_
_
_
_

Los universos de Patti Smith y Nico convergen por fin

La autora de 'Horses' canta poemas de la musa de la Velvet Underground en el nuevo disco del grupo Soundwalk Collective

Concierto de Patti Smith en Londres, el octubre de 2014.
Concierto de Patti Smith en Londres, el octubre de 2014. Burak Cingi (Getty Images)

Dejando a un lado su colaboración con Velvet Underground -una imposición de Andy Warhol al grupo, que desde el principio contó con el rechazo de Lou Reed-, el legado musical de Nico ha tardado décadas en ser valorado. Su imagen de yonqui acabó devorando cualquier mérito artístico cultivado en solitario. Sin embargo entre 1968 y 1970 grabó The Marble Index y Desertshore, hoy obras capitales para músicos como Antony, Björk, Patrick Wolf, Soap & Skin o Agnes Obel. Contenían música de raíz europea y ajena al rock, creada por una mujer que tiñó su pelo de negro para que dejaran de destacar su belleza y de asociarla al chic urbano de Warhol. La llegada del punk propició que su figura fuese reivindicada por una generación de mujeres que impusieron un lenguaje musical propio. Una de ellas, quizá la que lo hizo de manera más obvia, fue Siouxsie.

En el caso de Patti Smith, que anticipó esa misma generación, la vinculación con Nico ha sido más velada. Ambas frecuentaron el mismo Nueva York de finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando estar en la parte trasera del club Max’s Kansas City significaba estar entre los elegidos de la vida artística de la ciudad. En 1968, Jim Morrison animó a Nico a que escribiera letras con imágenes que recordara de sus sueños. El cazatalentos Danny Fields, su amigo, consiguió que grabase un disco para el sello Elektra que dejaría congelados a quienes escucharon aquella música, presidida por el sonido mortuorio de un armonio. Por su parte, Patti Smith, entonces unida a Robert Mapplethorpe, buscaba una voz artística que llegaría primero en forma de poemas y después de rock & roll. En su devocionario creativo proliferaban nombres femeninos que aflorarían en su obra poética: Anna Karina, Jeanne Moreau, Edie Sedgwick, Jeanne Hébuterne, Anita Pallenberg... Su interés en Frida Kahlo, Billie Holiday o la propia Nico tardaría más en verse reflejado.

Killer Road, disco del grupo neoyorquino Soundwalk Collective, donde Smith ejerce como vocalista invitada, materializa su interés por la críptica Nico, algo que en cierta manera resultaba inevitable aunque rara vez fuera tangible. Su recitado convierte algunas de sus letras en poemas y da vida a versos inéditos de la cantante, cubriendo entre susurros un manto electrónico, elaborado en algunos casos a partir de samplers de su armonio y de los grillos de Ibiza. Asegura Stephan Crasneanscki, líder de Soundwalk Collective, que eso es lo que Nico se detuvo a escuchar el torrido mediodía ibicenco de julio de 1988, cuando sufrió en medio del campo el ataque cardiaco que acabaría con su vida. Jesse Smith, hija de Patti y de Fred “Sonic” Smith, también presente en Killer Road, explicaba a la revista británica Mojo que sus padres solían ponerle los discos de Nico cuando era niña.

El único encuentro entre ambas artistas documentado hasta ahora ocurrió en París, en 1978. Alguien le había robado el armonio a Nico, y Patti Smith lo sacó de la tienda de empeños en la que había acabado. Michel Esteban, empresario francés enamorado del underground neoyorquino, fotografió el encuentro. Richard Witts, autor de la reveladora biografía Nico, recogía las impresiones al respecto de la protagonista, un personaje que parecía provenir de un mundo paralelo al nuestro. En aquella declaración, asociaba erróneamente el álbum Horses al caballo, y describía de este modo a su benefactora: “Al pasar de escribir a cantar [Patti Smith] se convirtió en la versión femenina de Leonard Cohen; y a mí me caía bien porque era delgada pero fuerte […] Volví a tropezarme con ella en París y allí empecé a conocerla mejor. Sentía como si fuera mi hermana porque además era como la doble de Philippe Garrel -el realizador de cine con el que Nico tenía entonces una relación sentimental y artística- y me gustaba estar con ella”. Con Killer Road, ambas están unidas al fin a través del arte.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_