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A qué sabe vivir bajo el umbral de la pobreza

¿Qué significa ser pobre? ¿Cómo se refleja la estrechez económica en el plato de comida en los distintos países del mundo? Un estudio llevado a cabo por Chow and Lin indaga en el tema a través de la imagen

Myanmar. Yangon. Agosto 2016.
Myanmar. Yangon. Agosto 2016.Chow and Lin (Lars Müller Publishing)

De forma periódica, el Banco Mundial establece la línea de la pobreza internacional, el umbral monetario bajo el cual es considerado pobre un individuo. La cuantía en la actualidad es de 1,90 dólares (1,73 euros) por día y se calcula teniendo en cuenta el valor de los bienes necesarios para mantener a un adulto. Pero ¿qué significa realmente ser pobre, un término cargado de connotaciones emocionales? Y ¿cómo cambia este concepto en los distintos países del mundo? Esto es algo que se planteo el dúo Chow and Lin (Malasia/Singapur, 1980), formado por el fotógrafo Stefen Chow y la economista y analista de mercado Huiyi Lin cuando se propusieron llevar a cabo un ambicioso proyecto, The Poverty Line, hoy utilizado por el Banco Mundial como referencia para una comprensión visual de la pobreza.

La idea del proyecto surgió en 2010, durante de un viaje realizado por el fotógrafo a dos ciudades muy dispares: Nueva York y Calcuta. Era la primera vez que el autor (quien en 2013 obtuvo un premio World Press Photo con un retrato del artista y activista Ai Weiwei) visitaba la ciudad estadounidense. Caminando por Broadway, le sorprendió la cantidad de indigentes que ocupaban las calles tendidos sobre cartones. Un hecho que se repetía en mayor cuantía en Calcuta, donde cientos de personas dormían a la intemperie en las orillas de las carreteras. “¿Es más fácil ser pobre en una de las ciudades más ricas del mundo como Nueva York o es mejor ser pobre en Calcuta, donde está permitido dormir en el carril izquierdo de la calzada?”, planteaba el autor durante una charla TED. Nueva York es mucho más rica que Calcuta, pero aún así el porcentaje de población que por aquel entonces vivía por debajo del umbral de pobreza en la urbe de EE UU era mayor que en la ciudad india (un 20,9%, frente a un 19 % respectivamente). El dato llamó la atención de los autores.

La pareja comenzó entonces una andadura que los llevaría a 36 países de todos los continentes. Recorrerían 200.000 kilómetros a lo largo de diez años. Una compleja tarea de investigación basada “en la metodología de técnicas estadísticas, matemáticas y computacionales para abordar problemas globales” cuya síntesis resultó muy visual. El estudio adopta la forma de un vistoso paseo por los mercados mundiales salpicado de todo tipo de nutrientes, fotografiados sobre la página de un periódico local de ese preciso día. Una manera muy directa de plasmar la realidad a la que se enfrentan los ciudadanos más desfavorecidos del mundo cuando se sientan a la mesa y que a su vez refleja la relación que se establece entre la economía, la cultura y la comida. The Poverty Line cuenta con un sitio web interactivo, y ha sido presentado varias veces en formato expositivo, como ocurrió en la última edición de los Encuentros de Arlés. El proyecto obtuvo una nominación al Prix Pictet y se presenta en forma de libro, publicado por Lars Müller Publishing.

Brasil. Rio de Janeiro. Mayo 2012.
Brasil. Rio de Janeiro. Mayo 2012.

El propósito del trabajo no solo ha sido comparar la pobreza en distintos países, sino encontrar la forma de entenderla dentro de cada territorio. Así, el tándem de autores observó que el concepto de umbral de pobreza en los países desarrollados es relativo, es decir, tiene en cuenta la situación económica del país en ese momento, mientras que en los países en vías de desarrollo el valor es absoluto y está basado en el umbral de supervivencia, en cuánto se necesita gastar para obtener la ingesta de calorías adecuada para pasar el día. Partiendo de las estadísticas oficiales de cada país, los autores calcularon el gasto diario en comida que se puede permitir un adulto que vive en la línea de la pobreza. Acudieron a los mercados locales para comprar los productos propios de esa zona disponibles por esa cantidad y los fotografiaron. En la elección de los productos se incluyeron los vegetales, la fruta, los alimentos ricos en carbohidratos, proteínas, así como distintos tentempiés.

Las páginas de periódico como fondo ayudan a situar al lector en una época concreta a través de la información que ofrecen, así como a ilustrar distintas peculiaridades del país seleccionado. De igual forma, la uniformidad estética de las imágenes contribuye a lograr un estudio comparativo más objetivo. Pero lo que las imágenes vienen a ilustrar a través de la comida es de forma más directa la escasez; el hambre. Cuando los autores visitaron Brasil en 2012, un país considerado en vías de desarrollo al tiempo que con un alto desarrollo urbanístico y de expansión, calcularon que el presupuesto para un día se encontraba en 2,33 reales (0,42 euros), cuando el billete de autobús costaba 2,5 reales (0,45 euros). “Esto suponía una clara elección: si no querías caminar te quedabas sin la ración de alimentos diarios”, aclara Chow. Cada grupo de fotografías viene acompañado por información y estadísticas que ayudan al lector a valorar la imagen. Su variedad invita a establecer comparaciones entre los continentes de distintas formas. Así, encontramos que mientras en Kenia el presupuesto en las áreas urbanas en 2015 y 2016 es de 85 chelines (0,88 euros) y alcanza para un ramo de acelgas, en Francia con 5,99 euros se comen gambas o dos trozos de repostería, y en Australia uno puede comer un pollo asado por 7,52 dólares australianos (5,61 euros). De igual forma, el gasto diario en 2019 da para cuatro huevos en Etiopía, 18 en Sudáfrica y 15 en Turquía.

Turquía. Estambul. Octubre 2019.
Turquía. Estambul. Octubre 2019. Chow and Lin (Lars Müller Publishing)

Chow destacaba en una charla TED el caso de Japón. Un país que se muestra orgulloso de lo que ha venido a ser llamado el “milagro” japonés, su capacidad de reconstrucción desde la Segunda Guerra Mundial, y de ser una de las sociedades más uniformes como clase media. En 2009 midió por primera vez su umbral de la pobreza, que se situaba en 1.600 yens (12,6 euros) al día por persona. Así, uno de cada seis japoneses se convirtieron oficialmente en pobres, lo que suponía 20 millones personas, una población cercana a la de Malasia. “Uno de los grandes malentendidos que todos solemos cometer es que cuando hablamos de pobreza inmediatamente asumimos que se trata de gente sin techo, sin educación, ni recursos”, señala Chow. Sin embargo, a través de unos artículos publicados por The New York Times se pudo comprobar que muchos de los pobres de Japón eran jóvenes bien formados, empleados en trabajos donde se les pagaba por debajo del salario mínimo. También madres solteras sin ningún apoyo gubernamental. “Nunca hubiera imaginado que era pobre”, reconocían varios de los entrevistados. “Aquello resultó ser un dato muy revelador dentro de una de las economías mas fuertes del mundo”, concluye Chow.

The Poverty Line. Chow and Lin. Lars Müller Publishing. 432 páginas. 45 euros.

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