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Las ventas de motocicletas, entre la rentabilidad y las altas tasas de siniestralidad

El número de matriculaciones en Colombia repunta en abril en paralelo al número de motociclistas fallecidos en las vías

Licencia de conducción Bogotá
Motociclistas esperan entre automóviles en Bogotá (Colombia).Jeff Greenberg (Universal Images)
Camilo Sánchez

El mercado de venta de motocicletas en Colombia se debate entre el repunte del 18% registrado entre marzo y abril, y las preocupantes cifras de siniestralidad. Son dos facetas de una misma realidad. Por eso, buena parte del rendimiento, con datos más estables que en el caso de los automóviles, se ve opacado por la escalofriante cifra de 124 motociclistas fallecidos por semana en lo que va de 2024. “La moto tiene una flexibilidad gigantesca para los trancones, es muy económica y para muchos es una herramienta de trabajo”, explica el ingeniero experto en movilidad Darío Hidalgo.

La matriculación de motos nuevas desde la pandemia ha tenido, como en la mayoría de renglones de la economía, sus altas y bajas. En su lectura interanual de marzo hubo un descenso del 10,7%, al tiempo que aceleró con un crecimiento del 33,94% en abril frente al mismo mes. El 2023, de hecho, fue el primer año con un retroceso en ventas en la última década. Se trata, quizás, de un reflejo claro de un nicho en proceso de estabilización: “En el acumulado para el primer cuatrimestre tenemos un dato positivo del 7% que sigue siendo muy bueno frente a las proyecciones iniciales”, concede el director de la cámara de motocicletas de la ANDI, Iván García.

El dirigente gremial subraya que las comparaciones entre el mercado de vehículos y el de motocicletas son incompatibles. Se trata, repite, de dos sectores con pocos puntos de contacto: “Son industrias diametralmente opuestas. Los encadenamientos productivos y el diseño de los vehículos de dos ruedas son realmente más simples. La tecnología es más sencilla y utiliza menos componentes”. Por eso opina que para los países en vía de desarrollo y de ingreso medio es más fácil participar en su producción: “En Colombia se están integrando, por ejemplo, ramales eléctricos que son muchos más sencillos. Se están desarrollando sillines y chasis, entre otras piezas”.

Un panorama que ha funcionado como incentivo para que el 95% de las motos nuevas sean de fabricación o ensamblaje nacional. Los usuarios, además, están concentrados en un 92% en los estratos 1, 2 y 3. Dos rasgos socioeconómicos que también marcan distancia del mercado de automóviles. Para Darío Hidalgo, el uso de la moto ha sido impulsado a nivel público: “Colombia lo ha incentivado a través de políticas favorables como mecanismos tributarios y de incentivos a la industrialización o bajándoles a la mitad el precio del seguro obligatorio”.

Las motos constituyen un 61% de la flota vehicular total del país. Algo así como 11,5 millones de vehículos que para los expertos en movilidad se han convertido también en una seria amenaza para la convivencia y seguridad en las vías del país. La consultora internacional en estos temas Hilda María Gómez señala: “El parque de las motos va a seguir creciendo, es muy asequible tiene muchas facilidades de compra. Y, sin embargo, todavía no tenemos un planteamiento de política de movilidad en moto”.

Gómez acaba de aterrizar de Guatemala, donde participó precisamente en una conferencia sobre este asunto. Cuenta que para el primer trimestre del año, el 64% de los vehículos que se vendieron en el país centroamericano fueron motos. Es una realidad, apunta, que se extiende a buena parte del denominado “sur global”. Por eso resulta inquietante que ante la avalancha de siniestros viales el país siga sin políticas claras: “Las muertes de peatones, ciclistas, usuarios de camiones y de vehículos disminuyeron. La única categoría que subió, y empujó el global hacia arriba, fue el de motos”, afirma Darío Hidalgo.

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En 2023 se registraron más de 5.000 motociclistas fallecidos. Hidalgo concede que se trata de un medio de transporte que también genera gran bienestar a miles de familias que la utilizan como instrumento de trabajo. Colombia, además, cuenta con ocho empresas ensambladoras que suman 11 plantas desperdigadas en distintas zonas del país. Una fuente de trabajo para algo más de 88.000 personas a lo largo de la cadena de valor de la industria. Es, sin duda, el modo de transporte predominante en el país: “A eso hay que añadirle que la motocicleta genera empleo en el uso mismo del vehículo”, agrega Iván García.

De acuerdo con sus cálculos, unos 2,6 millones de personas trabajan con una moto en actividades tan diversas como la mensajería, los repartidores o los bicitaxis. Se trataría del 5% de toda la población de Colombia. “Esto hay que regularlo”, apostilla Hilda Gómez, “llámese en transporte escolar, que ya lo hay, en transporte público o transporte. Incluso hay que analizar qué infraestructura vial necesitamos para que las motos transiten con seguridad”. La clave, continúa Hidalgo, está en promover el uso seguro: “Respetar los límites de velocidad. Garantizar el uso de elementos de seguridad para el motociclista. Mejorar el proceso de licenciamiento y las condiciones de las motos con frenos ABS”.

Iván García asegura que en 2024 el ritmo de matriculaciones lo hace a un ritmo moderado de 61.000 unidades mensuales. De igual forma, recuerda que el grupo Uma, con sede en Ciudad de Guatemala, abrió una nueva planta de producción en Pereira: “Es una apuesta inmensa. Con capacidad de producción de casi 25.000 unidades al año para atender el mercado colombiano y latinoamericano”.

En este contexto, que oscila entre el vigor del negocio y los riesgos mortales, los expertos siguen alzando la voz para hallar soluciones: “Al final la motocicleta es la gran elección del colombiano que busca ahorrar plata y tiempo en un país con una oferta de transporte pública limitada. Hay que trabajar en la falta de formación de los conductores, el 50% transita sin licencia de conducción porque es más cara que un salario mínimo. Hay que trabajar en los controles aduaneros y en la comercialización. El Estado debe garantizar que en Colombia se importen y comercialicen elementos de protección personal seguros”, finaliza Daniel Villaveces, fundador de la empresa especializada en formación de motociclistas Ride.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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