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Octavio Avendaño, politólogo: “En cualquier momento vamos a tener un autoritarismo de izquierda o de derecha en Chile”

A cinco días de la elección del consejo constituyente, este experto en antipartidismo afirma que un muy buen resultado de la derecha extrema del Partido Republicano y del populista Partido de la Gente “sería el inicio de la descomposición” de las fuerzas tradicionales

Antonia Laborde
Octavio Avendaño
Octavio Avendaño, sociólogo y académico de la Universidad de Chile, durante una entrevista en Santiago.sofia yanjari

Chile está en la cuenta regresiva para elegir a los 50 miembros que redactarán la segunda propuesta constitucional para enterrar la Carta Magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, sometida a decenas de reformas en democracia. El proceso anterior acabó con el 62% de la ciudadanía rechazando el texto, en septiembre pasado. Este segundo intento, marcado por la desafección de los chilenos y el control de los partidos, llega en medio de una crisis de seguridad y económica. La campaña se ha volcado en el tema del orden público en un intento por vincular la Constitución a la principal preocupación de la ciudadanía, que acudirá este domingo a las urnas.

“Es políticamente incorrecto insistir en el tema constitucional cuando las personas están en otra sintonía”, sostiene el politólogo y académico de la Universidad de Chile Octavio Avendaño, experto en antipartidismo, en esta entrevista que se realiza en una cafetería de Providencia, en la zona oriente de Santiago de Chile.

Es una elección con votos obligatorio difícil de predecir, aunque los pronósticos revelan que el péndulo ha girado desde la izquierda hacia la derecha. Del padrón de 15,1 millones de electores, existen casi cinco millones que no han votado en una elección con representantes de partidos políticos en los últimos años, un asunto clave para el académico.

Pregunta. ¿Qué se juega Chile en las elecciones del 7 de mayo?

Respuesta. Se juega la proyección de algunos de los bloques políticos que se han configurado entre 2017 y 2021. Compiten cinco listas. Si a la de Gobierno le va muy mal, por ejemplo, tal vez sus socios del Partido Socialista se replanteen si seguir dentro de la lista oficialista integrada por el Partido Comunista (PC), el Frente Amplio (FA) y el resto de Apruebo Dignidad (AD) y busque fortalecer el Socialismo Democrático en las próximas municipales y parlamentarias de manera independiente. Por el lado de la derecha, está en juego la consolidación del proyecto desde [la extrema derecha del] Partido Republicano (PR). Podríamos hablar de un terremoto político si es que el PR obtiene mayor presentación que Chile Vamos [los partidos tradicionales de derecha].

P. ¿Cuáles son sus proyecciones?

R. Está la incógnita del electorado que se incorpora por primera vez a una elección partidaria con varias alternativas. Pero las proyecciones indican que la primera opción será Chile Vamos de la derecha tradicional, después la oficialista (los comunistas, el Frente Amplio y los socialistas), pero básicamente por el peso electoral que aportarían los socialistas, no porque se consolide un proyecto de izquierda. Pero sería un fracaso rotundo para el Gobierno que la lista vinculada al presidente quedara en un tercer lugar, tras las dos derechas.

P. ¿Qué es el Partido de la Gente?

R. Una fuerza política a la que se le dio poca importancia, pero que en 2021 logró construir una base, mayoritariamente de tuiteros y espectadores de programas de redes sociales. Se apropiaron de un discurso que hasta entonces había asumido el Frente Amplio: antipartidos, anti-elites, anti-privilegios. El PDG lo arrebata y logra representar al electorado que no se había movilizado en todos estos años. Sintoniza con un perfil que no cree mucho en las soluciones del Estado, sino en el emprendimiento. Es una nueva derecha, más al centro.

P. ¿Cuánto se proyecta para el PDG?

R. La sorpresa positiva para el PDG sería quedar en cuarto lugar. Estamos hablando de más de un 20%. Los consolidaría como una fuerza alternativa.

P. ¿En qué pie quedarían los partidos tradicionales si le va muy bien al Partido Republicano o al PDG?

R. Sería el inicio de la descomposición. Podríamos hablar ahí de que han vivido una muerte lenta, pero que se acelera a partir de ese momento.

P. ¿Cuán presente está el apartidismo en esta elección?

R. Muy presente. El apartidismo está arraigado desde hace muchos años. En 1989 Francisco Javier Errázuriz irrumpió con un discurso anti-partido y obtuvo un 15% en la primera elección post dictadura. Los fenómenos se fueron acentuando y surgió a fines de los noventa Joaquín Lavín, que prometía solucionar los problemas de la gente dejando de lado los temas de carácter político. Lo que observamos después es una proliferación de caudillismos anti-partidos como el de Franco Parisi -líder del PDG-, o el Partido Republicano que trata de canalizar a los sectores más pinochetistas.

P. ¿Cómo se explica que el apartidismo esté tan presente?

R. Por la presencia de un electorado muy desafectado, que ahora adquiere fuerza y relevancia. También por la invisibilidad de los partidos. Están ausentes, a diferencia del plebiscito del 88, cuando eran ellos los que estaban detrás. La ausencia obedece sobre todo al debilitamiento organizativo de los partidos. En los años noventa, un 86% se identificaba con un partido y hoy es menos de un 20%. Ya no tienen la fuerza de estar presentes en todo el territorio. Existe un descrédito, porque no hay compromiso programático. El vínculo tradicionalmente no era solamente de tipo clientelar, sino también programático.

P. Su próximo libro aborda el apartidismo

R. El foco es la antipolítica y el antipartidismo, planteando que estamos en un escenario de la diversificación del antipartidismo que es pura denostación hacia el sistema democrático, las instituciones y eso va a tener enormes repercusiones en el futuro. El sistema democrático en Chile no está garantizado. En cualquier momento vamos a tener un autoritarismo de izquierda o de derecha.

P. ¿Cómo se puede evitar eso?

R. Apostando por mayor solidez institucional. Por eso es importante el fortalecimiento de los partidos, porque son los únicos que pueden negociar o llegar a acuerdo. Y aprovechar el proceso constituyente para establecer unas normas que impidan atenúan a sectores antidemocráticos o derechamente que plantean opciones autoritarias. De ahí la importancia que tiene la elección. No es lo mismo que gane Chile Vamos a que gane el Partido Republicano, incluso simbólicamente es una señal muy negativa.

P. En esta campaña los partidos han estado bastante ocultos

R. Aquí nadie está pensando en la convención. Ni siquiera la campaña. La contingencia se apropió del proceso. De partida, no hay ambiente electoral. Hay comunas completas sin propaganda. No hay presencia territorial de los partidos, gráfica o simbólica. No se ven los logos. Los temas que están en juego no se están discutiendo. Tampoco se ha informado. Hay personas que no saben que el voto es obligatorio o cuáles son las listas. No hay un bombardeo comunicacional, en parte, por la frustración que dejó el proceso anterior. Hay una suerte de temor a chocar con la realidad. El tema de la seguridad es real, pero está sobredimensionado. Es políticamente incorrecto insistir en el tema constitucional cuando las personas están en otra sintonía.

P. ¿Cuáles son las grandes diferencias de propuestas entre las cinco listas?

R. En el proceso anterior estaba muy fuerte la idea de la Constitución de Pinochet versus una en democracia. Ahora eso pierde relevancia. La fractura es más Estado y mercado. Se habla de instalar el Estado social de derecho, un mayor papel del Estado en la protección de los recursos naturales, a propósito del litio. El oficialismo versus derecha, incluyendo el PDG. Desde la derecha buscan mantener un Estado subsidiario, que no está explícito en la Constitución del 80 y ahora podría quedar consagrado.

P. ¿Por qué pasó a segundo plano enterrar la Constitución de Pinochet?

R. El tema constitucional pierde fuerza después del plebiscito de septiembre. Y pierde fuerza el principal relato. En parte porque los sectores que asumieron ese discurso se sintieron derrotados y no han logrado procesarlo de manera adecuada. Pero también hay puntos de acuerdo. Una de las principales fuentes de crisis en los últimos 15 años es el presidencialismo, que termina formando gobiernos de minoría. Lo vemos en el resto de América Latina, donde deviene en semi autoritarismo o genera crisis de gobernabilidad. Estamos frente a dos problemas: un presidencialismo sin liderazgos para mantener el respaldo en el Congreso y el de la representación parlamentaria, que hoy son caudillos, no obedecen. Ponen en riesgo concretar una agenda legislativa y más aún en un contexto de fragmentación con 21 partidos representados.

P. ¿La reforma al sistema político va bien encaminada en el borrador constitucional?

R. A mí me seduce el tema de los umbrales para los partidos. Ahora hay parlamentarios que se eligen con menos del 1%. Algunos figuras nacionales fueron electos con menos del 2%. A lo mejor el umbral del 5% es muy elevado, pero no menos de un 3%. De otra manera es inducir a la fragmentación.

P. ¿Cree que el proyecto puede canalizar las problemáticas que se manifestaron en el estallido en 2019?

R. La gran pregunta es si logra resolver la crisis política. Si se agudiza, no va permitir enfrentar nada de los demás. La propuesta constitucional anterior no la solucionaba y, por ende, se rechazó. Esta todavía no sabemos, pero por lo que se ha anunciado hasta el momento, no.

P. ¿Qué pasa si se rechaza?

R. En el corto plazo, nada. Pero veremos fenómenos que nos van a impactar mucho más que ahora: comportamientos anímicos, acciones de tipo nihilistas, el descrédito hacia todo se va a acrecentar. También la violencia. No solo la criminalidad, sino la violencia cotidiana, la que hay en el mundo laboral, en los espacios públicos, porque de alguna forma la energía se tiene que canalizar.

P. ¿A quién le sirve que se rechace?

R. Desde luego a la derecha, principalmente a los republicanos. Para ellos no es una problemática la solución de tipo autoritaria. También te diría que le sirve a sectores del Frente Amplio y del PC que están buscando una nueva oportunidad a partir de la agudización de la crisis.

P. ¿Cómo podría afectar el resultado al Gobierno, pensando que ha tomado distancia versus el primer proceso?

R. Una enormidad. Sería una derrota aunque tomen distancia del resultado porque llegan al Gobierno prometiendo una nueva Constitución y sería un fracaso rotundo si no se logra.

P. ¿Cuánto va a importar la participación?

R. Mucho. Hay proyecciones que hablan de un 75%, lo que bajo las actuales circunstancias sería un éxito. La participación en este momento está indicando quién gana. Si es alta, el triunfo de la derecha está anunciado. Si la participación baja del 60%, las condiciones son distintas y ahí puede pasar cualquier cosa.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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