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El Clan del Golfo acepta la invitación de Petro para sentarse a negociar

La mayor banda del narcotráfico en Colombia ha permanecido hasta ahora al margen de la política de paz total

Clan del Golfo Colombia
Un militar pasa al frente de las marcas del Clan del Golfo, en La Colonia, Valle del Cauca, el 18 de mayo de 2022.JOAQUIN SARMIENTO (AFP)
Santiago Torrado

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, abrió la puerta esta semana a una “negociación jurídica” con el Clan del Golfo, cuya expansión representa uno de los mayores desafíos para la política de paz total con la que pretende dialogar en simultaneo con diversos grupos armados. La respuesta de la mayor banda narcotraficante del país ha sido casi inmediata. El Ejército Gaitanista de Colombia, como ahora se hace llamar, ha anunciado este martes que acepta la propuesta del Gobierno, aunque con la condición de que sea un proceso político, no de sometimiento a la justicia.

“A pesar de que se desconoce nuestra identidad al denominarnos de otra forma, nos permitimos comunicar que aceptamos la invitación hecha por el señor presidente, en el sentido de sentarnos a negociar las condiciones políticas que permitan las transformaciones sociales que todos queremos para las regiones en donde hacemos presencia”, dice el comunicado del Clan del Golfo, con un fraseo que contrasta con las palabras del mandatario.

El presidente Petro había dicho la víspera desde Apartadó, en el departamento de Antioquia, que se proponía plantearle a la nueva fiscal general, Luz Adriana Camargo, explorar caminos para un “acogimiento colectivo” a la justicia que incluya al Clan del Golfo. En el mismo discurso, les recordó que “[Jorge Eliécer] Gaitán era un revolucionario, no un traqueto”. La principal condición para cualquier negociación, aseguró, es que esa organización armada renuncie al narcotráfico, la extorsión y al tráfico de migrantes, algunas de las muchas rentas ilegales en las que está involucrada. “El que tiene el balón en la cancha es el Clan. ¿Se atreve o no se atreve? Si no se atreve, guerreamos, porque la decisión es destruir al Clan. Si se atreven, abrimos las mesas de negociación”, expresó el mandatario.

En su respuesta, el Clan apunta que las economías ilícitas “existen en las regiones mucho antes de que fuéramos una realidad como organización” y niegan estar relacionados con el enorme flujo de migrantes que atraviesan la espesa selva del Darién que separa a Colombia y Panamá, a pesar de los múltiples reportes que así lo documentan. Sin embargo, señalan que la propuesta de Petro “es un camino muy difícil y complejo” y que se muestran “dispuestos a recorrer acompañados de las comunidades” de los lugares en los que operan.

Los acercamientos con el Clan del Golfo, una banda que ha pasado por distintos nombres, hasta ahora no han prosperado. El mismo Petro les había lanzado un ultimátum el mes pasado y amenazó con bombardearlos luego de que el grupo asesinó a cuatro militares en una emboscada en otro lugar de Antioquia. “Su actividad se ha centrado en las economías ilícitas que nosotros estamos golpeando”, dijo entonces. “Si no son capaces de desmantelarse, como lo hemos solicitado, serán destruidos por el Estado”. Una amenaza que ha repetido en varias ocasiones.

En ese momento, el Clan, que se solía hacer llamar Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o AGC, respondió retratándose como un “Ejército”, una definición que usa desde finales de 2023 y con la que firma el comunicado de este martes. A pesar de ventilar reparos a los diálogos que sostiene el Gobierno con la guerrilla del ELN y con las disidencias del Estado Mayor Central, con los que tiene guerras abiertas en varias regiones, el Clan dijo en ese video que mantenía su “voluntad de paz”. A diferencia del ELN y el EMC, el Gobierno no se ha mostrado dispuesto a concederles un estatus político y ha planteado un sometimiento a la justicia, un asunto que aparece en la respuesta de este martes.

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El Clan, surgido tras la desmovilización de los grupos paramilitares en el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), es responsable de cerca de la mitad de la droga que ha salido de Colombia en los últimos años, de acuerdo con las autoridades. También está fuertemente involucrado en la minería ilegal, la extorsión y el tráfico de migrantes por el llamado Tapón del Darién que separa a Colombia y Panamá. Ha pasado de contar con menos de 4.000 hombres en 2018 a más de 6.000 en la actualidad, con intentos persistentes por retratarse como una “organización político militar”. La captura y extradición hace dos años de su máximo líder, Dairo Antonio Úsuga, Otoniel, no mermó el poder del Clan del Golfo, ahora encabezado por Jobanis de Jesús Ávila, alias Chiquito Malo. Por el contrario, se ha expandido desde entonces.

Para allanar un escenario de diálogos con el Clan del Golfo es necesario construir y consensuar un marco jurídico, advertía este mismo lunes la Fundación Ideas para la Paz (FIP) en un nuevo informe sobre las lecciones que dejó el último intento de negociación en el Gobierno de Juan Manuel Santos, entre finales de 2015 y agosto de 2018. Entre sus recomendaciones, la FIP recuerda que las puertas del sometimiento se abren por una combinación de factores, que incluyen las operaciones militares y las capacidades de inteligencia por parte del Estado. Es importante que el Gobierno defina el lugar y la importancia del sometimiento dentro de su estrategia de paz, subraya el centro de pensamiento, y para eso “hay que designar un equipo negociador y definir cuál es el punto de llegada”.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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