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EN POCAS PALABRAS

“La literatura de género es víctima de los que se creen defensores del canon”

Michelle Roche Rodríguez hace una relectura del género vampírico en su debut en la novela, 'Malasangre'

Setanta

Autora de cuentos, la venezolana Michelle Roche Rodríguez (1979) debuta en la novela con Malasangre, una actualización del mito del vampiro (de la vampira) que arranca en la Caracas de 1921.

¿Qué le llevó a ser escritora?

Nunca en mi vida me planteé ser nada distinto.

¿Cuál es el último libro que le ha gustado?

Desierto sonoro, de Valeria Luiselli, y Nuestra parte de la noche de Mariana Enriquez.

¿Y su favorito de todos los tiempos?

¿Uno solo? ¡Tengo muchos!

¿Qué libro no pudo terminar?

No creo en la obligación de terminar un libro, pero no me atrevo a decir si un libro es bueno o malo si no me lo he leído completo.

Y ¿de cuál le hubiera gustado ser la autora?

De Frankenstein. Es una hermosa novela que indaga en qué consiste la humanidad y limita con el tratado filosófico.

Con Malasangre debuta en la novela, pero había escrito cuentos. ¿Qué diferencia encuentra al escribir ambos géneros?

El oficio de mi escritura se sustenta en la relación que existe entre la narrativa breve y la extensa. El estilo sintético del cuento me hace apelar al símbolo, que es el elemento literario que más me interesa debido a su capacidad para concentrar imagen y contenido, sentimiento e intelecto. Trabajar en un relato significa moldear un texto hasta su mínima expresión y buscar la manera más corta de decir algo sin sacrificar la profundidad de su sentido. Creo que una novela debe definirse como la creación de un cosmos particular y, por eso, el trabajo en una novela va por el camino opuesto al del cuento: busca ahondar en los significados para descubrir las estructuras internas de los sentidos.

¿El canon literario y la literatura de género se llevan como Drácula y Van Helsing?

Tengo vocación iconoclasta y soy feminista, así que lo importante para mí es redefinir los géneros y visibilizar la experiencia femenina. Malasangre es un bildungsroman y una novela histórica que está intervenida por el gótico. Yo diría que el canon literario y la literatura de género más bien se llevan como Drácula y Lucy Westesnra, porque la pobre es víctima del monstruo, igual que la literatura de género es víctima de quienes se creen defensores del canon.

La literatura tomó prestada la palabra «canon» de la teología hace unos 50 años para designar los textos que debían ser estudiados formalmente (en la escuela o la universidad), así que el canon es mucho más joven que textos fundacionales de la literatura gótica como la novela Drácula o buena parte de los cuentos de Edgar Allan Poe. No entiendo a quienes creen que una novela porque apele a lo fantástico sea peor que una, digamos, realista. A estas alturas, ya todos deberíamos tener claro que la realidad depende de cómo miremos nuestro momento y cambia con cada persona. Yo, por ejemplo, sé de muchos vampiros que no chupan sangre: la mayoría de ellos son militares.

¿Le gustaría ser vampira? ¿Cuál es su vampiro (del cine, la literatura…) favorito?

No puedo ser vampira porque nunca podría dormir en un ataúd. Me interesa Elizabeth Báthory porque es un personaje real: una condesa húngara que en el siglo XVI mató a unas 600 doncellas para utilizar su sangre en tratamientos rejuvenecedores. Y no soy la única conmovida por ella: acaba de reeditarse una nueva traducción de La condesa sangrienta en donde Valentine Penrose cuenta su historia y Tori Telfer la incluye entre sus Damas asesinas.

¿Qué canción escogerías como autorretrato?

Sempre libera, la cabaletta de la gran escena del personaje de Violetta Valéry del acto I de la ópera La traviata.

Si no fuera escritora, ¿qué le gustaría ser?

Una idea.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

La celebridad.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

Nunca escribiría una apología al chavismo.

¿A quién le daría en Nobel de Literatura?

Hace veinte años que Margaret Atwood tiene méritos para ganarlo. También me inclino por la poeta rumana Ana Blandiana.

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