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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El espejismo de la belleza

"Pretty" evidencia la fragilidad de ciertas muletas sobre las que las personas soportan su frustración

Neil LaBute es un dramaturgo que marca distancias con sus personajes. Su relación es la misma que la de un forense con un cuerpo abierto para descubrir sus vísceras. Una vivisección. ¿Tortura? Quien haya visto alguna de sus obras quizá no descartaría esta posibilidad como oscura intención dramática. Con esta idea, fomentada por montajes como Gorda o El nombre de las cosas, se entra en la Villarroel para encararse con Pretty con la curiosidad de quien disfruta con los estragos de la misantropía ajena. Tremendo y bienaventurado error.

Cuando LaBute abandona el mundo de los profesionales cualificados, de los despachos y las aulas universitarias y baja a las taquillas y cantinas de una empresa en el turno de noche y enfunda a sus protagonistas en proletarios monos de trabajo o uniformes de seguridad; cuando el autor se fija en otra clase social y retrata su rutina (laboral, sentimental) resulta que esa distancia desaparece, que se muestra incluso empático con sus defectos y errores. No añade crueldad a unas vidas que ya por sí tienen el techo de la esperanza y el futuro muy bajo. Una proximidad que se percibe desde la primera escena: el estallido de rabia de la Meri (Sara Espígul) porque se ha enterado por la Carla (Mariona Ribas) que él, Edu, su compañero-novio (Pau Roca) le había dicho al Toni (Joan Carreras) en un descanso en el almacén que ella era una chica “normal”, ni fea ni guapa.

¿Es Meri una mujer obsesionada por la belleza? Sospecho que no, como Pretty en realidad tampoco es un texto que ponga en evidencia como la sociedad se deja esclavizar por determinados cánones estéticos. Lo que sí pone en evidencia es la fragilidad de ciertas muletas sobre las que las personas sin horizonte soportan su frustración existencial. La Meri se había apoyado en la ilusión de un cierto atractivo físico, el suficiente para enamorar a Edu. Que se haga añicos ese espejismo puede desencadenar una honda crisis íntima, romper parejas, acabar con amistades, dejar al descubierto unas vidas limitadas de opciones de cambio.

Pretty

De Neil LaBute. Dirección: Marilia Samper. Intérpretes: Joan Carreras, Sara Espigul, Mariona Ribas y Pau Roca. Traducción: Violeta Roca. La Villarroel, Barcelona, 20 de mayo.

Marilia Samper ha dirigido el texto con el mismo espíritu de realismo sin sobrecarga tragicómica. Hasta las manifestaciones más extremas (el vómito de reproches que pone en escena Espígul tiene la potencia justa para no caer en la caricatura volcánica) son tratadas con respeto y también ella cuida el camino de aprendizaje que traza Edu hasta su contragolpe final. Un traidor con poderosas razones para colocar las cosas en sus justos términos y marcar cierta distancia con el mundo. Un tono cotidiano, vulgar —con el poder que confiere el diccionario de la calle—, extremadamente ecuánime con las reacciones de los personajes dolidos, y muy atento a que las interpretaciones de los cuatro protagonistas sean un auténtico trozo de vida.

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