Cuidado de la piel

Simplifiqué mi rutina de belleza en solo tres pasos (y esto es lo que ocurrió)

Un cambio significativo que puede suponer no solo un ahorro de tiempo, sino también un respiro para tu piel
rutina de belleza
Nuria Val y Coke Bartrina

Hace unos meses, leía en la web de Byrdie un titular que a mí y a mi ritual de belleza de casi diez pasos nos llamó mucho la atención: “La ciencia dice que tener una rutina de cuidado de la piel de tres pasos puede reducir el estrés”. Según un estudio publicado en el Journal of Investigative Dermatology, se habían visto mejoras significativas en el bienestar de la piel de personas con tendencia acneica, relacionadas con la reducción de los niveles de cortisol en su saliva tras realizar durante ocho semanas un protocolo facial de tan solo tres pasos. Y si bien no sé cuáles son mis niveles de cortisol, sí sé que cualquier cambio que reduzca las posibilidades de que aparezcan granitos en mi piel grasa, es bienvenido. 

Desde luego, estaba intrigada aunque no totalmente dispuesta a hacer una modificación tan grande en mi rutina de belleza, pero poco después descubrí que la firma de cosmética natural y orgánica Rowse propone precisamente realizar tu ritual facial diario con solo tres pasos, basados en sus productos. Sin duda, era el momento idóneo para testar la teoría. Así fue como realicé un cambio radical en mis mañanas y noches, ya no solo por esa reducción de la cantidad de cosméticos que usaría, sino porque la sugerencia de productos para pieles grasas de Rowse es diametralmente opuesta al tipo de formulaciones que suelo utilizar: un jabón sólido, un agua tonificante de romero y dos aceites nutritivos (uno de jojoba para el día y otro de cáñamo para la noche).

A decir verdad, estaba un poco escéptica ante la idea de abandonar el uso de productos que para mí son esenciales a la hora de combatir el exceso de sebo en la piel y el acné, especialmente mi fiel tónico de ácido glicólico y mi gel crema hidratante ligera, todo lo contrario de nutrir el rostro con un aceite (sí, el peor enemigo de las pieles grasas). Sin embargo, nada más empezar esta nueva rutina, pude notar en mi piel que mis reparos eran totalmente infundados: el jabón sólido es más cómodo de usar de lo que imaginaba y me deja la piel con una sensación total de limpieza; el agua de romero ayuda a reducir el aspecto de los poros y es astringente, pero mucho menos agresiva que cualquier tónico exfoliante; y los dos aceites (las verdaderas sorpresas), dejan el rostro muy hidratado pero sin la temida sensación oleosa, sino con una bonita sensación de luminosidad y un aspecto jugoso.

Pero la clave no está solamente en cómo funcionaron estos productos determinados en mi piel, sino cómo afectó esta reducción a más de la mitad de los cosméticos que utilizo en mi día a día. Evidentemente, es difícil que pueda medir por mí misma si mi nivel de estrés ha disminuido, tal como apuntaba el estudio mencionado al principio, pero lo cierto es que a lo largo de varios meses y hasta la fecha, la aparición de granitos se ha reducido drásticamente -como mucho, aparecen uno o dos al mes-, mi piel está más suave y lisa que nunca y mi rostro tiene un aspecto mucho más luminoso. Como punto extra, la disminución del tiempo que dedico a mi protocolo diario también ha sido significativa, evitando esa pereza que a veces entra a la hora de pasar tanto tiempo cuidando la dermis, lo cual ha provocado que, irónicamente, dedique unos segundos más a cada paso del protocolo (al ser menos steps, da menos desidia), asegurándome de que los activos penetren correctamente y masajeando más la superficie cutánea.