una heroína inolvidable, la más estimulante (y adorable) que me he encontrado en mucho tiempo”, dice el maestro Stephen King) y en cómo va Prose repartiendo la información: porque Molly conoce al muerto (esto mejor no se lo cuento, aunque se descubre pronto) y de ese hecho, de los matices de esa relación, de las vueltas al pasado con las que se ilustra, puede salir la resolución del crimen. Quienes se cruzan con ella cometen el error de subestimarla. No caigan en lo mismo. Durante la lectura, me he sobresaltado a veces con la aparición de términos como YouTube o selfi, porque el tono de Molly y el contexto que la rodea me habían arrastrado inevitablemente al siglo XIX. La mala uva con la que están retratadas las fans del escritor fallecido resulta muy divertida. Tiene la heroína de esta historia un complemento, la réplica perfecta: la detective Stark, una Lestrade bastante más brillante que el policía creado por Arthur Conan Doyle. El final sugiere nuevas aventuras. ¿Tendrá Molly un pódcast? Si quieren una novela reparadora, esta es la más apropiada de la selección.

Jane Austen investiga, Jessica Bull (Lumen, traducción de Ana Alcaina y Laura Martín de Dios). Hay cierta tendencia actual a poner a escritores a investigar (en España, sin ir más lejos, a Gonzalo de Berceo o Miguel de Unamuno) pero pocas veces con el acierto de Jessica Bull. El reto era interesante: Austen tiene una legión de seguidoras y atrae a las nuevas generaciones como pocas autoras. Pero la construcción del personaje es tan viva y compleja, tan verosímil, que la precisión histórica o qué está inventado y qué no da un poco igual. Nos encontramos a Austen soltera y con miedo a convertirse en una solterona, a ser la única de los ocho hijos del reverendo George Austen que se quede en el hogar familiar. Después de la fastuosa fiesta inicial, todo se va al garete para la joven Austen, quien ve cómo el crimen cometido contra la sombrerera Renault desbarata sus planes amorosos. ¿Y por qué? Pues porque el principal sospechoso, el hombre que va camino de la horca, es su hermano Georgy. Ella, convencida de su inocencia, lo deja todo para luchar por la justicia. Pero no crean que van a encontrar grandilocuencia o mucho drama: la novela tiene su punto de ironía que equilibra y las aventuras y pistas se suceden con acierto. Bull ha estudiado a fondo la vida de la autora y eso se ve mejor en la agudeza que Austen aplica a lo largo de la investigación que en grandes rollos sobre su vida y milagros. Parece la primera de una serie de aventuras y lo celebramos.

Pistas: Perfecto para amantes del cozy crime de ambientación histórica. ¿Qué tal los de C.A. Larmer en la misma editorial?

Fuera de juego

Dos novelas brutales e inclasificables que dejan al lector extrañado, satisfecho con la lectura y conmovido con los finales.

Sopa de miso, Ryu Murakami (Malas tierras, traducción de Jaime Montes). Cuando un libro te llega por varias fuentes (y todas de fiar) sabes que las aguas se están agitando. Y es lo que me pasó con la publicación de este clásico contemporáneo de la literatura negra japonesa. Kenji, un joven que se dedica a guiar a los turistas extranjeros por la vida nocturna del centro de Tokio, se encuentra una noche de finales de diciembre de 1996 con un encargo inquietante: Frank, viajero estadounidense de rostro indescifrable y mente desquiciada, paga un buen dinero para ser conducido durante tres noches por el inmenso mundo de sexo y explotación de la ciudad. Pero su presencia por el centro de la capital japonesa coincide con varios crímenes. Llevado por una sólida narración en primera persona (nada cómoda, por otro lado, para el lector, puesto que la mirada del protagonista no está exenta de cierto pesimismo y melancolía), pronto sientes el asco y la inquietud de Kenji hacia este mentiroso patológico y compartes con él sus sospechas: es el asesino de la joven que han encontrado muerta y descuartizada en dos bolsas de basura. Pero nada es tan fácil en las obras del autor de Azul casi transparente. La paranoia y el pánico crecen a partes iguales a medida que avanza la narración y notas cómo Kenji se queda poco a poco atrapado en esa tela de araña. Lo que viene después es espeluznante y sorprendente pero, por razones obvias, no se lo voy a contar. Tras ese envite estético y moral, terminar una novela es complicado; terminarla bien, casi imposible. Murakami lo consigue. La historia mancha y sigue con el lector varios días después.

La ferocidad, Nicola Lagioia (Random House, traducción de Xavier González). Hay libros que supuran maldad, en los que rozas lo turbio al pasar las páginas y este de Lagioia, con el que ganó el Strega en 2015, es uno de ellos. Y uno de los buenos. Una familia poderosa sufre el revés de la muerte (¿suicidio?) de la hija mayor. El padre, un constructor todopoderoso, irrumpe desde el principio con una fuerza y una violencia, nunca explícita, sobrenatural. La prosa de frase corta e introspección con la que el autor nos va contando las miserias de estos pobres ricos es magistral. Lo que sigue en la parte central de la novela es un fresco de personajes hirientes y heridos, distintas formas de acercarse a la víctima y a la familia disfuncional que la rodeó durante su existencia y, de manera casi imperceptible, a las causas de su muerte. El mal emana del padre y de su fortuna, de cómo la consiguió y cómo la va a mantener, de cómo extiende su control a quienes lo rodean. Es una novela en torno a un crimen y plagada de inmoralidad, pero en esta selección es un bicho raro (aviso, sobre todo, a los que buscan puro género: crimen-investigador-solución). A Lagioia lo conocemos en España, sobre todo, por ser autor de la brutal La ciudad de los vivos. Esta novela no es aquella. Es igual de directa y descarnada, pero tiene otras connotaciones, más estructura de ficción, diría que incluso mejores personajes, no está condicionada por un hecho real tan impresionante. Pasen, lean y ya me contarán.

Pistas: ¿Les gustan las novelas con familias rotas o disfuncionales como Las correcciones de Franzen o las de A.M. Homes? Entonces, este es su (turbio) lugar.

Por si esto no ha sido suficiente, dejamos por aquí la selección que hicimos para la Feria del libro o aquella de principios de año y que tan válida sigue siendo.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.
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