Entrevista

Andrea Jaurrieta: “Creen que las directoras pueden hacer las cosas con menos dinero y todos los proyectos grandes de acción o thriller se los dan a tíos”

La cineasta lleva a los cines una historia de venganza, ‘Nina’, con la que aboga por el derecho de las directoras a explorar géneros tradicionalmente masculinos
Andrea Jaurrieta es la directora de 'Nina'
Carlos Alvarez/Getty Images

Han pasado seis años desde que Ana de día, la ópera prima de la directora Andrea Jaurrieta (Pamplona, 1986), se estrenara en los cines. El 10 de mayo lo hará Nina, su nuevo largometraje. “El hecho de haber podido hacer mi segunda película como yo he querido y no pasar por el aro de ofrecer lo que todo el mundo espera me parece un triunfo”, explica la cineasta en una cafetería del centro de Madrid unos días después de presentar dentro de la Sección Oficial del Festival de Málaga, el certamen donde también mostró por vez primera su debut, y tan solo unos días antes de recibir en la gala de clausura la Biznaga de Plata del Premio Especial de la Crítica.

Nina es un wéstern de venganza, en palabras de su propia directora, quien también ejerce aquí de guionista y productora. Patricia López Arnaiz es quien protagoniza este filme en el que se cuenta cómo una mujer, enferma y con una carrera como actriz en entredicho, vuelve a su pueblo para vengarse del hombre que abusó de ella siendo casi una niña. El largometraje juega en dos espacios temporales –a la Nina adolescente la interpreta Aina Picarolo–, pero en ambas es Darío Grandinetti el que encarna a ese hombre que personifica la violación, Pedro. “La película va más allá de la idea de consentimiento porque hablamos de una menor. Todos los personajes están a punto de cumplir 16 y se menciona tres veces a lo largo del metraje. Era importante poner ese límite para mí”, explica la cineasta. “¿Cambia algo un día más o menos? No. Si un hombre poderoso se fijaba en ti, tú eras una privilegiada, pero eso es algo que viene de años atrás. La mujer de Antonio Machado [Leonor Izquierdo] tenía 13 años; la autora de El consentimiento, Vanessa Springora, cuando se enrolló con Gabriel Matzneff también. A lo largo de la historia hay mogollón de ejemplos así”, continúa. “Me interesaba trabajar con Darío el hecho de que el personaje no fuera un monstruo. Él cree que está enamorado y se justifica.Trabajarlo así era la única manera de conseguir no crear buenos y malos, sino una discusión al salir del cine”.

BTeam Pictures

Lejos de ser una película pequeña y de corte naturalista, Nina resulta una cinta ambiciosa que bebe del cine de suspense clásico. Es la propia Andrea Jaurrieta la que reivindica ese derecho a desarrollar una ficción que parecía todavía reservada a los hombres y por la que pelean también abiertamente otras directoras como Carlota Pereda. “Parece que hay que vincular las películas intimistas, chiquititas, a las directoras por defecto”, expone la realizadora. “A mí me encantan Viaje al cuarto de una madre, Alcarràs o 20.000 especies de abejas, pero me jode que se nos una a todas debajo de un mismo paraguas por ser mujeres: ‘Ah, como sois directoras, todas al mismo saco’. Y no. Estamos unidas porque dirigimos, pero no tenemos que hacer el mismo cine”, continúa. “Te encasillan y creen que puedes hacer las cosas con menos dinero y, sin embargo, todos los proyectos grandes de acción o thriller se los dan a los tíos. Esa es mi reivindicación. Que nos dejen hacer el cine que queramos y que tengamos los mismos presupuestos”.

Efectivamente Nina es un thriller en el que se pueden apreciar las referencias claras de los grandes maestros del cine, algo que también sucedía en Ana de día. Jaurrieta se nutre de sus obsesiones y no tiene miedo alguno a la hora de rendir homenajes. “Siempre he dicho que las dos películas funcionan como un díptico para mí. Más que Brian de Palma, que se menciona mucho, es Hitchcock la mayor influencia, aunque eso se ve más en la segunda”, explica. “En lo formal se parecen, pero también en que la primera trata sobre una chica joven en búsqueda existencial y la segunda sobre un personaje que huye de sí misma y vuelve al pueblo para entender dónde está su herida y cerrarla”. En el plano visual Jaurrieta se ha dejado influir por grandes referencias para contar su historia.“Las principales han sido el cine de la época del tecnicolor con colores lisos muy potentes, Joan Crawford en Johnny Guitar, las femme fatales del cine negro, Gene Tierny en Que el cielo la juzgue, Vestida para matar...”, comparte. “Todos esos ejemplos se los pasé a Saioa [Lara], que se encarga del vestuario, y le explotó la cabeza. Nina llega a la pantalla a hacer la escena final de su tragedia griega porque es una peliculera y la ropa tenía que ir por ahí”.

Nina joven, en una escena de ‘Nina’

David Herranz

Resulta curioso que quien era una recién llegada cuando rodó Ana de día consiguiera en 2016 a Ingrid García-Jonsson, entonces nominada al Goya, para protagonizar su debut. En su segunda película cuenta con la que puede que sea una de las actrices más solicitadas del panorama es- pañol. Patricia López Arnaiz tampoco se lo pensó. ¿Dónde está el secreto? “A Ingrid la conozco en 2015 porque me cuelo en la fiesta de los Goya, me la encuentro y le comento lo injusto de que no hubiera ganado porque era la mejor”, rememora entre risas. “Me contó que no tenía nada y le dije que justo acababa de escribir un guion”, continúa. “En el caso de Nina también convencí a Patricia por el guion”, apunta. “Me los curro mucho y me gusta trabajar los personajes. En una industria donde hasta hace poco los personajes femeninos venían siendo un poquito flojos, por decirlo de una forma educada, les das unos personajes que no se reducen a vírgenes o putas y ahí se convencen”, ahonda. “Si quiero algo, lo busco. Me lo curro un montón. Si apuesto por ellas entiendo que se ven arropadas y tienen menos dudas”.

Jaurrieta fue nominada en 2019 como mejor directora novel en los premios Goya de aquel año. Algunas de las primeras críticas de Nina ya apuntan a que la cineasta estará en la próxima edición de estos galardones –“Quedan muchas películas, aunque es bonito que digan esas cosas”–, pero probablemente nada supere la ilusión de aquella primera vez. “Bajé a la tienda de debajo de mi casa, Mantequerías Andrés, compré la sidra más barata porque era pobre como las ratas y la guardé en la nevera por si acaso”, rememora. “Nos estaba llegando el runrún de que podía pasar y cuando finalmente salió nos pusimos a gritar como locos Iván [Luis, productor] y yo, y bajé al patio con aquella botella”, continúa. “Llevábamos ocho años trabajando, habíamos rodado en 2016, estrenamos en 2018 y era David contra Goliat. La película la hicimos con cero euros. Fue todo increíble con Ana de día. Quiero vivir esa épica de nuevo y no me sale, supongo que habré madurado”, concluye divertida.