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La ultraderecha en Chile es de hombres, creyentes y de entre 45 y 54 años

Un estudio académico analiza las razones de quienes apoyan y rechazan el proyecto de José Antonio Kast y el Partido Republicano

Rocío Montes
Elecciones chile 2021
José Antonio Kast, del Partido Republicano, se dirige a sus seguidores tras los resultados de la segunda vuelta de las presidenciales, en Santiago, el 19 de diciembre de 2021.MAURO PIMENTEL (AFP)

En un contexto mundial en que las derechas tradicionales han moderado sus programas y les ha salido competencia por su extremo derecho, un estudio académico de la Universidad Diego Portales (UDP), en Chile, ha analizado las características de los que apoyan y rechazan el proyecto de José Antonio Kast y el Partido Republicano, como sus respectivas razones. Liderado por el académico Cristóbal Rovira, doctor en Ciencia Política de la Universidad Humboldt de Berlín, la investigación Apoyo y rechazo a la ultraderecha en Chile analiza la escena nacional, donde en la primera vuelta presidencial del año pasado Kast obtuvo la primera mayoría, sobre el izquierdista Gabriel Boric, con un 27,91% contra un 25,83%, respectivamente.

Aunque Boric finalmente ganó la presidencia en el balotaje con el apoyo del centroizquierda y Kast lo perdió con el apoyo de la derecha, el Partido Republicano obtuvo 15 diputados y un senador, lo que lo hace relevante en un Congreso fragmentado y sin mayorías. Esta semana, cuando transversalmente las fuerzas políticas acordaron una nueva ruta constituyente, en sintonía con el 67% de la gente que quiere reemplazar la Carta Fundamental actual, de acuerdo a las encuestas, Kast y sus fuerzas se restaron porque, como dijo su líder, “Chile no necesita una nueva Constitución”.

De acuerdo al estudio de la UDP, un 18% apoya al proyecto de Kast, mientras que un 60% lo rechaza. El investigador Rovira asegura que la diferencia de este porcentaje con el resultado de las elecciones presidenciales de 2021 se explican porque, en primera y segunda vuelta, no hubo voto obligatorio.

Aunque hasta hace poco en América Latina la ultraderecha no era fuerte, indica la investigación, el panorama comenzó a cambiar con la elección de Jair Bolsonaro en Brasil en 2018. Desde entonces no solo han emergido nuevos líderes, sino que se ha organizado regionalmente. En Chile, asegura el estudio liderado por Rovira, existen dos elementos que empujaron el fenómeno Kast: el cambio del sistema electoral binominal a uno proporcional en 2017 y la moderación de la derecha tradicional, que se ha intentado despercudir de la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet, porque pertenecen a una generación distinta a la que tuvo algún papel en el régimen y la que lideró la transición. Con pasado de militante de la UDI, uno de los partidos de la derecha tradicional, Kast marca diferencias con los partidos convencionales de este sector. “Este acuerdo no representa una segunda oportunidad, sino un segundo error”, aseguró esta semana por la nueva ruta constituyente negociada por todas las fuerzas políticas.

Para el líder de la derecha extrema chilena –”algunos dicen que soy extremo”, decía en su campaña presidencial– las urgencias de la población son otras, no la Constitución. Sobre todo, delincuencia, inmigración irregular y la situación económica, con un 2023 con recesión por delante y con una inflación poco conocida para los chilenos de 13,3% anual. De acuerdo al estudio, los partidarios de Kast son homogéneos, es decir, independiente de su edad, sexo y grupo socioeconómico, son similares ideológicamente, lo que se contrapone con quienes rechazan el proyecto del Partido Republicano chileno. Existen al menos tres conceptos que se repiten en los discursos de los simpatizantes de la ultraderecha: familia, patria y seguridad. De las cualidades que le reconocen a Kast, resaltan “su consecuencia y sinceridad, lo cual es uno de los elementos que más críticas genera respecto a la derecha tradicional”.

La investigación asegura que las personas que están en contra de la ultraderecha son más mujeres que hombres, porque “la ultraderecha tiende a contar con más seguidores hombres y más detractoras mujeres, por las posturas más bien negativas hacia el feminismo de la ultraderecha”. Quienes apoyan a la derecha extrema en Chile, además, provienen de estratos bajos y altos antes que medios, mientras que quienes rechazan a la ultraderecha se componen más bien de estratos medios y altos.

Respecto de la religión, mientras los que están en contra de la ultraderecha son bastante menos religiosos que el votante promedio, quienes están a favor de la ultraderecha son más católicos, evangélicos o protestantes. La ultraderecha chilena, a su vez, tiene mayor cantidad de seguidores en el grupo de 45 a 54 años, pero tiene deficiente desempeño en el grupo de 18 a 29 años.

“Quienes están en contra de la ultraderecha presentan un mayor nivel de interés en la política que quienes están a favor de la ultraderecha y del votante medio”, asegura la investigación, que analiza la relación de cada grupo con la democracia. Si bien aproximadamente la mitad de quienes están a favor de la ultraderecha dicen apoyar la democracia, este número es muy inferior a la de quienes están en contra de la ultraderecha (77%) y del promedio nacional (68%). Al mismo tiempo, alrededor de un cuarto de los que están a favor de la ultraderecha opina que bajo ciertas circunstancias un Gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático (25%), una cifra que es mucho más baja en el grupo de personas que están tanto contra la ultraderecha (8%) como del votante medio (13%).

“Asimismo, los datos también reflejan que quienes están a favor de la ultraderecha en Chile tienen más bajos niveles de satisfacción de la democracia” en comparación a los otros dos grupos, se indica en Apoyo y rechazo a la ultraderecha en Chile.

Familia y patria

En un contexto donde partidarios y detractores de Kast coinciden en la forma disgregada y vivencial en la que se presenta su discurso político, la alta desconfianza institucional y, curiosamente, la idea de la importancia de la moderación, un hombre de Santiago de Chile de más de 45 años, aseguró: “Kast se preocupa más de los principios, de la familia y de la patria. Lo que está pasando en el norte también con la inmigración. Él es de los políticos que se ha preocupado de dar una alarma de lo que está pasando, con la cantidad de inmigrantes que están entrando, mientras los otros no hacen nada”.

Una mujer de la misma edad, de la capital, se instaló en el rechazo al proyecto del Partido Republicano y su líder con la siguiente explicación: “Yo sinceramente, cuando él comenzó a postular con Boric, yo iba por él. Cuando él dijo que las madres solteras quedarían fuera de su Gobierno… Yo soy mamá soltera, a mucha honra, y mi hijo y yo somos una familia. Entonces si él hubiese ganado, yo me hubiera sentido tan intimidada y sin derecho a nada, quizás, como muchas personas más. Entonces, yo dije, no, no, y empecé como a informarme y descarté absolutamente poder votar por él...”.

Mientras los partidarios de Kast aluden “a la figura de Augusto Pinochet como un ideal de orden a rescatar”, pese a que se relacionan de forma ambivalente con este asunto, entre las razones de los detractores está justamente que no haya roto con el dictador y que defienda parte de su legado: “Los tipos de este partido no tienen filtros, no tienen parámetros. Ellos lanzan, atacan… como Pinochet”, aseguró un hombre de Temuco, en el sur del país, en un testimonio recogido por este estudio.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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