Análisis

Una única talla para vestirnos a todas: pros y contras de esta práctica cada vez más extendida

De la exclusión de cuerpos a la sostenibilidad, hablamos con expertos y marcas para saber qué se esconde detrás de la última polémica de la industria
Vogue News
Fotografía: Carlota Guerrero. Realización: Leonor Delkader.

Desde sus mismísimos inicios, la firma Brandy Melville ha estado envuelta en polémicas y controversias. Sin embargo, no ha sido hasta el lanzamiento del documental centrado en su historia (disponible en MAX) cuando el gran público ha podido conocer muchas de las cuestionables prácticas de su fundador Silvio Marsan. Más allá de los escándalos de racismo o acoso que denuncian sus trabajadores, una filosofía en concreto llama la atención desde la mismísima esencia de su modelo de negocio: el uso de una talla única para vestir a todos los cuerpos, o lo que la propia firma ha bautizado como su política “One size fits all”.

Una práctica que lleva el pret-à-porter al límite de su razón de ser (esa que aboga porque los cuerpos se adapten a la ropa ya confeccionada y no viceversa) y que sin duda despierta más de una preocupación o rechazo, teniendo en cuenta que, además, el público objetivo de la marca italiana se sitúa entre los 15 y los 18 años (según el portal demográfico Register Forum).

Para Estel Vilaseca, Head of Fashion de LCI Barcelona, el gran problema de la talla única reside en la exclusión que este modelo ejerce sobre multitud de cuerpos. “El concepto en sí es muy problemático porque ¿qué es lo único? Al final esto es incluso peor que el hecho de que no se fabriquen tallas grandes, porque es una y es única, por lo que se está desestandarizando y eso es súper excluyente y súper peligroso”, advierte. “Este tipo de prácticas genera mucha presión estética y sobre todo en el caso de las líneas adolescentes se ponen de manifiesto ideas muy peligrosas”, continúa.

En la misma línea de Brandy Melville, muchas otras firmas han optado por este tallaje único, sobre todo, en el caso de modelos o prendas concretas. “En lugar de vender todas o la mayoría de las tallas disponibles, algunas empresas optan por fabricar solo una talla específica de ciertos productos y la etiquetan como talla única. Muchas empresas hacen esto porque es más barato y menos complicado que producir prendas de varias tallas. Sin embargo, sólo las personas que se ajusten a la talla elegida por el fabricante pueden usar la ropa según lo establecido”, explicaban las periodistas Alice Sheffer and Lily Jeffrey en un artículo de la revista C Magazine siguendo la misma línea.

Y es que la práctica extendida de esta estrategia comercial resulta muy jugosa desde el punto de vista económico y logístico. Sin embargo, tal y como señala Vilaseca, no todo son contras si hablamos de una única talla. “Si una misma prenda, un mismo diseño, lo pueden llevar muchas más personas, estás ahorrando, ¿no? Pero también estás ahorrando en consumo de energético, en desperdicios, prototipos... Además, si cuando tú no quieres una prenda la desechas, pero esa prenda se adapta a muchos tipos de cuerpos, tendrá una vida más larga porque más personas pueden ponérsela”, explica. “La clave está en la investigación de materiales. Estamos trabajando en proyectos y sobre todo en metodologías, planteando hacia dónde llevamos el diseño de moda. Por eso para nosotros es muy importante empezar a repensar los procesos y las maneras que se están haciendo las cosas. Esto pasa también por la exploración de nuevos materiales: materiales que crecen, que se expandan y que no solo se adapten a todo tipo de cuerpos, sino que puedan contar incluso con varias funciones”.

Precisamente con la innovación textil como protagonista, la firma lencera Chantelle lanzaba hace unos meses su línea Soft Stretch, que lejos de buscar dejar fuera a ninguna de sus clientas, garantiza que una misma prenda se adapte a todo tipo de cuerpos. “Estamos muy comprometidos con la inclusividad, siendo este uno de los pilares de nuestro manifiesto de responsabilidad social llamado Chantelle For Change. En nuestras colecciones de lencería tenemos una gama de tallas muy amplia y en el caso de Soft Stretch creemos que ofrecer a todas el mismo producto pueda ser aún más inclusivo. La talla única de braga cubre hasta la 46, hay diferentes cortes más o menos cubrientes, que se adaptan a todos los cuerpos; y para quien necesita una talla mayor, tenemos un modelo Plus Size que abarca hasta la talla 54”, desgranan.

Un ejemplo de cómo la controvertida talla única puede convertirse también en un reclamo sostenible sin necesidad de excluir a nadie. Y de que, quizás, después de todo, haya parte del concepto que tenga futuro si se enfoca desde un punto de partida inclusivo. Así también lo ve Vilaseca, que apunta al lado esperanzador de esta política de tallas: “Cada cuerpo es diferente, ¿no? Al final cada cuerpo es distinto y las nuevas tecnologías de alguna manera nos van a permitir ir a esa personalización que ahora no tenemos. La idea es que más allá de esa estandarización universal vayamos más bien a poder crear prendas que se adapten a los diferentes cuerpos y corporalidades y pienso que ahí, probablemente, es donde están o donde hay que llevar las investigaciones”. Y quizás entonces algún día sí one size will fit us all.