Cine

Por qué seguimos obsesionadas con ‘Antes del amanecer’ 30 años después del encuentro de Jesse y Céline

Tres décadas después del estreno del largometraje de Richard Linklater, el público sigue fascinado con la historia que encadenaría una de las trilogías mas significativas del cine romántico
Ethan Hawke y Julie Delpy en 'Antes del amanecer'.
Ethan Hawke y Julie Delpy en 'Antes del amanecer'.Cordon Press

“¡Oh capitán, mi capitán!” es lo que una generación entera le dedicaría a Linklater para agradecerle este antes y después en el cine romántico. No, no se trata de una confusión de referencias cinematográficas, y es que, el mismo Ethan Hawke que pronunciaba esas palabras en El club de los poetas muertos, es el que 5 años después se ponía a las órdenes de Richard Linklater para interpretar a Jesse en Antes del amanecer. Le acompañaba en esta aventura una jovencísima Julie Delpy, que llegaba con un pasaporte sellado por nombres tan conocidos de la industria como los de Jean Luc Godard o Bertrand Tavernier. Hace exactamente 30 años, Jesse y Céline coincidían en un tren que partía de Budapest para llegar a Viena, y sin embargo por irrelevante que pueda parecer, este suceso ficticio sigue cautivando al público.

Una historia símbolo de su tiempo, de los años 90, de los libros físicos, de las cintas de casette, del cine independiente y cómo no, de los vinilos. Con la capital austríaca de fondo, un americano y una francesa dejaban, en tan solo una noche, un rastro de conversaciones que se convertirían en mantra para las siguientes generaciones de romances. La conexión entre los actores fue en parte tan real como se vio en pantalla, fruto de la improvisación y de la espontaneidad del momento. El propio Linklater dejó el guion abierto deliberadamente para permitir cambios y aportes de los actores durante todo el rodaje. Ethan Hawke reveló tiempo después que el argumento con el que busca convencer a Céline para que se baje del tren en Viena, fue el resultado de tres intentos fallidos. Los dos primeros sonaban demasiado melosos y no convencieron a Julie Delpy, quien creía que su personaje solo cedería ante una propuesta inteligente y no ante los encantos de un Don Juan.

Fotograma de la película ‘Antes del amanecer’, 1994, Viena.Cordon Press

Si el proyecto conectó y sigue conectando de manera tan especial con el público es porque rompe con la dinámica de amor prefabricado. Nace genuinamente de la vivencia personal del director, de la noche que aúno valor para preguntarle a una desconocida en una tienda de juguetes de Filadelfia si tenía planes para más tarde. Decisión, que sin saberlo germinaría el proyecto más importante de su vida. Pero algo si se debió de oler Linklater cuando al cabo de varias horas hablando sobre la vida, el amor, el arte y la cultura le aseveró a Amy Lehrhaupt que haría una película sobre su encuentro. Pero, como en la pantalla, la llegada del amanecer marcó el final que les conduciría de vuelta a sus respectivos estados, él a Texas y ella a Nueva York. Pese a intercambiarse los números y las direcciones, el contacto entre los dos no duró mucho tiempo y los 2.500 km de distancia acabaron ganando. Nunca se sabrá si esa fue la razón por la cual Linklater decidió que Jesse y Céline nunca se dieran los teléfonos y sin embargo prometieran encontrarse de nuevo en Viena. Pero lo que si quedó claro, fue la intención de recrear aquel momento a toda prisa, porque tan solo 5 años después, la película se estrenaba ya en las carteleras estadounidenses. Linklater confesó tiempo después que albergaba la esperanza de que Amy la viera y reconociera algunos de los momentos que vivieron, pero ella nunca volvió a llamar y su historia no tuvo continuación. Contrariamente a la de Jesse y Céline, que se prolongaría en una segunda y hasta una tercera película.

De secuencias largas y poca acción, la película es una prueba para los más impacientes. El espectador es testigo de la conversación, de las pausas, los eufemismos, los tonos de voz, las preguntas incomodas, los sarcasmos… El largometraje es una oda a la lentitud y al disfrute del presente. Treinta años después, y en estos tiempos frenéticos, Antes del amanecer se erige como uno de los últimos bastiones que resisten al amor de consumo rápido, el miedo a ser vulnerable y las fachadas impuestas.

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