Análisis

La evolución de la camiseta feminista desde comienzos de siglo: ¿cómo hemos perdido la inocencia desde entonces?

Firmas como Praying u Omighty plantean otros acercamientos a la camiseta reivindicativa dirigida a mujeres feministas
Ashley Judd con una camiseta de This is what a feminist looks like.
Ashley Judd con una camiseta de 'This is what a feminist looks like'.Paul Natkin/Getty Images

Para la colección de primavera 2017 de Dior, Maria Grazia Chiuri diseñó una camiseta blanca y desgastada en la que se podía leer ‘We All Should Be Feminists’. Una pieza que pronto se convertiría en superventas y que recogía las palabras de la escritora y activista Chimamanda Ngozi Adichie, a la que Beyoncé también recurrió para que la acompañase en la grabación de Flawless.

Era el momento álgido de una deriva que parecía haberse asentado. Desde que en 2008 las manifestaciones feministas se convirtieron en un evento de reivindicación masivo, los mensajes de empoderamiento proliferaron a través de camisetas, bolsas de tela, canciones, series, libros… La urgencia por contarle al mundo que estábamos hartas de aguantar violencias a diario lo tiñó todo, pero el ciclo de las tendencias siguió inevitablemente su curso.

Y entonces surgió Praying, una firma de moda y complementos que en cuestión de meses se convirtió en objeto de deseo. Las piezas, a medio camino entre el loungewear y la despreocupación sensual, jugaban con mensajes irónicos y ¿feministas? que lograron enamorar a modernas de todo el mundo y a estrellas como Rosalía, Olivia Rodrigo o Jennifer Coolidge.

Existía un claro nicho de mercado que supieron ver sus fundadores, Skylar Newman y Alex Haddad. Sus diseños nostálgicos e irónicos reivindicaban a figuras como Lara Croft y lloraban la separación de Angelina Jolie y Brad Pitt. Para extender su mensaje, se valieron de una imagen de marca que resultaba fresca, irónica y novedosa, a través de una página web que parecía de comienzos de siglo y de un Instagram muy controvertido.

En su feed aún se pueden ver imágenes de chicas blancas, muy delgadas, con tops en los que se leen consignas como ‘Trophy Wife’ o ‘I Love Men’. Newman y Haddad no han inventado nada nuevo, rara vez alguien lo hace, pero algunas de sus compradoras sintieron que sus propuestas resultaban más sugerentes que las ya vistas hasta la extenuación durante los años anteriores.

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Para poner en pie Praying, sus fundadores tiraron de archivo. En 2012 se estrenó Spring Breakers, la penúltima película hasta la fecha de Harmony Korine, pareja de Chloë Sevigny y cineasta de culto de finales del siglo pasado. En el largometraje, cuatro veinteañeras, entre las que se encuentran Selena Gomez y Vanessa Hudgens, disfrutan de unas vacaciones alocadas en Florida aprovechando el parón primaveral. Como allí hace calor, casi siempre van en bikini y cuando no lo hacen llevan camisetas con frases provocadoras y sugerentes: ‘Blowjob Queen’ es una de ellas. La que la lleva es Gomez, que vería su imagen ataviada con esa pieza a lo largo y ancho de internet. Tanto, tanto, que incluso Doja Cat le hizo un guiño en su reciente videoclip de “Agora Hills”.

Otras firmas como Omighty o Nude Project también recurren a mensajes controvertidos siempre que pueden: ‘Future MILF’, 'I'm so hot even life gets hard', ‘Proud owner of a nice ass’. Y de nuevo 'Certified blowjob queen'. La primera, con sede en Singapur y sin cabeza visible es una compañía de fast fashion; la segunda tiene a dos miembros de la generación Z como fundadores. “Yo creo que las marcas han conseguido colarnos estos mensajes a través de la influencia que ejercen sobre nosotras las celebridades. Además, las camisetas suelen ser bonitas y tienen un toque sexi que no vemos como algo machista aunque el acrónimo MILF lo sea. Y llevarlo escrito de alguna manera nos sexualiza", apunta Herenia Marin, ejecutiva de cuentas en Pelonio.

Tras este fenómeno, la diversidad de cuerpos resulta casi siempre inexistente. Hace unos años, una usuaria señaló públicamente a Omighty por su falta de representatividad a través de sus prendas. “Lamentablemente para mí, no hacen tallas que no sean súper diminutas”, denunció. Tampoco Praying se aleja de una imagen que privilegia la extrema delgadez. Solo hay que pasarse por su cuenta de Instagram. “Creo que TikTok ha convertido en tendencias los crop tops o las baby tees que dejan el ombligo al aire. Yo tengo muchas amigas que se consideran bastante feministas, pero luego llevan camisetas con mensajes que hacen referencia a sus pechos. Creo que lo ven divertido y punk y no se plantean nada más”, continúa Marin.

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¿Pero que hay detrás de estos mensajes? ¿Y qué implican? “En periodos de caos, en los que se pierde la fe en las estructuras sociales y caemos en el nihilismo, la moda irónica puede verse como una vía de escape o una manera de rebelarse en una sociedad que no hace nada para solventar la desesperación y las injusticias”, explica la periodista experta en moda Brenda Otero. “La ideología reaccionaria se ha posicionado como una opción subversiva, con las claves estéticas que la acompañan. Es el caso de la escena neoyorquina de Dimes Square, en la que influencers y prescriptores de estilo que escuchan el pódcast Red Scare [que se ha asociado a la nueva derecha] llevan camisetas de la marca Praying con eslóganes pseudoreligiosos o de roles de género tradicionales, pero están conectados con organizaciones que reciben financiación de ideólogos neoliberales”, continúa.

Al final, se trata de aplicarle una pátina de subversión a lo tradicional; alejándose de lo woke y reivindicando como novedosas todas esas consignas que ya forman parte del statu quo. ¿Cómo se logra? Presentándolas con otro envoltorio, más posmoderno, radical y divertido que lo que podría suponer llevar una camiseta con el eslogan ‘This is what a feminist looks like’. Mientras tanto, nos vamos alejando cada vez más de esos derechos en favor de la igualdad que tanto esfuerzo nos han costado alcanzar. Porque cada elección (también a la hora de vestirnos) cuenta.