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El espejo oscuro del turismo, la Transición y la Movida: Agustín Gómez Arcos encuentra su público 25 años después de su muerte

La primera traducción de ‘El hombre arrodillado’ reanuda la recuperación de la obra de un autor que vivió en el exilio voluntario y escribió en francés sobre una España llena de heridas abiertas

El escritor Agustín Gómez Arcos.
El escritor Agustín Gómez Arcos.Cortesía de Cabaret Voltaire
Carlos Primo

En los años ochenta el escritor almeriense Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933-París, 1998), afincado en París, empezó a pasar temporadas en Madrid, la ciudad que había abandonado en 1966 para exiliarse. Lo que encontró le decepcionó profundamente. Tras la muerte de Franco la capital no había ajustado cuentas con el pasado de la dictadura y se había entregado a un espejismo de prosperidad incapaz de maquillar la miseria, la injusticia y el clasismo. El resultado de aquel desengaño fue L’homme à genoux (1989), una novela que, como el resto de su obra narrativa desde 1975, se escribió en francés, se publicó en Francia y pasó desapercibida para el público español. La publicación ahora de la primera traducción de aquel volumen, con el título de El hombre arrodillado (Cabaret Voltaire), es el último paso en la reivindicación en nuestro país de un autor que vivió toda su vida en una situación contradictoria: fue célebre en Francia y prácticamente desconocido en su país natal.

“Gómez Arcos no se identificaba con el olvido que había determinado la Transición, con su escaso reconocimiento a las víctimas del franquismo, entre las que estaba su propia familia”, explica Miguel Lázaro, cofundador junto a José Miguel Pomares de Cabaret Voltaire, la editorial madrileña que desde 2006 ha publicado ocho novelas y un libro de poemas de este autor al que descubrió por casualidad. “Aquí se trataba con sus amigos de antes, aunque su carácter arisco le hacía evitar los círculos literarios”, dice. Entre esos amigos había viejos conocidos que, como Miguel Narros y Francisco Nieva, procedían del mundo del teatro, su primera vocación literaria y el terreno donde cosechó un prestigio notable en los años sesenta. De hecho, cuando se exilió, Gómez Arcos era, ante todo, autor teatral. Tras ganar por segunda vez el Premio Lope de Vega, los problemas con la censura le hicieron tomar la decisión de abandonar España.

En París, el dramaturgo trabajó lavando platos y sirviendo mesas en cafés teatro. Un editor que asistió a una de sus obras se sorprendió al saber que su autor era el camarero y le sugirió probar suerte con la narrativa. Surgió así en 1975 L’agneau carnivore (El cordero carnívoro, Cabaret Voltaire, 2007), una perturbadora novela ambientada en una España lúgubre, casi gótica, que fue un éxito, recibió el primero de muchos premios y dio origen a una prolífica carrera como novelista. Hasta su fallecimiento por complicaciones derivadas del sida, Gómez Arcos escribió hasta 14 novelas, quedó dos veces finalista del Premio Goncourt y sus libros cautivaron a lectores tan ilustres como François Mitterrand, en cuya biblioteca hay varios ejemplares dedicados por el autor. Todas sus obras retratan su país natal, su obsesión y su identidad. A pesar de escribir en francés, nunca quiso solicitar la nacionalidad francesa. El suyo, en todo caso, no era un patriotismo complaciente, sino extremadamente crítico. “Yo sí creo que Gómez Arcos escribe con odio, con rabia acumulada, perdiendo poco a poco la esperanza, en novelas cada vez más amargas”, explica Lázaro.

La primera novela que Cabaret Voltaire publicó en 2006 fue El niño pan, una historia rural de infancia en tiempos de guerra. Aquel autor al que sus coetáneos habían considerado un excéntrico volvía a adquirir relevancia en un momento en que la memoria histórica de la Guerra Civil empezaba a interesar a las nuevas generaciones de lectores. La obra de Gómez Arcos se identificaba con esa España de los vencidos, la de las heridas abiertas y las fosas comunes sobre las que habían florecido una burguesía eufórica y grotesca y un catolicismo extravagante. A ella están dedicados sus textos más violentos, como la escalofriante Escena de caza (furtiva) y la cáustica María República, la única que escribió parcialmente en español. “Cuando se publicaron, estas novelas que hablaban de las dos Españas no apetecían a sus compatriotas”, explica Lázaro. “Tal vez fuera demasiado moderno. De hecho, muchos escritores que triunfaban en aquella época han quedado anticuados. Los libros de Gómez Arcos se entienden mejor ahora”.

Agustín Gómez Arcos, durante una visita a España en 1994.
Agustín Gómez Arcos, durante una visita a España en 1994.SANTOS CIRILO

El protagonista de El hombre arrodillado no tiene nombre; el narrador en tercera persona se refiere a él como “el joven”, porque es un hombre de 26 años procedente de las cuencas mineras del norte de España, que abandona su tierra, a su mujer y a su hijo, en busca de trabajo y huyendo del recuerdo de un amante fallecido. Recorre España de norte a sur y recala en una ciudad costera consagrada al turismo y en una secta ultracatólica antes de acabar mendigando en el Madrid de la movida. Por el cruel país de pandereta que retrata Gómez Arcos desfilan espectros inconfundibles para el lector de entonces y de ahora: personajes célebres de la prensa del corazón, burgueses arruinados que mendigan para merendar, empresarios corruptos y artistas devastados por la heroína.

La cuestión lingüística es otra rareza. A pesar de estar escritas originalmente en francés, Lázaro cuenta que muchos lectores actuales de Gómez Arcos no son conscientes, en un primer momento, de estar leyendo una traducción. La responsable de esa voz viva, poética y expresionista, es la profesora de traducción y literatura francesa Adoración Elvira Rodríguez. Aunque el punto de partida de sus traducciones son las ediciones definitivas publicadas en francés, también se apoyan en los manuscritos originales, que desde 2019 se conservan en el Instituto de Estudios Almerienses. Tal y como cuenta Rodríguez, Gómez Arcos escribía en francés a mano, en cuadernos escolares, con escasas correcciones. “De vez en cuando, apuntaba algunas palabras en español cuando no encontraba el término en francés”, explica. Además, el autor había traducido al español dos de sus textos en los años noventa. Aunque no lograron gran repercusión, sí sirvieron a la traductora para encontrar la voz y el tono; para imaginar cómo escribiría Gómez Arcos en la lengua de la que había sido expulsado.

El escritor almeriense Agustín Gómez Arcos en 1964.
El escritor almeriense Agustín Gómez Arcos en 1964.Cabaret Voltaire

Un secreto a voces

Desde 2006, Cabaret Voltaire ha publicado ocho novelas de Gómez Arcos. Sin embargo, es en los últimos cinco años, cuenta Lázaro, cuando su obra se ha convertido en un secreto a voces y en material habitual de clubes de lectura. En 2018 el Parlamento andaluz inició una comisión para su reconocimiento. En 2019 un ejemplar de El cordero carnívoro apareció con nitidez en la biblioteca del protagonista de Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, que frecuentó a Gómez Arcos durante sus estancias madrileñas. Poco a poco la obra del almeriense, con su estilo deslumbrante y sin concesiones a lo amable, su oscurísimo sentido del humor, su disidencia sexual y, sobre todo, su visión tenebrista y barroca de la posguerra, iba cautivando nuevos públicos. “La mayoría de las reediciones han sucedido en estos cinco o seis últimos años”, cuenta Lázaro. Hoy, El cordero carnívoro y Ana no van por la cuarta edición. El niño pan, por la tercera. En total, desde la editorial cuentan que las ventas de libros de Gómez Arcos sobrepasan los 20.000 ejemplares, todo un logro para una editorial independiente y también para un autor marcadamente literario, con un estilo expresionista, en ocasiones enrevesado. Actualmente la editorial trabaja en la publicación de su teatro completo, que saldará viejas deudas y retomará los empeños de Carme Portaceli, que en los años ochenta llevó a los escenarios varias obras de este autor entonces olvidado.

La recuperación prosigue también más allá de los libros. La periodista María Díaz Valderrama se encontró con la obra de Gómez Arcos cuando trabajaba como corresponsal en París. Era 2019 y varias de sus novelas ya habían sido publicadas en España, pero al ir a informarse al Instituto Cervantes de la capital francesa se encontró con que no había ni rastro del almeriense en sus archivos. El resultado fue una exposición que, de abril a junio de 2022, expuso en la biblioteca de la sede parisina del centro una selección de materiales ligados a Gómez Arcos. Había fotografías y documentos, pero también copias de sus libros, de sus traducciones al alemán o al ruso, y una copia de la carta que el entonces dramaturgo dirigió al ministro Manuel Fraga contando los motivos de su exilio. “El éxito de Gómez Arcos hoy se debe al entusiasmo y las recomendaciones de sus lectores, que es lo mejor que se le puede desear a un escritor”, explica Díaz Valderrama.

Agustín Gómez Arcos retratado de niño en una foto cedida por Cabaret Voltaire.
Agustín Gómez Arcos retratado de niño en una foto cedida por Cabaret Voltaire.

La cineasta Laura Hojman, autora de A las mujeres de España, María Lejárraga, el documental que ha recuperado la figura de la pionera del feminismo, está actualmente rodando una producción sobre el almeriense. Se titulará Un hombre libre y previsiblemente se estrenará en otoño de 2024. “Quiero reflexionar sobre la importancia de la cultura como generadora de contrarrelatos frente a los discursos hegemónicos”, explica Hojman. “Agustín Gómez Arcos dio voz en sus obras a las víctimas, a las personas que quedaban en los márgenes, a quienes no encajaban en la norma impuesta por una España en dictadura. En estos momentos en que estamos revisando conceptos y encaminándonos hacia algo nuevo, necesitamos más que nunca las voces de la otredad, de lo distinto, y por supuesto, de la memoria. Hay quienes dicen que Agustín Gómez Arcos se adelantó a su tiempo, pero yo creo que su tiempo es ahora”.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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